sábado, 11 de octubre de 2014

Criaturas Oceánicas

Peces abisales. Delfines míticos. Tortugas ancestrales. Orquídeas carnívoras. Botellas tatuadas, llegadas desde playas desconocidas, que traen en su vientre mapas y mensajes de una poesía cifrada. La obra de Luis Ernesto “Wiche” Colina participa de la visión anárquica de los mundos oníricos y el rigor geométrico del dibujo preciso, exacto, virtuoso. Los Lps que hicieron bailar a nuestros abuelos y a nuestros padres y acompañaron una juventud musicalmente vivida en carne propia, se truecan, virtud a la línea y el color, en obras de arte por derecho propio, adquieren una sonoridad inédita en el espacio.
Wiche Colina se re-inventa a sí mismo en las búsquedas de un lenguaje plástico en permanente renovación. En esta búsqueda infatigable nada es dejado al azar: son las variaciones de una sinfonía. En un primer momento, una propuesta estética es austera, minimalista. En el siguiente, el mismo motivo retorna con insólitos abalorios barrocos, florales, frutales. En este juego de reflejos y sombras, en este laberinto de símbolos, el artista crea y re-crea su máscara ritual de demiurgo cabalístico.
Desde el mural al lado de la carretera, pasando por la obra de gran formato que retrata en lienzo la esencia de un delfín o una tortuga titánicos, hasta las primorosas tarjetas de salutación y las botellas decoradas, el pincel y el buril recorren un arcoíris de dimensiones y temas.  Pese a esta variedad –o quizás gracias a ella–, una vez que se ha visto y sumergido en una obra de Wiche Colina, el privilegiado contemplador reconoce sus obras en un nuevo lenguaje expositivo: es como la marca de un fuego personal, un fuego colorido de formas y sugerencias. Ni puramente abstracto, ni desnudamente figurativo, siempre Wiche Colina.

Camilo Morón

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