sábado, 25 de mayo de 2013

Programa de Biocontroladores para Cocotales.

El Instituto Nacional de Salud Vegetal (Insai), reinició el programa de liberación de crisopas -también conocidos como controladores biológicos- a fin de combatir la presencia del ácaro rojo de la palma en las plantaciones cocoteras de los municipios Monseñor Iturriza y Acosta.
La información fue ofrecida por Arnoldo Ruiz, presidente de la Asociación de Productores de Coco y Copra (Asococo) de Iturriza, quien comentó que el anuncio fue hecho por Wilmen Martínez, coordinador de Salud Vegetal del estado Falcón, Wilmen Martínez, adscrito al Insai.
 Martínez explicó que aunque inicialmente se experimentó con otros controladores biológicos como la Beauveria bassiana y el Paecilomyces, además de productos como el aceite blanco, el acíbar, la sukrina y la cal, los cuales se aplicaron con asperjadoras de espalda y del tipo cañón y dieron buenos resultados en plantas de baja altura, se tomó la decisión de combatir el ácaro con las crisopas en vista de la extensión de hectáreas a cubrir, la altura y cantidad de plantas a tratar.
Recordó que a principios del año 2009 se realizó una aspersión aérea que abarcó una franja de plantas cocoteras de los municipios Acosta y Monseñor Iturriza, pero la misma arrojó poca efectividad, debido a que el ácaro se localiza detrás de los folíolos de la palma.

Destacó que durante el mes de febrero y la primera quincena de marzo de este año [2011] se han distribuido mil 623 sobres que contienen 5 mil crisopas cada una, para un total de 8 millones 114 mil 500 crisopas, las cuales fueron colocadas en 115 unidades de producción que abarcan mil 623 hectáreas de los sectores Baceite, Los Rastrojos, Juan Ramos, El Barco, Las Empalizadas, Jajatal y Las Huertas del municipio Monseñor Iturriza; además de La Villa, Cadillal, Robelera, El Indio y Los Taparos del Acosta.

Al respecto, detalló que las crisopas son insectos que en su estado larvario son predadores de hábitos nocturnos con un alto grado de adaptabilidad y agresividad. Durante esta etapa se caracterizan por su alta voracidad, pudiendo consumir hasta 250 ácaros por día, lo que le confiere un alto rango de acción sobre diferentes clases de insectos plagas. Éste controlador biológico es producido en el Laboratorio Jacinto Lara, ubicado en Yaritagua, estado Yaracuy, precisó el representante del Insai.
Wilmen Martínez reconoció la destacada participación que ha tenido Asococo en el reinicio de este programa, ya que ha servido de apoyo tanto a los productores, para su localización por sectores en ambos municipios, así como al personal técnico a fin de cumplir a cabalidad el cometido asignado.
Por su parte Arnoldo Ruiz, presidente de Asococo, manifestó su optimismo por la reactivación del programa, el cual se había iniciado el 24 de Abril de 2009 bajo la coordinación del extinto Sasa Falcón.
 Para una mayor efectividad, Martínez detalló que se tiene proyectado hacer una nueva liberación de crisopas en aquellas unidades de producción donde ya se haya hecho la primera liberación, garantizándose de esa forma su establecimiento y permanencia en el cultivo, ya que estos biocontroladores en su estado adulto pueden colocar hasta 600 huevos por día. Como dato adicional, dijo que se han detectado colonias de crisopas a 14 kilómetros del sitio donde fueron liberadas inicialmente.
“Conjuntamente se están atendiendo a productores que ocupan terrenos en la zona de El Barco en la parroquia Chichiriviche, donde tienen sembrado, además de cocoteros, 128 hectáreas de patilla. A dicho cultivo se le aplicó a los quince días de germinación el Basilium turidense, para luego a los 30 días aplicar la Beauveria bassiana.

En este sentido, aseguró que el resultado de este tratamiento con estos biocontroladores ha sido realmente efectivo, ya que no se observa presencia de la mosca blanca, ácaros, áfidos, gusanos cortadores y minador de la hoja, que son plagas que en forma habitual atacan a ese cultivo.

Durante el lapso correspondiente a julio del 2009 a septiembre del 2010, el programa estuvo coordinado por el Insai Yaracuy, tiempo en el que se observó una ostensible baja en la liberación de crisopas y atención al productor debido al poco conocimiento que de la actividad cocotera poseían los técnicos asignados a la vasta extensión que debían supervisar los estados Lara, Trujillo y once municipios del estado Falcón, además de su empeño por desconocer a una organización como Asococo con más de 60 años trabajando por el desarrollo de éste rubro agrícola.
Resaltó que esta paralización condujo al acrecentamiento de la plaga en las plantas cocoteras, lo que ha traído como consecuencia la baja de hasta un 60 por ciento de la producción, afectando la economía de miles de familias que sus ingresos dependen de forma directa e indirecta de este rubro agrícola.
Por último, Wilmen Martínez, en representación del Insai, hizo un llamado a todos los productores a fin de que se sumen a éste programa, para lo cual pueden pasar de miércoles a viernes por las instalaciones del Ministerio del Poder Popular para el Ambiente con sede en el Tocuyo de la Costa, o establecer contacto a través de los teléfonos 0426-8002112 o al 0416-0949035.
Fuente: Willmen Soto Figueroa. Notitarde 20/ 03/ 2011.

Cortejo Fúnebre Virtual de Don Oscar Sambrano Urdaneta


           
Leo en la página  web de la Radio Nacional de Venezuela (RNC) esta  breve  noticia: “La madrugada de este martes 14 de junio, falleció en Caracas a sus 82 años de edad, el poeta y escritor trujillano Oscar Sambrano Urdaneta.” Luego una breve referencia a los premios, los cargos, los estudios y finaliza: “Sambrano Urdaneta enalteció con sus obras literarias la cultura Latinoamericana, que quedarán marcadas en la memoria de los venezolanos amantes de la escritura.” Casi de inmediato escribo un chat a una amiga poetisa, de gótica belleza, sobre el deceso. Me contesta que no se ha enterado, que su mente está en otra cosa, que piensa, se preocupa y se ocupa en los Derechos Humanos de los 40 presos asesinados en El  Rodeo, en manifestar airadamente  frente al Ministerio del Poder Popular para el Interior y Justicia en solidaridad con los reclusos, sumarse a la angustia de  sus familias. Nos despedimos, ella acaso molesta, yo con cierta sensación de irrealidad, y cada uno sigue su personal derrotero virtual.
En la página web de El Universal encuentro esta  nota de duelo: “Muere el escritor Oscar Sambrano Urdaneta… El crítico literario fue presidente de la Academia Venezolana de la Lengua y del Consejo Nacional de la Cultura, así como también, Director del Instituto Nacional de Estudios Literarios (INEL)”. A renglón seguido, cual si se tratase de un arqueólogo de las letras nacionales, añade crípticamente: “Sambrano descifró manuscritos de Julio Garmendia.” Se pasa revista a los cargos públicos y, colocando la carreta delante de los caballos, se le hace nacer en Boconó, estado Trujillo, en 1929.
El miércoles 15, El Universal pública un artículo titulado: “Se fue El Príncipe Sambrano Urdaneta.” El título de Roberto Rodríguez  anuncia otro clima espiritual: “Fue la ciudad de Boconó la que lo recibió en el mundo el 6 de febrero de 1929. Ayer, 14 de junio, Oscar Sambrano Urdaneta se despidió de la vida tras presentar diversas complicaciones médicas a los 82 años de edad. Sambrano Urdaneta se recibió profesor de Literatura en el Instituto Pedagógico; y las letras fueron para él, a lo largo de toda su existencia, una pasión solo comparable con su activo ejercicio de la docencia. Similar embrujo supuso para Sambrano el tema de la gestión cultural, campo que abordó tempranamente en su vida y que lo llevó a ocupar importantes cargos en el sector público, incluida la presidencia del Consejo Nacional de la Cultura (CONAC) durante el segundo mandato de Rafael Caldera (1994-1999).”
 Rodríguez cita como una guía en la comprensión del personaje, palabra cuya raíz griega significa máscara: “Como explica el profesor Francisco Javier Pérez (Presidente de la Academia Venezolana de la Lengua), la figura de Oscar Sambrano Urdaneta puede entenderse -en lo profesional- en tres principales dimensiones: el promotor cultural, el escritor e investigador, y el educador.” Por las palabras de Pérez nos enteramos que: “Trabajó hasta el último día de su vida. Este año, puso punto final a la compilación de las obras completas de Julio Garmendia, que es un autor que él había recorrido y estudiado bastante, así como evitado mucho, pero este trabajo reúne todo lo ya conocido y lo muchísimo que dejó inédito Garmendia”.  Y más adelante leemos, como completando un retrato hablado: “Fue un Bellista notable, de los primeros estudiosos de la obra de Bello en el país. Se destacó en eso”, comenta  (Iraida) Sánchez. Pérez ahonda en el asunto y recuerda que Sambrano Urdaneta “fue discípulo de Pedro Grases, uno de los grandes Bellistas del siglo XX. Don Pedro sumó a Sambrano en todas las tareas de La Casa de Bello y la segunda edición venezolana de las obras completas de Andrés Bello.”  Y para fortalecer este punto, precisa Rodríguez: “No en balde, la afinidad con el autor de Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida hizo que Oscar Sambrano Urdaneta ocupara por varios años la dirección de la Fundación Casa de Bello. De su pluma salieron obras como Aproximaciones a Bello, Cronología de Andrés Bello, El Epistolario de Bello, Andrés Bello Universal y Verdades y Mentiras de Andrés Bello.”
El peridista recoge en su artículo lo que puede ser el germen de un homenaje póstumo: “Ante su partida, Pérez cree necesario que se le rindan los honores de rigor. “Es absolutamente necesario que se haga un homenaje a Sambrano Urdaneta desde la Academia de la Lengua, aunque por la situación de premura no se le ha dado fecha aún”, reconoce Pérez. Para él, se trata de un tributo obligado. “Por él es que muchos de nosotros estamos allí, él abrió las puertas de la Academia a nuevas visiones, fue el primer impulsador y motor de la modernización cuando asumió el rol de Director y luego Presidente.” Esta declaración desarrolla uno de los cintillos iniciales del artículo: “El escritor y profesor universitario es considerado como un transformador de la Academia de la Lengua.”
Concluye Rodríguez a la vez que explica el aristocrático mote: “Recientemente, el escritor -a quien amigos cercanos llamaban "el príncipe" por su elegancia y probidad en todo momento- se desempeñaba como director y conductor del espacio Valores, que llegaba a los venezolanos a través de la señal de Vale TV.”
La referencia al programa Valores nos lleva a una vista a Wikipedia: “Valores (Values) is a Venezuelan cultural TV program produced from July 10, 2006, until 2008, transmitted by Vale TV, and hosted by Venezuelan writer and Literary Critic Oscar Sambrano Urdaneta, the main theme of this space is the learning of Venezuelan culture in all its dimensions. Was named in memory of Venezuelan writer Arturo Uslar Pietri and his TV program Valores Humanos (Human Values).”
La posibilidad de encender el televisor y encontrar la imagen serena y afable de Sambrano Urdaneta encuadrada en un fondo de estanterías pletóricas de libros nos hace relativizar la realidad misma de la muerte. Fue en la pantalla de Vale TV donde la mayoría de los venezolanos tuvimos ocasión de asistir a sus clases. Así podemos dar fe  la veracidad esencial de las declaraciones de Iraida Sánchez, quien fuese su alumna en el Pedagógico de Caracas, cuando ella era estudiante de Lengua y Literatura;  con el pasar del tiempo habría de ser su colega en la Academia de la Lengua: “Vivió la literatura…Lo que más recuerdo es su capacidad para hacer la literatura muy fácil y muy amena”. Como quien fue su alumna, Sánchez destaca que: “Sambrano Urdaneta fue un gran conversador y el análisis literario con él era todo menos una disección de una obra literaria, era un comentario siempre muy enriquecedor. Sus clases eran muy amenas.”
Continúo mi fúnebre peregrinar por el ciberespacio hasta llegar a Facebook. Me detengo ante el “muro” de la cuenta de Sambrano Urdaneta. Siento un temor y un respeto casi pagano, como si hubiese entrado a la habitación de un difunto. Los muebles virtuales están donde los dejó la última vez que habitó este espacio. Un lugar sobrio: apenas unas pocas fotografías, todas elocuentes del hombre y la tesitura de su pensamiento; uno pocos comentarios que dicen casi nada. El perfil está escrito en inglés y castellano, a título de muestra: “Prize of Literature for the work Poesía Contemporánea de Venezuela. Ministro de Cultura en ambos gobiernos del Dr. Rafael Caldera.” En el campo “información” de “información general”, leemos:  “Miembro de la Real Academia Española, Diplomático, Presidente  de la Academia Venezolana de la Lengua, Ministro de Cultura, Historiador, Escritor, Critico Literario, Conductor de Televisión, Director de la Casa Andrés Bello y Académico.”
Apenas cuatro fotografía en el “álbum”. En una vemos un hombre de bien llevada contemporaneidad para quien que nació en 1929. Viste traje y sonríe de manera afable y discreta, con una sonrisa levemente inclinada. Los muebles señoriales del fondo revelan el salón de la Academia Venezolana de la Lengua. Otras dos fotografías son versiones de un único ágape oficial. En primer plano, el Dr. Rafael Caldera, quien se inclina sobre un libro. En segundo plano, Sambrano Urdaneta sostiene una copa de líneas elegantes, contra su pecho acuna un libro como si fuese un escudo. La última fotografía, fechada en el muro el 5 de junio a las 17.38, lleva el simpático y lacónico título: “Otero (Director de El Nacional), el rey (Juan Carlos de España) y yo”. La fotografía, que lleva marca de agua de  El Nacional, también pudo titularse: “El Director, el Rey y el Príncipe.” No hay comentarios.
Las publicaciones en el “muro” son escasas, pero significativas. Hemos adecuado la redacción a las normas en uso de ortografía y redacción: “Soy seguidor de su programa, me gusta mucho, lo felicito. Se aprende mucho de nuestra hermosa historia. La historia de Cecilio Acosta, por solo nombrar una de tantas. Dios lo bendiga.” Un tocayo suyo escribió: “Es un inmenso placer poder saludarte por este medio. Espero que todo esté muy bien. Saludos desde USA.” Una solicita admiradora: “Mi admirado profesor, no tuve el privilegio de ser su alumna en el Instituto Pedagógico de Caracas, pero si de la adorable Elena. Aprendí a quererlo y a amar la literatura venezolana con sus obras, y da la casualidad que ahora dicto esa cátedra en el pedagógico “Siso Martínez”. Me gustaría mucho poder adquirir de alguna forma los programas de VALE TV, para que mis estudiantes los conozcan. ¿Podría Ud. ayudarme o darme alguna información al respecto? Gracias por todo lo que de usted he aprendido.” El postrer escrito en el “muro” es un lamento plañidero, escrito aquella mañana de su muerte a las 8.11: “¡Ay!, que pérdida tan lamentable para el país. Ahora podrá reunirse con el gran Andrés Bello. No tengo palabras.”
Noto que a 19 personas ha gustado la cuenta de Facebook de Oscar Sambrano Urdaneta. Estoy tentado a ser el número 20. Es un número cabalístico para quienes hemos estudiado en Venezuela, aunque la viveza criolla afirma que “diez es nota y lo demás es lujo”. Pulso el recuadro donde leo “me gusta” y veo una mano con el pulga hacia arriba, icono de las matazones romanas en El Coliseo. Se abre una ventana virtual en la que debo registrarme. Luego otra en la que debo especificar mis datos. Aquí me detengo y dudo. Es escribir un mensaje a un muerto.  Cierro internet. Releo estas líneas. Abro un libro, leo, pienso y converso. Ahora sí puedo hablar a gusto con los muertos.
Mgs. Sc. Camilo Morón

 



Manaure en Todariquiba

La  historia es un espejo humeante y un telar mágico. Un espejo que devuelve la mirada de nuestros rostros en el cauce del tiempo; un espejo en el que las miradas –interpretaciones, lecturas, enfoques, filosofías de la historia– labran esos mismos rostros; en este espejo las miradas son agentes que modelan aquello que ven. La historia es un telar colorido y sonoro en el que se entrecruzan las innúmeras vidas de mujeres y hombres que alguna vez han sido, son y serán; infinitos hilos que se entrelazan en el tiempo, la geografía, el clima, la mudable escena social, la abundancia o la escasez, la pugna de las ideas encarnadas en los seres y en las instituciones, aquello que es recordado y aquello que es olvidado…La historia es un telar color  ido y sonoro de ideas, pasiones, sensaciones y palabras.
En el geografía falconiana florecen los topónimos indígenas: Judibana, Adícora, Mitare, Guaibacoa, Capatárida, Cabure, Murucusa, Quitaragua, Jacura, Taratara, Taimataima, Carayapa, Misaray. Otras voces indígenas se mueven  en las aletas, las patas y las alas de los animales: cacuro, guasarapo, cazón, corobu, danta, jaguar, zamuro, chuchuve, guacoa, tuqueque, visure. Otras voces susurran en el follaje de las plantas y amenaza desde sus espinas y seducen desde el aroma de sus flores: guasábara, cují, guay, araguaney, cajuaro, maguey, dividive. Y otras voces amerindias nos hablan desde el cauce del tiempo: Manaure, Diao, Curiana, Bacoa, Todariquiba.
Leemos en el Diccionario de Historia de Venezuela (Tomo III): “Vivía [Manaure] en un poblado grande llamado Todariquiba situado posiblemente en las cercanías de la actual Sabaneta, a orillas del río Mitare, de donde se trasladó a Coro a partir de su fundación [1527], por lo que recibió el nombre de de Pueblo Viejo.” La verdad es que no se sabe a ciencia cierta dónde estaba Todariquiba; arqueólogos e investigadores  como J. M. Cruxent, Emiro Durán, Nelson Matheus, Adrián Hernández Baño, José Manuel Trujillo, la han buscado en documentos coloniales y en fatigosas jornadas de trabajo de campo. Mejor suerte han tenido los pintores y los poetas quienes la han pintado y cantado llevados por el instinto telúrico de su sola fantasía y así han llegado a esa Utopía que es Todariquiba.
En un documento dirigido a la Audiencia de Santo Domingo, fechado el 6 de octubre de 1533,  Antonio de Naveros y Alonso Vásquez de Acuña, vecinos españoles asentados en Santa Ana de Coro, declaran al Rey: “Un cacique que llaman Don Martín en cristiano y Manaure  en su lengua de caquetío que es el más principal indio que se ha a hallado en lo que hasta aquí se ha descubierto en esta provincia, de lo que al presente tenemos noticias es cacique de esta comarca a quien obedecían caciques y principales  y todos los indios caquetíos de sesenta leguas alrededor de este pueblo residía y tenía su asiento una legua de esta cuidad [Santa Ana de Coro] en un pueblo que se llama Todaquiba.” Hacia 1531 o 1532, Manaure es llevado por los caquetíos lejos de los desmanes de los europeos invasores para adentrarse en la leyenda.
De la  prestancia y poderío del Diao Manaure dan magnifica cuenta los viajeros, los cronistas y ese cantor de gesta de la Conquista que fue Juan de Castellanos. La memoria colectiva recoge su nombre y lo extiende en la geografía del Caribe, Venezuela y Colombia. Pero, a decir verdad, tras su nombre se oculta un enigma. Hacia 1944, escribe Gilberto Antolínez: “¿Encierra la palabra Manaure un denso sentido? Ahora lo veremos. Podemos descomponerla en las siguientes raíces: 1) Ma: grande, elevado; 2) Na: propuesto; 3) Hu: alto, elevado; 4) Ra: rito; en síntesis: el que ha sido propuesto al alto rito. Habría otra manera que sería la siguiente: 1) Ma: grande; 2) Na: propuesto; 3) Hu: elevado, alto; 4) Ra: procedencia; o sea: propuesto por su alta procedencia. En realidad lo que la historia nos dice de Manaure concierta con estas significaciones. De modo que Manaure viene a ser  el jefe Supremo de los Sacerdotes y Médicos-Magos”.
En Las Elegías de Varones Ilustres de Indias, Juan de Castellanos nos ofrece un retrato moral de primera mano del hombre y de su poder:
 “Fue Manaure varón de gran momento,
   De claro y sagaz entendimiento.
Tuvo con españoles obras blandas
Palabras bien medidas y ordenadas;
En todas sus conquistas y demandas
Temblaban del las gentes alteradas;
Hacíase llevar en unas andas
Con chapas de oro bien aderezadas,
Y el amistad y la paz después de hecha
La tuvo con cristianos muy estrecha.”
La musa hispánica de Castellanos prosigue haciéndonos ver las virtudes caquetías que tan buena impronta causaron a quienes le conocieron o de él oyeron, y de que usaba el poder con moderación y criterio dan fe estos versos:
                                         Usaba de real magnificencia,
Sin se le conocer parecer vario,
A sanos y á subyectos á dolencia
Siempre les proveyó lo necesario:
De tal manera, que sin advertencia
Se hizo poco a poco tributario;
Pero jamás desgusto ni molestia
Pudieron perturbarle su modestia.”
                                        “Nunca vido virtud que no loase,
Ni pecado que no lo corrigiese;
Jamás palabra dio que la quebrase,
Ni cosa prometió que no cumpliese;
Y en cualquier lugar que se hallase
Ninguno le pidió que no le diese;
En su mirar, hablar, y en su manera,
Representaba bien aquello que era.”
Hablemos de la morada de Manaure: el topónimo Todariquiba podemos analizarlo en virtud a lo que conocemos del idioma caquetío: Cuiba, Cuiva o Kiba, según Pedro Manuel Arcaya, quien consigna una tradición paraguanera, significa Piedra. Así Yabuquiba sería yabo en piedra o yabal pedregoso; Jadacaquiva: jajato en piedra o jajato pedregoso; en ambos topónimos la  primera parte nombra plantas xerófitas. Las Aguas Termales de la Cuiba o Aguas Termales de la Kiba –Aguas Termales de la Piedra–  sería topónimo que describe muy ajustadamente la naturaleza calcárea de la fuente de la que manan estas aguas. Recuerda Arcaya  que Ciba, según el Padre las Casas –lo mismo consigna Arístides Rojas en Estudios Indígenas significaba Piedra en la lengua de los indígenas de La Española, de donde Cibao  equivale a pedregal. En Coro quedó la tradición, consignada por Arcaya, de que en el desaparecido idioma caquetío, la terminación bacoa, agregada, como generalmente se encuentra a nombres indígenas de árboles y frutos para formar nombres de lugares, indicaba el grosor, el gran tamaño, la abundancia, de las frutas que el lugar producía el referido árbol o el gran número  de éste. Frecuentemente la encontramos en el occidente de Venezuela: Coquibacoa, Buchivacoa, Datobacoa, Guaibacoa, Cusubacoa, Tutubacoa, Guambacoa.  Buchibacoa: lugar abundante en buches, o lugar de gruesos buches; Datobacoa: lugar abundante en datos –fruto del cardón–, o lugar de grandes datos; Cusubacoa: sitio abundante en cusucas –fruta silvestre–; Guaibacoa: lugar abundante o de frondosos guays: –Ceiba (Bombax sp). Coquibacoa: la considera Arcaya palabra derivada de Quiquibacoa o Chichivacoa, como se escribió en la Crónicas, y significa lugar abundante en guamachos  (nombre dado a varios árboles del género Pereskia, fam. de las cactáceas), o bien sitio abundante en dividives (Caesalpinia coriaria), según veamos en chichi la palabra wayuu siichi (guamacho) o el vocablo del mismo dialecto, ichi (dividive).
Nota digna de memoria, según informe verbal hecho a Arcaya en 1905, por Guillermo Cuartín, referido a algunas palabras y expresiones de los indios de Mitare, es la frase de saludo que  era así: El que llegaba decía: “Jacamba Judan”. Es decir: ¿Cómo está Usted? Y el saludado respondía: “Judan de cuteo”.  Esto es: “Para servir a Usted”. Según Esteban Acosta, en informe verbal hecho Arcaya, contemporáneo del anterior, refiriéndose a una anciana de Mitare que recordaba frases del ancestral idioma, la salutación sería ligeramente diferente: “¿Cachamba cudanga?” –decía el que llegaba. A lo que el saludado respondía: “Cudan de cute”: Para servir a Usted.  Saludo pleno de cortesía y de nobles formas.
Camilo Morón

El Diao Manaure: El Mito y su Reflejo


La historicidad del Diao Manaure, máximo líder político, militar y espiritual de la nación Caquetía, está suficientemente comprobada. De su prestancia y poderío dan magnifica cuenta los viajeros, los cronistas y ese cantor de gesta de la Conquista que fue Juan de Castellanos. La memoria colectiva recoge su nombre y lo extiende en la geografía del Caribe, Venezuela y Colombia. “Néstor de los indios”, “varón de gran autoridad y  sosiego”, con timbre homérico le llama Mariano Picón-Salas en las páginas de Suma de Venezuela. Pero su nombre es como un espejo humeante que tras la sombra del reflejo oculta un enigma.

Por lo común suele vincularse el nombre de Manaure a aquel Manaure que Juan de Ampíes conoció en 1527, aquél que en versos retrató Juan de Castellanos, aquél que sufrió los desmanes de los Welser. Nuestro Manaure, en cambio, está atado a unas rocas desnudas que se levantan en la línea de la costa, a las aguas termales que liberan sus calores medicinales en el desierto, al halo de la Luna en las montañas andinas, al príncipe de las serpientes que mora en el cauce de los ríos, al mítico Manoa de las selvas de El Dorado. Al inquirir sobre los petroglifos y las piedras sagradas, el nombre de Manaure se nos imponía de una y mil maneras.

 Para Gilberto Antolínez, Manaure es  el nombre de una jerarquía política”, como Inca, Minos, Faraón, César. “Podemos descomponerlo –escribe Antolínez– en las siguientes raíces [arawakas]: 1) Ma: grande, elevado; 2) Na: propuesto; 3) Hu: alto, elevado; 4) Ra: rito; en síntesis: el que ha sido propuesto al alto rito. Habría otra manera que sería la siguiente: 1) Ma: grande; 2) Na: propuesto; 3) Hu: elevado, alto; 4) Ra: procedencia; o sea: propuesto por su alta procedencia.”

En las montañas merideñas, los campesinos llaman “Arco Manare” o “Arco Manaure” al fenómeno meteorológico producido por cristales en la alta atmósfera, formando un halo luminoso alrededor de la Luna, recomendando cuidarse de su influjo maléfico. En la cercanía del La Vela de Coro se levantan desafiantes, contra el mar y el árido paisaje, un grupo de rocas ferales. Al preguntar a los vecinos por el nombre del monumento natural, le responderán “Las Piedras de Martín”; a lo que añadirán, “se trata de un antiguo cacique del lugar.”

La revisar los documentos históricos, encontramos que el nombre cristiano de Manaure era Martín Manaure. Proponemos la siguiente ecuación: Piedras de Martín igual a Piedras de Martín Manaure  y éstas a su vez igual a Piedras de Manaure, en conclusión: Piedras de “El Manaure”, esto es, Piedras del Jefe Supremo de los Sacerdotes y Médicos-Magos.

Un reflejo del mito poliédrico de Manaure fue relatado  a Luis Arturo Domínguez por Manuel Adrianza Betancourt en 1944: “En la antigua provincia de Coro, existía un poderoso cacique que hasta el presente recuerdan los nativos con el nombre de ‘Rey Manaure’. Según los historiadores, este caudillo de los caquetíos era muy leal, generoso y espléndido para con sus vasallos. Fue gran amigo y aliado de Juan de Ampíes y sus españoles. Mas esta alianza duró muy poco. La provincia de Coro pasó a ser gobernada por lo wélzares, compañía alemana que se distinguió por los abusos que cometía contra los indígenas, y el ‘Rey Manaure’ tuvo que huir llevándose consigo sus tesoros.

“En una lujosa tarima y llevado en hombros por los señores de la tribu, el jefe de aquellos pueblos aborígenes atravesó llanuras, quebradas, ríos, cerros y extensos cardonales, pero en su fuga, temiendo ser alcanzado por los alemanes, arrojó todas sus riquezas en las aguas termales de La Cuiba, aguas de variados colores y que tienen la propiedad de saltar a gran altura a la menor vibración del aire.

“Una viejecita de origen caquetío, que desde su infancia conservaba una fe ciega respecto a la generosidad del ‘Rey Manaure’, encontrándose sumida en la mayor miseria acudió a La Cuiba, donde se dice que vaga el espíritu del gran cacique y rogó al ánima del caudillo de sus antepasados le otorgara una limosnita por el amor de Dios. Al llegar a los Pozos del Saladillo, que es otro de los nombres de La Cuiba, golpeó por tres veces con un pequeño machete que llevaba en la mano el peñasco que da origen a una de las muchas vertientes de las Aguas Termales, y dijo: –‘Rey Manaure dame mi limosnita...’ Al pronunciar la anciana estas palabras, las aguas de aquellos manantiales saltaron a gran altura luciendo los más variados colores. Grande fue el susto de la mujer cuando vio que caía a sus pies, dispuesta al ataque, una culebra de color amarillo intenso que la observaba con sus pupilas de fuego.

“La anciana asustada ante la amenaza del reptil, sin saber lo que hacía, le descargó con el machete que tenía en la mano un golpe mortal. Cuando recobró la serenidad, observó que en vez de peligrosa sierpe se hallaban en el suelo dos limpias barritas de oro.”

Nótese el concierto entre la serpiente dorada que a la invocación de la anciana salta de las aguas termales –consideradas como sagradas– y Manaure, sumo sacerdote y él mismo Hombre-Dios. En las soledades amarilla de las aguas termales de La Cuiba el hombre Manaure trascendió la historia y se hizo mito.

Mgs. Sc. Camilo Morón
Investigador y Docente UNEFM
Doctorando ULA


J. M. Cruxent, Nómada del Tiempo


En el curso infinito del tiempo
una historia apasionante encontré,
en  las páginas de un libro antiguo pude leer.
Soñé despierto una gran aventura,
un descubrimiento inolvidable,
un hallazgo original.

Pre-Coro:
Ven, amigo,  que te voy a llevar,
Al pasado de América tú iras.
CORO:
Somos viajeros, viajeros del tiempo,
Las aguas profundas del tiempo naveguemos.
El signo de la historia  por fin entenderemos.
No te quedes varado, no hay  nada que temer.
Cruxent  nos los muestra, así de simple es, así de simple es…

Exiliado de España, llego a este lugar
para estudiar el pasado en  un sendero terrenal.
Supo desde el primer momento
que  Venezuela era el destino
del encuentro con la Ciencia, de  una aventura  sin igual

Pre-Coro:
Ven, amigo, que te voy a llevar,
Al pasado de América tú iras
CORO:
Somos viajeros, viajeros del tiempo,
Las aguas profundas del tiempo naveguemos.
El signo de la historia  por fin entenderemos.
No te quedes varado, no hay nada hay que temer.
Cruxent  nos lo muestra, así de simple es, así de simple es…

Fue científico y artista, fue vidente y soñador.
Fue explorador del pasado
 y el Gran Padre Orinoco navegó.
Siguió las huellas de los primeros pobladores
del continente Americano, nuestros antepasados.
Dio voz a las antiguas tinajas de barro.
Con sus libros la prehistoria descubrió a los venezolanos.
Ven, que te voy a llevar,
Al pasado lejano de América tu iras.
Vamos a viajar, el tiempo atravesar.
El signo de la historia en tus manos tendrás.
No te quedes varado, no hay nada que temer
Cruxent  nos tiende la mano, así de simple es, así de simple es…

 Pre-Coro:
Ven, amigo, que te voy a llevar,
Al pasado de América tú iras
CORO:
Somos viajeros, viajeros del tiempo,
Las aguas profundas del tiempo naveguemos.
El signo de la historia  por fin entenderemos.
No te quedes varado, no hay nada hay que temer.
Cruxent  nos lo muestra, así de simple es, así de simple es…

Letra: Néstor Rodríguez y Camilo Morón


J. M. Cruxent, Arqueólogo del Nuevo Mundo

Nuestra línea de investigación: Los Petroglifos en Venezuela debe mucho a José María Cruxent. De la lectura de los múltiples escritos que les dedicara 21 trabajos publicados en revistas científicas nacionales y extranjeras fueron surgiendo interrogantes, intuiciones, vislumbres de sendas posibles para abordar el tema. Así, pues, un buen día decidimos conocer al autor. Viajamos a Santa Ana de Coro, otrora Curiana de los indios caquetíos, a buscarlo... y lo encontramos. Eso fue una tarde del 2000. Frecuentamos su compañía hasta su muerte, en febrero de 2005. Quisiéramos hablar del hombre  J. M. Cruxent –como firmaba sus obras científicas y artísticas–, del hombre hecho de sensación y de tiempo. Del hombre de carne y hueso, el que nace y muere –sobre todo muere–, el hermano, el verdadero hermano, a decir de Miguel de Unamuno. Para hacerlo hemos de hablar del académico, del etnólogo, del geógrafo, del explorador, del artista,  del visionario, de la leyenda…
Llegado a nuestro país tras concluir la Guerra Civil Española (1936 -1939), donde combatió al lado de las tropas republicanas en el frente de Teruel, Cruxent pronto se dedica a enfrentar una nueva lucha que habrá de llevarle a lo más profundo del corazón de Venezuela, profundamente en la geografía y en el tiempo, y así se compromete a rescatar para todos y cada uno de los venezolanos el eco esencial de nuestro pasado, la presencia perenne de nuestras raíces, la vigencia de nuestro acervo entrañable.
Hablar de la Arqueología y la Antropología en Venezuela y en América, es hablar de Cruxent; su nombre está ligado estrechamente al alba científica de estas disciplinas en nuestra tierra  y otras tierras americanas: Panamá, Jamaica, Brasil y República Dominicana le escucharon en sus aulas. Fue Investigador Emérito del  IVIC en 1976,  Premio Nacional de Ciencias en 1987, Doctor Honoris Causa de la UNEFM en 2001.
Juan Calzadilla alude a los aportes de la obra artística de Cruxent en estos términos: “Su pintura es como un estallido, nace de gestos y desencadena un potencial fisiológico, de adentro hacia afuera, ahondado no en una imagen externa, sino en las raíces de la vida que emerge con una fuerza primitiva. Es una obra nerviosa, demasiado personal para crear una escuela o un estilo, que produce el impacto deseado sin violentar los medios legítimos de que se vale. Suerte de escritura visceral.”
La vida y la obra de José María Cruxent trascurrieron armoniosas por un mismo cauce de equilibrio, reflexión, sencillez y refinamiento. Su actitud vital y su apostura artística se hermanan en un todo, que es el resultado intencionado de una  labor profunda, cuyo fruto ha sido una obra genuina, rebelde, libertaria. La vivencia ancestral y la modernidad son dos luces que en unen sus fulgores para dar nacimiento a una constelación de obras compuestas con la minuciosidad de un orfebre y la pasión de un aeda.
Cruxent dedicó el Premio Nacional de Ciencias al Estado Falcón, como un generoso reconocimiento a la tierra que tanto le había brindado: “En mi carrera  dijo en aquella ocasión–, la mayor satisfacción la he encontrado en los años de mis investigaciones en territorio falconiano. Me he hecho en Falcón. Se lo debo a esta tierra. Verdaderamente, porque yo soy un provinciano y por retrueque el premio pertenece a Falcón, a su Universidad y a los corianos.” Palabras merecedoras del corazón de un hombre ardientemente enamorado de esta Tierra de Gracia.

Mgs. Sc. Camilo Morón
Docente e Investigador UNEFM
Doctorando ULA


Barro, Azúcar y Candela

“Todo producto elaborado a mano por el hombre está impregnado de espíritu y tiene alma.”
J. M. Cruxent.

Las artesanías encierran dentro de sí todos los conocimientos técnicos de su tiempo; pero el artesano coloca frente a estos conocimientos sus creencias, las cuales comprenden todo el saber de la cultura a que pertenece, tanto en el orden material como en el orden espiritual, afirmó el arqueólogo, artista y explorador venezolano-catalán J. M. Cruxent.
La obra de Evín Soto es el encuentro feliz del barro, el azúcar y la candela. La mano del ceramista imprime forma a la organicidad  sin geometría de la  Madre Tierra; los productos de la Naturaleza se asemejan a la miel de las abejas en virtud del arte de la repostería. El artista de la concina y el barro es un moderno alquimista: la tradición y la innovación se entrecruzan en las líneas y los sabores de una obra equilibrada, madurada en el trabajo, enriquecida en le diálogo fructífero de lo ancestral con las vanguardias estéticas internacionales. Quienes consideren llanamente que el estudio de la Historia solo puede realizarse basándose en testimonios escritos, desconocen la importancia que tiene en nuestro caso (el venezolano, el falconiano), la loza popular tradicional, estudiada estética y antropológicamente.
La  adusta economía de formas que singulariza la cerámica de Evín Soto se refleja en la sutileza  de los sabores, donde la herencia étnica universal y autóctona de la repostería y la confitería se expresan con sumo refinamiento. Esta historia universal debe ser contada aunque sea someramente:
En la antigüedad no se conocía el azúcar, por lo que las maravillas gastronómicas que degustaron los poderosos y el pueblo humilde fueron endulzadas con miel silvestre y frutos secos, como lo atestiguan las numerosas referencias que encontramos en la Biblia y en el Corán. En la literatura medieval la miel ya domesticada comparte páginas con caballeros, damas, reyes, bufones, gigantes y dragones. La caña de azúcar procede de las Islas de Pacifico, hace 8.000 años a.C. se cultivaba como planta ornamental y se masticaba por su agradable sabor. Desde allí se extendió a la India, dónde se elaboraba una miel de caña que fue sustituyendo gradualmente a la miel de abejas en la elaboración de dulces. En Persia se implementaron procedimientos para obtener azúcar en estado sólido. Griegos y romanos conocían el azúcar cristalizado y lo empleaban en la elaboración de postres y bebidas, esencialmente destinados a los paladares de los poderosos. Los árabes extendieron su consumo en el Mediterráneo, donde era considerada una exquisitez con propiedades curativas. Con los europeos la caña de azúcar es introducida en América en el s. XVI; con ella traen desde África mano de obra esclavizada para trabajar en las plantaciones. Al cabo de cien años, América superó la producción combinada de todos los demás productores del mundo. Durante las Guerras Napoleónicas (s.XIX), se incrementó en Europa la producción de azúcar a partir de la remolacha como consecuencia del bloqueo marítimo que Inglaterra imponía a Francia. En la actualidad el   40 % de la producción mundial de azúcar se elabora a partir de la remolacha. Modernamente somos testigos –cuando no consumidores– de la elaboración de edulcorantes sintéticos en los laboratorios, pero esta es otra historia…
La obra de Evín Soto es una encrucijada y una síntesis: la cerámica, la repostería y la confitería, se sitúan en coordenadas de sencillez, equilibrio y refinamiento en una obra donde le arte, el diseño, la tradición, la modernidad y la historia atinan en la conjunción  feliz del barro, el azúcar y la candela.

Camilo Morón

Mercedes Zavala


Como la Madre Naturaleza crea Mercedes Zavala: sus obras crecen como seres orgánicos en sus manos. La madera, el hueso, las fibras vegetales, el sueño telúrico de la tierra y las visiones de ensueño cristalino de los minerales se dan cita en un espacio suntuosamente ornamentado con todos los colores y todas las texturas.
El arte de Mercedes Zavala es esencialmente femenino: la obra se gesta y crece como si hubiese sido “concebida” y  parida” y no sólo pensada; alcanzar esto es difícil y una vez alcanzado, es duro de prolongar;  requiere de la artista un equilibrio  preciso, matemático, cartesiano entre los extremos de la razón y la intuición.
La obra de Mercedes Zavala es como un triángulo amoroso: En uno los extremos está la fortuna, con sus caprichos: un hueso puede pasar de la olla tiznada y humeante a ser la piedra angular de la composición; la mitad de una canica de cristal puede pasar del suelo y el polvo al cielo nocturno de la obra de arte. La poesía mora en otro de los extremos: los objetos y los seres tienen una nueva gramática, significan alquímicamente entes nuevos y asombrosos; una semiótica ciclópea y olímpica eleva los seres y las formas a una nueva dimensión ontológica. La materia domina el tercer extremo: la condición misma de los elementos (madera, hueso, mineral) confiere a las obras de Mercedes Zavala una condición cercana a la vida de los animales y las plantas, casi sentimos como si fuesen mortales…como nosotros.
La Madre Naturaleza es un templo de creación y Mercedes Zavala es su sacerdotisa.  

Camilo Morón

Wiche Colina

Peces abisales. Orquídeas carnívoras, hambrientas como genitales de mujer.  Botellas tatuadas, llegadas desde playas desconocidas, traen en su vientre mensajes de una poesía cifrada. La obra de Luis Ernesto “Wiche” Colina participa de la visión anárquica de los mundos oníricos y el rigor geométrico de un dibujo preciso, exacto, virtuoso. Los Lps que hicieron bailar a nuestros abuelos y a nuestros padres y acompañaron una juventud musicalmente vivida en otra Venezuela, se truecan, virtud a la línea y el color, en obras de arte por derecho propio, adquieren una sonoridad inédita en el espacio.
Wiche Colina se re-inventa a sí mismo en las búsquedas de un lenguaje plástico en permanente renovación. En esta búsqueda nada es dejado al azar. Es como las variaciones de una sinfonía.  En un primer momento, una propuesta estética es austera, minimalista. En el siguiente, el mismo motivo retorna con insólitos abalorios barrocos, florales, frutales. En este juego de reflejos y sombras, el artista pinta su propia fisonomía creativa.
Desde el mural al lado de la carretera, pasando por la obra de gran formato que retrata en lienzo la esencia de un delfín o una tortuga titánicos, hasta las primorosas tarjetas de salutación y las botellas decoradas, el pincel recorre un arcoíris de dimensiones y temas.  Pese a esta variedad –o quizás gracias a ella–, una vez que se ha visto y sumergido en una obra de Wiche Colina, el privilegiado contemplador reconoce sus obras en un nuevo lenguaje expositivo: es como la marca de un fuego personal, un fuego colorido de formas y sugerencias. Ni puramente abstracto, ni desnudamente figurativo, siempre Wiche Colina.

Camilo Morón