sábado, 25 de mayo de 2013

El Nacimiento de la República: 19 de Abril y 5 de Julio de 1811

Juan Vicente González fue humanista, historiador de la nación, matemático, lingüista, modelo de estilo literario, periodista polémico, hombre de intensas pasiones políticas que atravesaron su obra y vida entera. De él escribió Mario Briceño-Iragorry: “La figura turbulenta de este escritor necesita de cuadros sucesivos, y aun contradictorios, para ser comprendida. De entre sus escritos de historia patria, entresacamos esta magnifica estampa del 19 de Abril, pero no de 1810, que casi todos conocemos mal que bien, sino de 1811, cuando las esperanzas y los temores pendían sobre la imaginación de los venezolanos en difícil equilibrio.”
Con la pluma de Juan Vicente González dibujemos el ambiente de aquel 19 de abril de 1811, en su primera naturaleza y audacia anárquica –a decir de nuestro cronista–: “Los regocijos fueron universales ese día. Después del Tedeum, los habitantes se esparcieron por las calles, con sus vestidos de fiesta, adornados sus sombreros   con cintas rojas, azules y amarillas. Músicos y danzantes recorrían la ciudad de Caracas. Los miembros de la Sociedad Patriótica festejaban con banderas en la mano. Personajes de la alta sociedad se unieron al concurso de la algarabía popular. Nos dice Vicente González que se vieron indios en las cercanías, tocando y danzando  de una manera más sencilla que graciosa. La alegría iluminaba todos los rostros, se felicitaban los unos a los otros por la felicidad que auguraban y que creían asegurada. La noche trajo otro género de placeres: La ciudad de Caracas se iluminó toda y los edificios públicos y muchas casas particulares se cubrieron de inscripciones y lemas ejecutados con tanto gusto como talento. Pequeños teatros se levantaron en distintas esquinas proporcionando solaz al pueblo. Contemplemos estas sombras tan risueñas y alegres, antes que pasen arrebatadas por un torrente de sangre; mañana será tarde. Tal la estampa que nos pinta la pluma de Vicente González, por lo común un retablo histórico poco conocido. Luego serán los terrores del terremoto de 1812 y las hordas de desposeídos acaudilladas por José Tomás Boves, la huida al Oriente y el naufragio de la Primera República en un mar proceloso de sangre fraterna.
“Aquel Primer Congreso de la República que presidia los populares festines, fue fruto de elecciones libres y tranquilas. Estaba integrado por 44 miembros. Nada había allí de centro, derecha o izquierda. ¿Qué inspiraba la moderación y la benevolencia de los diputados? Veían el porvenir cargado de sangrientas nubes y retrocedían, habían querido regenerar, conservando. Repugnaba a sus conciencias quitar el freno a las pasiones para triunfar. En su seno hubo propiamente vida parlamentaria. Prueba de su ecuanimidad, citemos el caso del Dr. Manuel Vicente Maya, sacerdote representante de los habitantes de La Grita, quien solitario opuso su voto a la declaración de independencia del 5 de julio. Y el Congreso ordenó, afirma Vicente González, se escribiese su protesta al pie del Acta de Independencia, tributando así un homenaje a los derechos de la conciencia, tomando una venganza digna de la libertad.” En mi biblioteca virtual he consultado dos ediciones del Acta de Independencia de Venezuela del 5 de julio de 1811, en ninguna he encontrado la nota que refiere Vicente González, por el contrario leo el nombre de Manuel Vicente Maya como firmante, diputado por La Grita. Sólo la consulta con las fuentes originales puede despejar incontestablemente la incógnita. Esto es lo propio de la investigación histórica científica y sistemática.

Ya puestos en el tema del 5 de julio de 1811, comparto con Uds. el pasaje medular del Acta de Independencia de Venezuela: “Nosotros, pues, a nombre y con la voluntad y la autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus Provincias Unidas son, y deben ser desde hoy, de hecho y de derecho, Estados libres, soberanos e independientes y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España o de los que se dicen o dijeren sus apoderados o representantes, y que como tal Estado libre e independiente tiene un pleno poder para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus pueblos, declarar la guerra, hacer la paz, formar alianzas, arreglar tratados de comercio, límites y navegación, hacer y ejecutar todos los demás actos que hacen y ejecutan las naciones libres e independientes.”

Historiador Camilo Morón
Docente e Investigador UNEFM


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