sábado, 25 de mayo de 2013

Mercedes Zavala


Como la Madre Naturaleza crea Mercedes Zavala: sus obras crecen como seres orgánicos en sus manos. La madera, el hueso, las fibras vegetales, el sueño telúrico de la tierra y las visiones de ensueño cristalino de los minerales se dan cita en un espacio suntuosamente ornamentado con todos los colores y todas las texturas.
El arte de Mercedes Zavala es esencialmente femenino: la obra se gesta y crece como si hubiese sido “concebida” y  parida” y no sólo pensada; alcanzar esto es difícil y una vez alcanzado, es duro de prolongar;  requiere de la artista un equilibrio  preciso, matemático, cartesiano entre los extremos de la razón y la intuición.
La obra de Mercedes Zavala es como un triángulo amoroso: En uno los extremos está la fortuna, con sus caprichos: un hueso puede pasar de la olla tiznada y humeante a ser la piedra angular de la composición; la mitad de una canica de cristal puede pasar del suelo y el polvo al cielo nocturno de la obra de arte. La poesía mora en otro de los extremos: los objetos y los seres tienen una nueva gramática, significan alquímicamente entes nuevos y asombrosos; una semiótica ciclópea y olímpica eleva los seres y las formas a una nueva dimensión ontológica. La materia domina el tercer extremo: la condición misma de los elementos (madera, hueso, mineral) confiere a las obras de Mercedes Zavala una condición cercana a la vida de los animales y las plantas, casi sentimos como si fuesen mortales…como nosotros.
La Madre Naturaleza es un templo de creación y Mercedes Zavala es su sacerdotisa.  

Camilo Morón

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