sábado, 25 de mayo de 2013

El Diao Manaure: El Mito y su Reflejo


La historicidad del Diao Manaure, máximo líder político, militar y espiritual de la nación Caquetía, está suficientemente comprobada. De su prestancia y poderío dan magnifica cuenta los viajeros, los cronistas y ese cantor de gesta de la Conquista que fue Juan de Castellanos. La memoria colectiva recoge su nombre y lo extiende en la geografía del Caribe, Venezuela y Colombia. “Néstor de los indios”, “varón de gran autoridad y  sosiego”, con timbre homérico le llama Mariano Picón-Salas en las páginas de Suma de Venezuela. Pero su nombre es como un espejo humeante que tras la sombra del reflejo oculta un enigma.

Por lo común suele vincularse el nombre de Manaure a aquel Manaure que Juan de Ampíes conoció en 1527, aquél que en versos retrató Juan de Castellanos, aquél que sufrió los desmanes de los Welser. Nuestro Manaure, en cambio, está atado a unas rocas desnudas que se levantan en la línea de la costa, a las aguas termales que liberan sus calores medicinales en el desierto, al halo de la Luna en las montañas andinas, al príncipe de las serpientes que mora en el cauce de los ríos, al mítico Manoa de las selvas de El Dorado. Al inquirir sobre los petroglifos y las piedras sagradas, el nombre de Manaure se nos imponía de una y mil maneras.

 Para Gilberto Antolínez, Manaure es  el nombre de una jerarquía política”, como Inca, Minos, Faraón, César. “Podemos descomponerlo –escribe Antolínez– en las siguientes raíces [arawakas]: 1) Ma: grande, elevado; 2) Na: propuesto; 3) Hu: alto, elevado; 4) Ra: rito; en síntesis: el que ha sido propuesto al alto rito. Habría otra manera que sería la siguiente: 1) Ma: grande; 2) Na: propuesto; 3) Hu: elevado, alto; 4) Ra: procedencia; o sea: propuesto por su alta procedencia.”

En las montañas merideñas, los campesinos llaman “Arco Manare” o “Arco Manaure” al fenómeno meteorológico producido por cristales en la alta atmósfera, formando un halo luminoso alrededor de la Luna, recomendando cuidarse de su influjo maléfico. En la cercanía del La Vela de Coro se levantan desafiantes, contra el mar y el árido paisaje, un grupo de rocas ferales. Al preguntar a los vecinos por el nombre del monumento natural, le responderán “Las Piedras de Martín”; a lo que añadirán, “se trata de un antiguo cacique del lugar.”

La revisar los documentos históricos, encontramos que el nombre cristiano de Manaure era Martín Manaure. Proponemos la siguiente ecuación: Piedras de Martín igual a Piedras de Martín Manaure  y éstas a su vez igual a Piedras de Manaure, en conclusión: Piedras de “El Manaure”, esto es, Piedras del Jefe Supremo de los Sacerdotes y Médicos-Magos.

Un reflejo del mito poliédrico de Manaure fue relatado  a Luis Arturo Domínguez por Manuel Adrianza Betancourt en 1944: “En la antigua provincia de Coro, existía un poderoso cacique que hasta el presente recuerdan los nativos con el nombre de ‘Rey Manaure’. Según los historiadores, este caudillo de los caquetíos era muy leal, generoso y espléndido para con sus vasallos. Fue gran amigo y aliado de Juan de Ampíes y sus españoles. Mas esta alianza duró muy poco. La provincia de Coro pasó a ser gobernada por lo wélzares, compañía alemana que se distinguió por los abusos que cometía contra los indígenas, y el ‘Rey Manaure’ tuvo que huir llevándose consigo sus tesoros.

“En una lujosa tarima y llevado en hombros por los señores de la tribu, el jefe de aquellos pueblos aborígenes atravesó llanuras, quebradas, ríos, cerros y extensos cardonales, pero en su fuga, temiendo ser alcanzado por los alemanes, arrojó todas sus riquezas en las aguas termales de La Cuiba, aguas de variados colores y que tienen la propiedad de saltar a gran altura a la menor vibración del aire.

“Una viejecita de origen caquetío, que desde su infancia conservaba una fe ciega respecto a la generosidad del ‘Rey Manaure’, encontrándose sumida en la mayor miseria acudió a La Cuiba, donde se dice que vaga el espíritu del gran cacique y rogó al ánima del caudillo de sus antepasados le otorgara una limosnita por el amor de Dios. Al llegar a los Pozos del Saladillo, que es otro de los nombres de La Cuiba, golpeó por tres veces con un pequeño machete que llevaba en la mano el peñasco que da origen a una de las muchas vertientes de las Aguas Termales, y dijo: –‘Rey Manaure dame mi limosnita...’ Al pronunciar la anciana estas palabras, las aguas de aquellos manantiales saltaron a gran altura luciendo los más variados colores. Grande fue el susto de la mujer cuando vio que caía a sus pies, dispuesta al ataque, una culebra de color amarillo intenso que la observaba con sus pupilas de fuego.

“La anciana asustada ante la amenaza del reptil, sin saber lo que hacía, le descargó con el machete que tenía en la mano un golpe mortal. Cuando recobró la serenidad, observó que en vez de peligrosa sierpe se hallaban en el suelo dos limpias barritas de oro.”

Nótese el concierto entre la serpiente dorada que a la invocación de la anciana salta de las aguas termales –consideradas como sagradas– y Manaure, sumo sacerdote y él mismo Hombre-Dios. En las soledades amarilla de las aguas termales de La Cuiba el hombre Manaure trascendió la historia y se hizo mito.

Mgs. Sc. Camilo Morón
Investigador y Docente UNEFM
Doctorando ULA


2 comentarios:

  1. Muy interesante saber y estudiar la historia de quien fue ese gran guerrero y que nos identifica como corianos. Conocer parte de la historia de el DIAO MANAURE.

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