lunes, 7 de enero de 2013

Chico Hernández: Hijo de Murucusa


En algunos mapas del Estado Falcón no está escrito el nombre de Murucusa; en otros, está escrito de manera incorrecta, pero en la geografía espiritual de Francisco Hernández esta palabra estaba escrita con letras mayúsculas: MURUCUSA. La significación indígena de esta palabra es incierta y se ha desdibujado en la noche de los tiempos. La etnohistoria nos dice que esta era tierra de gente Jirahara, indígenas  que resistieron bravíamente la invasión de los conquistadores europeos. Para quienes no lo conozcan, Murucusa es un poblado en el corazón feral de la sierra falconiana, levanta su sencillo urbanismo en cruz en el municipio Petit. En su suelo se han encontrado hachas de piedra pulida y piedras para moler el maíz, testimonios arqueológicos de los indígenas ancestrales. En la década de 1960, del vientre de Murucusa salieron guerrilleros que intentaron tomar el cielo por asalto. Es también tierra prodiga de luchadores sociales desde la trinchera del trabajo cotidiano, por la senda que se construye junto a los conciudadanos en lo real maravilloso de cada día. En esta estirpe de luchadores sociales militó Francisco Hernández, llamado por sus numerosos amigos Chico Hernández.

En su columna “Curazaito Ayer”, Mario Aular nos dice que Chico tuvo emigrar en su juventud, se fue a Caracas, donde laboró como obrero de la construcción, hizo iglesias, acueductos y urbanizaciones. Cuando volvió a su lar nativo, levantó y reparó casas, siendo el primer “arquitecto popular” que introdujo las modernas técnicas constructivas en Murucusa. En las gestas de solidaridad con su comunidad, destacan: la distribución regular de agua potable, la carretera Aracua-Murucusa, la escuela para las poblaciones de Juan Domingo y San Antonio, el preescolar de Murucusa, la toma popular de los terrenos del latifundio “Las Peñitas”. Muchos de estos logros fueron pioneros en su tipo para estas comunidades y siempre fueron frutos de las luchas colectivas. En la escena pública Chico Hernández presidió el Comité de Tierras “Las Peñitas”, el Sindicato de Pequeños Agricultores de Murucusa, el Comité de Fiestas Patronales de Murucusa, Jefe Civil de Murucusa; fundador del partido Movimiento al Socialismo (MAS), candidato a Concejal y a Senador. Esta rica relación de datos, testimonios de una vida comprometida con las causas populares, las entresaca Mario Aular de los archivos personales que atesoró Chico Hernández, quien puso en práctica  la divisa  de Pedro Manuel Arcaya: “¿Papeles? Que se rompan solos”, recomendando así la preservación de la memoria documental.

En vida Chico fue sujeto del homenaje de sus paisanos. En 1993, por iniciativa de Pedro Iván Morón, con quien compartiera escena en las luchas sociales, se le tributó un reconocimiento genuinamente popular. De las fiestas de aquel 6 de marzo nos dice Aular: “el homenajeado recibió placas de la comunidad y la Federación Campesina, hubo carreras de burros, encuentros deportivos, el baile fue amenizado por un conjunto de La Ciénaga de San Luis con violín, cuatro, maracas, tamboras y guitarras. Lo más importante de la velada fue el calor  familiar, que hizo que éste fuera un día inolvidable para el pueblo de Murucusa.”

Francisco Hernández –sencillamente Chico– fue un hombre sabio. Frecuentó la compañía  de los libros; pero su sabiduría no proviene de la letra impresa, sino del trabajo, de la faena cotidiana, del sentido común de un hombre de pueblo. Su sabiduría se fraguó en el conuco y en el corral. Esa sabiduría forjada en la dignidad del trabajo diario guió sus acciones en pro de sus conciudadanos. Cuando en Murucusa se levante la próxima obra de utilidad social, fruto de las luchas de sus hijos: una aldea universitaria, una escuela técnica, un parque, el epónimo más adecuado a la memoria colectiva es el de Chico Hernández, hijo de Murucusa.

 

Camilo Morón

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