La
Amistad entre los vivos y los muertos es una experiencia sagrada. Y preguntas:
“¿Quién es ella?” Ella es la gran demócrata, ella no distingue entre el sabio y
el tonto, ella no ve tiempo entre el viejo y el niño, ella no encuentra
diferencias entre pobres y ricos; ella, simplemente, no olvida. Hay quienes
dicen que ella tiene piedad de quienes están a punto de morir, y es cierto. Es
cierto que ella es una niña anciana descuidadamente precisa. Ella es la Muerte,
así, con mayúscula.
Carlos
Martínez Bueno, Domingo Quezada, Lucas Mieses: Hermanos en vida y ahora
hermanados en la muerte. Temprano vimos andar la amistad de la mano con la Muerte:
suicidios, homicidios y accidentes rasgaron aquí y más allá un texto del alma
llamado amigo. Y a todas estas, ¿qué es un amigo? Un amigo es un cruce de
caminos, sombras andariegas que por un momento se reconocen; y, en mi caso, los
amigos son cactus polinizados por la misma Luna de locura. La amistad es una
vaina tan sencilla que renuncia a todo argumento.
Luis,
Domingo y Lucas: murciélagos luminosos en y bajo la Luna de Coro; aquella Luna
de la que Alí dijese que es tan blanca y es tan bella que los gallos se levantan para cantarle a
ella.Carlos Martínez Bueno fue amigo de mis padres y, para mí –rapaz–, un
ejemplo calurosamente distante, amigo de mis amigos afectuosamente viejos, una
luz que alumbra en voz alta desde lejos. Domingo Quezada fue hombre de palabra en sus manos orgullosas de África y de
América, el combatiente de batallas anunciadas a las puertas del conocimiento,
del compromiso con el pueblo desde siempre y desde adentro, caballero andante
de la promesa en llamas de la palabra impresa y liberada. Lucas Mieses fue el
hombre que desde su corazón sentó al Tiempo en su rincón, árbol siempreverde,
nocherniego juego que bebía y brindaba a dos manos juventud.
Desde
mis experiencias de granuja, sé que la Muerte siempre viene por
tres.Históricamente: Janis Joplin, Jim Morrison y Jimi Hendrix. En el
espectáculo: Farra Fawcett, Michael Jackson y David Carradine. Eruditamente:
Jacques Yves Cousteau, Carl Sagan,
Stephen Jay Gould, antorchas alzadas en lo alto de una ciencia para todos. También
se fueron casi juntos Uslar Pietri, Juan Liscano y un carajo que nunca leí y
que de cuando en cuando –ahora no– recuerdo.
Con
la muerte de Lucas Mieses, árbol siempreverde, se completa la triada de hombres
buenos. Ahora que esperen su turno los demás hombres buenos, los verdaderamente
buenos, los imprescindiblemente buenos como Lucas,
Domingo y Carlos. Hombres de lucha y de vida, los que siempre hacen falta. Cierro de un golpe estas líneas y digo de
cara a la resolana:¡Hasta lo necesariamente pronto! La Amistad entre los vivos
y los muertos es una experiencia sagrada.
Camilo Morón
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