viernes, 14 de septiembre de 2012

Humor en Evolución


Desde la primera edición del Origen de las Especies de Charles Darwin en 1859 (1.500 ejemplares, todos vendidos el primer día), la teoría de la evolución de las especies por selección natural ha sido sitiada y hostigada  por chistes, bromas equívocas y parodias. Es así porque la teoría de la evolución tiene implicaciones profundas  sobre nuestros orígenes y nuestro lugar en la Naturaleza. Algunos tuvimos nuestro primer contacto tangencial con la teoría de la evolución de una forma poco ceremoniosa y más truculenta,  orlada de pesadilla: una antigua caricatura que, con trazo tortuoso, pintaba una criatura simiesca, encorvada,  de piel velluda, manos toscamente humanas; la cabeza era la de un anciano de luenga barba; las facciones pesarosas y entristecidas: un monigote del viejo Charles Darwin.
Era la respuesta burlesca  de algunos críticos bufones –que se creían graciosos– a los desafíos que la teoría de la evolución natural de las especies implicaba para la tradición y lo convencionalmente aprendido y sabido. Aquella célebre caricatura  era una negación nerviosa, algo así como una risa histérica… Las bromas sobre los evolucionistas y los monos eran muy frecuentes entonces; y aún lo son… Aquella caricatura era sintomática de la respuesta promedio de la época y nos hace recordar aquella sentencia de Thomas Henry Huxley según la cual “las verdades irracionalmente defendidas pueden ser más dañinas que los errores razonados.”
Como ejemplo de los chistes evolucionistas, leemos en el Diccionario del Diablo (1911) de Ambrose Bierce, esta definición de la voz Anécdota: s. Relato generalmente falso.  Y a título de ejemplo:
El general H. H. Wolherspoon, director de la Escuela de Guerra del Ejército, tiene como mascota un babuino, animal de extraordinaria inteligencia aunque nada hermoso. Al volver una noche a su casa, el general descubrió, con sorpresa y dolor, que Adán (así se llamaba el mono, pues el general era darwinista) lo aguardaba sentado, ostentando su mejor chaquetilla de gala.
—¡Maldito antepasado! —tronó el gran estratega—. ¿Qué haces levantado después del toque de queda? ¡Y con mi uniforme! Adán se incorporó con una mirada de reproche, se puso en cuatro patas, atravesó el cuarto en dirección a una mesa y volvió con una tarjeta de visita: el general Barry había estado allí y a juzgar por una botella de champán vacía y varias colillas de cigarros, había sido amablemente atendido mientras esperaba. El general presentó excusas a su fiel progenitor y se fue a dormir.
Al día siguiente se encontró con el general Barry, quien le dijo:
—Oye, viejo, anoche al separarme de ti olvidé preguntarte por esos excelentes cigarros. ¿Dónde los consigues? El general Wotherspoon sin dignarse responder se marchó.
—Perdona por favor —gritó Barry, corriendo tras él—Bromeaba, por supuesto. Anda, si no había pasado quince minutos en tu casa y ya me di cuenta que no eras tú.
Este otro chiste es más ligero de formas y su cándido humor es, si se puede, más corrosivo:
Una niña llena de dudas le pregunta a su madre:
Mamá: ¿cómo se creó la especie humana?
La madre le contesta: Dios creó a Adán y Eva y ellos tuvieron hijos y así se originó la especie humana.
Dos días después la niña le hace a su padre la misma pregunta. El padre contesta: Hace muchos años, existieron unos monos primitivos que fueron evolucionando hasta los seres humanos que ves hoy.
La pequeña confundida entre el Creacionismo y el Evolucionismo regresa con su madre y le dice:
Mamá, ¿cómo es posible que tú digas que la especie humana fue creada por Dios y mi papá diga que evolucionó del mono?
La madre contesta:
Mira, querida, es muy simple: yo te hablo de mi familia y tu padre te habla de la suya.
El sentido del humor es una señal de inteligencia y la inteligencia es una de las claves (afortunadamente no la única) de la evolución humana.

Mgs. Sc. Camilo Morón



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