jueves, 13 de septiembre de 2012

El Rostro de Simón Bolívar de Carne y Hueso: El Diario de Bucaramanga. 2da.Parte


El Diario de Bucaramanga, de Louis Perú de Lacroix, es un libro destinado a la polémica, fuente siempre viva de controversia, fascinación del debate, obra que es “tierra de nadie”. La génesis misma del documento, su contradictoria historia editorial, la sustancia de la que está hecho, han dado motivo a discusiones eruditas, equívocos lectores y chismes de academias…
¿Qué contienen estas páginas que tanta polémica y fascinación han despertado, hasta el punto de haber sido censuradas y alguno haya pretendido falsificarlas? Sigamos el acertado juicio de Lisandro Alvarado: “Observemos ante todo la negra suerte que tuvieron el autor del Diario y quien lo motivó. Lacroix se suicidó en 1837 y Bolívar murió, como es sabido, dos años después de la convención de Ocaña, ya definitivamente envenenado con la hipócrita y ruin ambición de Páez. No es extraño que ambos usasen de una brutal franqueza para expresar sus impresiones y calificar a los actores de la tragedia política que se dio en llamar Federación. El tiempo dirá, cuando se descubran los archivos y documentos privados, que hoy con temor se guardan bajo llave, cuál grado de  exactitud cabe al Diario de Bucaramanga.” Y más adelante describe en estos términos el ánimo de Bolívar que corresponde a este período de su vida: “A seis u ocho jornadas contemplaba la tempestad que rugía en Ocaña, y la brega ya empeñada entre santanderistas y bolivianos; sus juicios más acerbos no por esto se referían a sus enemigos, sino  con frecuencia a viejos conmilitones suyos, algunos de los cuales le acompañaban por entonces.” Gil Fortoul, quien también conoció y reflexionó sobre las páginas del Diario, describió el talante de Bolívar calificándolo de “acceso de misantropía.” Este es, pues, el marco vital en el que fueron escritas esas páginas: el ocaso político de Bolívar, el desmembramiento de la Gran Colombia y el auge de los caudillismo regionales. Sin embargo, hay en  estas páginas una energía tal, que mana del hombre que las motivó, que no podemos menos que sentirnos atraídos hacia aquella vida que se extingue; no nos referimos a la anécdota menuda “como su predilección por el buen vino y su gusto de desayunar con arepas”, sino a un retrato humano del grande hombre, un retrato hecho por un testigo histórico.
Con estas palabras nos ofrece de Lacroix un retrato físico del Libertador: “El General en Jefe Simón José Antonio Bolívar, cumplirá 45 años el 24 de julio de este año []; manifiesta más edad y parece tener 50 años. Su estatura es mediana; el cuerpo delgado y flaco: los brazos, los muslos y las piernas son descarnados. La cabeza es larga; ancha en la parte superior y muy afilada en la parte inferior. La frente es grande, descubierta, cilíndrica y surcada de arrugas muy aparentes cuando la cara no es animada e igualmente en momentos de mal humor y de cólera. El pelo es crespo, erizado, bastante abundante y mezclado con canas. Sus ojos que han perdido el brillo de la juventud, han conservado la viveza de su genio.” Hemos modernizado la ortografía y la sintaxis  para facilitar la lectura a quienes no están familiarizados con los primores del castellano de fines del s. XIX.
Del retrato moral, más prolijo en matices, espigamos esta estampa: “El Libertador tiene energía; es capaz de una resolución fuerte y sabe sostenerla. Sus ideas nunca son comunes, siempre grandes, elevadas y originales. Sus modales son afables y tienen el tono de los europeos de alta sociedad. Practica una sencillez y una modestia republicanas, pero tiene el orgullo de un alma noble y elevada; la dignidad de su rango, y el amor propio que da el mérito y conduce al hombre a las grandes acciones: su ambición es para la gloria, y su gloria es la de haber libertado diez millones de individuos y haber fundado tres Repúblicas.” Hoy, como todos sabemos las repúblicas bolivarianas son cinco: Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia y Venezuela. Subrayamos este dato para los lectores escolares de estas líneas.
Mgs. Sc. Camilo Morón

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