En 2009 se celebraron doscientos años del nacimiento de Charles Darwin y ciento cincuenta de la edición príncipe del Origen de las Especies por Selección Natural (fechada el 24 de noviembre de 1859. La segunda lleva pie de imprenta del 7 de enero de 1860). En el presente, la Teoría de la Evolución de las Especies es aceptada por la totalidad la comunidad científica y la mayor parte de los herederos de la cultura occidental como un hecho; y no como cualquier hecho, sino como un hecho científico, esto es, como un hecho rigurosamente demostrable a través de los métodos propios de la Ciencia: la experimentación y la observación directa. En Cosmos, el más grande de los esfuerzos de la divulgación de la Ciencia en la historia humana, Carl Sagan define en estos términos el mecanismo de la selección natural: “El gran descubrimiento asociado con los nombres de Charles Darwin y Alfred Russel Wallace es que el mecanismo de la evolución es la selección natural. Hace más de un siglo estos científicos hicieron hincapié en que la naturaleza es prolífica, en que nacen muchos más animales y plantas de los que pueden llegar a sobrevivir. Las mutaciones –cambios repentinos en la herencia– se transmiten enteras. Proporcionan la materia prima de la evolución. El medio ambiente selecciona las pocas mutaciones que aumentan la supervivencia, obteniéndose una serie de lentas transformaciones de una forma de vida en otra, que origina nuevas especies.” A la pregunta de qué es capaz la selección natural trabajando durante miles de millones de años, Sagan responde con precisión poética: “Toda la belleza y la diversidad del mundo biológico”. En conclusión: La evolución es un hecho, no una teoría.
En la actualidad, se ha planteado “nuevamente”, en la rocambolesca escena cultural gringa, el debate entre Creacionismo –motejado de Científico– y la Teoría de la Evolución de las Especies por Selección Natural. Nada extraño en un país donde se invierten millones de dólares para “demostrar” arqueológicamente que el Éxodo y las plagas descritas en el Libro del Génesis trascienden el ámbito de las Sagradas Escrituras para hacerse materiales en un yacimiento arqueológico. Una cosa es la Religión y otra la Ciencia; y la verdad no requiere muletas: es o no es, así de sencillo. La fe tiene sus coordenadas y sus métodos. La Ciencia tiene sus pruebas y comprobaciones.
En el mañana, muchas de las teorías que hoy gozan de buena aceptación en la escena científica contemporánea serán revisadas y aún dejadas de lado. No así la idea de que las especies se originan progresivamente y gradualmente a partir de especies anteriores. Para decirlo con las palabras finales de Darwin en el Origen de las Especies: “Esta visión de la vida tiene su grandeza…porque mientras este planeta ha ido dando vueltas de acuerdo con la ley fija de la gravedad, a partir de un inicio tan sencillo han evolucionado y siguen evolucionando formas sin fin, las más bellas y las más maravillosas.”
Mgs. Sc. Hist. Camilo Morón
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