sábado, 28 de enero de 2012

Ixión de Camilo Morón o la Poética del Despecho


Clara prueba para quienes afirman que el acto creador es la mejor actividad contra los tormentos del hombre, lo constituye el poemario Ixión de Camilo Morón. Amado Alonso, hablando sobre “Sentimiento e intuición en la lírica”, señala la necesidad del desdoblamiento del poeta para alcanzar la idea de una imagen poética. A la vez, este desdoblamiento –afirma Alonso- se basa en la certeza de saber que “el sentimiento no es de naturaleza racional, y por eso no se puede comunicar directamente.” Partiendo de esto, y luego de hacer lectura del libro Ixión, se puede constatar la presencia de un sentimiento de mayor fuerza, que define y da el tono al libro de forma generalizada, sin que por esto sea simple, se trata, pues, del despecho.
Si se afirma que es del “despecho” de lo que hablan los poemas de Camilo Morón, también se debe decir que el primer gran dolor de su libro está en el primer poema: “Desnudo Femenino a la Luz de un Eclipse Lunar”. Dado que es un poema de largo aliento, donde evidenciamos el primer desahogo del poeta, ahondando en su profundidad psíquica y, por qué no decirlo, sentimental, donde el poeta pregunta, rebusca en los por qués y los dóndes, prevalece la tortura de un recuerdo aún no devastado.
“Lluvia de acento leve
sobre verdes, húmedos campos;
un canto robado a la noche mágica del pasado;”
Para entender el despecho como sentimiento mayor en este libro, es necesario observar con detenimiento, las formas que asume el recuerdo en sus múltiples apariciones, pero que a su vez va desdibujándose a lo largo del libro, dejando más espacio al mundo del poeta, quien pasa de un estado de añoranza compulsiva y melancólica (del ayer), a la valoración del sí mismo (el “yo” en presente) y la esperanza de un futuro que no puede prever, convirtiéndose éste último, en el motivo para continuar buscando alivio dentro de su propia palabra encadenada.
En “Ixión”, Camilo Morón mantiene un hilo sentencioso sobre determinadas escenas, especialmente utilizando estilos narrativos, ensayísticos y poéticos perfectamente hilvanados para convocar poemas con un alto contenido semántico y pictórico (para quienes pensamos especialmente en imágenes), tal como podemos observarlo en el siguiente fragmento:
“El amor se arrastra, sube la colina,
arranca algunas rosas y se cuelga de un árbol.
El amor asustado y, sin embargo, de mirar claro,
se alimenta de humanas flores y cálido fango.”
En el libro la variedad temática está expresada en forma de objetos circundantes, no explícitos ni reiterados, sino implícitos en escenas, imágenes y acontecimientos que los delatan. Sobre esto, Amado Alonso afirma: “El propósito de la creación poética supone siempre y desde su primer momento un desdoblamiento de la personalidad: el poeta vive sus sentimientos y a la vez los contempla”.
El despecho expresado en este libro no es un evidente despecho de canciones de rockola, como las de los charros mejicanos y las chatarritas. Más bien es un despecho padecido y soportado en privado, en el interior del poeta, que al vivir en el poema, rompe con el hermetismo propio, permitiéndole atreverse a presentar una escritura menos formal, más cercana a lo cotidiano, en donde comienzan a aparecer los reproches y las quejas características de quien intenta olvidar recordando y siempre tratando de dejar atrás un buen guayabo, diríase alguien que intenta alejarse caminando en círculos.
“Y el amor… el amor
es un laberinto florido,
un macabro laberinto de cristal:
una etérea correspondencia
al pie del cadalso;
una luz antigua
en un antiguo ritual.”
Nótese, por ejemplo, la sentencia del amor como “una luz antigua en un antiguo ritual.” Es clara la presencia del amor que pasó, y está doliendo, es decir un despecho que no se presenta en su forma explícita sino implícita, a través de una imagen poética que lo descubre. Y es asimismo referencia a las coordenadas míticas a las que el poeta recurre en una búsqueda de claves para comprender los calabozos y laberintos de la experiencia amorosa
Hacia el final de Ixión, después de transcurrir los caminos más tormentosos donde el poeta nos lleva, siempre camino hacia la calma, la cual consigue parcialmente al final de cada poema; se llega al punto donde el poeta expresa su conciencia de la palabra, se detiene a nombrarse: “alma descalza”, afirmando que “vendrán nuevas voces, nuevas ansias/ en la piel del camino”, que no es otro que su camino, y es en este momento donde deja expresa su visión del futuro como un “quizás”, posible o imposible, pero que le permite marcar un punto y aparte en el libro. Es entonces, cuando se entiende que la obra no pudo llamarse de otro modo, sino “Ixión”, el testimonio poético de quien se siente un desterrado más de este mundo, viviendo su despecho libremente.

Ennio Tucci

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