Quienes pintan de cara a los pueblos una historia de héroes y de villanos, de buenos y malos, una historia en blanco y negro, o son anacronismos vivientes en los espacios de la ciencias humanas, o, sencillamente demagogos, histriones de palabras rápidas que ejecutan ante un público incauto uno tras otro los trucos de una historieta de opereta, una historieta para andar en casa en paños menores o para salir a la calle con la cabeza caliente bajo la pancarta. En las antípodas de esta farsa de mercado, Mariano Picón-Salas advierte que la historia, como la vida, es muy compleja y que “no hay que engañar al país, sino ayudarlo y comprenderlo.” Recientemente se celebró –una vez más– la gesta rebelde del zambo José Leonardo Chirino; se dijeron los discursos infectados de lugares comunes propios de la ocasión, se desempolvó de acuerdo con la fecha un patriotismo de cartón piedra y se llevaron las inevitables ofrendas florales ante la estatua del héroe. Todo ello que pase: es un carnaval, la fiesta dominguera del chauvinismo de los funcionarios públicos.
Pero al lado del ditirambo oloroso a aguardiente, ensombrecido por las luces de los fuegos artificiales, lejos de las desmañadas líneas de los discursos domingueros, una figura desenterrada de su tumba guardaba silencio: Josef Charidad González. Cuando revisamos los documentos contemporáneos relativos a la rebelión de los esclavos en la Sierra de Coro el 10 de Mayo de 1795, su nombre es escrito una y otra vez con todas sus letras. Consideremos el legajo 426 del Archivo de Indias de Sevilla: “Se ha descubierto que el negro loango Josef Charidad González ha sido el seductor, y cabeza del motín de los negros esclavos y libres de Coro, cuyo delito permitió el cielo pagasen él y otros que le seguían, a quienes se ha dado muerte.” Estos mismos documentos, redactados para el conocimiento de los Jueces que seguían la causa, al hacer la relación de los líderes del alzamiento por lugares y delitos, informan: “De la Ciudad de Coro. Negro libre loango. Josef Charidad. No concurrió personalmente…Solamente es indubitable que se hallaba en todo de acuerdo con José Leonardo, u otros sino que éstos no hubieran emprendido, según se presume, hostilidades si Charidad no los hubiera animado asegurándoles que la Ciudad lo apoyaría con su compañía a la mayor parte de Juan (sic, ¿San?) Luis, y después para consolidar su atentado la protección de los franceses a quienes pretendían dar aviso con uno de los barcos de La Vela.”
José Caridad no pudo “concurrir personalmente” al motín porque fue asesinado por las autoridades coloniales la madrugada del 11 al 12 de Mayo. El Gobernador y Capitán General, Mariano Ramírez Valderrain, quien le había hecho cautivo escribe en un informe: “…y por más que dulcifique mis palabras y semblante, el redargüido de su culpa al entrar en la plaza para tomar la cárcel, emprendiendo fuga con dos de los más inmediatos de su gente. Pero cerrándose de pronto la escolta con los demás negros, se desfilaron unos lanceros y soldados de España, y alcanzando los tres les dieron muerte in continenti, de suerte que pareció el consumatum de la obra que acaba de ejecutarse en justo castigo dispuesto por el Cielo.”
En numerosos pasajes de los documentos oficiales se aborda el nexo entre José Caridad González y José Leonardo Chirino, apuntando que entrambos habían planeado la rebelión, afirmando meridianamente que José Caridad era el autor intelectual y principal impulsor del alzamiento: “Como Charidad era más sagaz y tenía reputación de tener correspondencia en Caracas y la Corte, tomó sobre él [José Leonardo] una gran ascendencia, y como es común opinión que en lo sucesivo siguieron de acuerdo en todo, y el interés que los unía siendo los partidarios se aprovechaban de los engañados libres y esclavos, fomentaban sus quejas y desabrimiento hasta el punto de formarse ya gavillas y hablar en ellas con mucha libertad sobre la recaudación y la libertad de los esclavos suprimida según ellos.”
Pero ¿quién era José Caridad González? En el documento redactado por D. Manuel de la Carrera, comisionado por los Jueces en Agosto de 1795 para investigar los orígenes y el desarrollo de la rebelión, leemos: “Este era Josef Charidad: negro loango, que fugitivo de Curazao desde muy joven se refugió en esta Ciudad. Su genio vivas, intrépido, ágil, activo, le proporcionó su subsistencia en varios oficios y ocupaciones. Llegó a poseer la lengua española cuasi como los patrios, con más la suya natural del loango, el papiamento o jerga de Curazao y alguna tintura de francés. Unido esto a un carácter caviloso e intrigante lo empeñó en lo arriesgado de seducir esclavos en Curazao para pasar a la Costa Española y lo consiguió con varias partidas de consideración. Este atrevido ensayo le hizo ganar reputación entre los de su especie y paisanos que lo veneraban con un respeto de Oráculo, que él sabía amoldar con tono imperioso y dominante, y con él los convirtió en sus tributarios. Este fondo de subsistencia, su decente porte, y el amaño de saber conservarse bien entre el común de los españoles, lo animó a abrazar atrevidas empresas a que naturalmente era inclinado.”
Hay quienes consideran que la rebelión de los esclavos dio ocasión a la aristocracia coriana de deshacerse de un negro arribista, visionario, talentoso y molesto. Otros asumen que José Caridad se había puesto en ese trance crucial al servicio del status quo, traicionando a los rebeldes de la Sierra. Dado que la exigua fuente sobre la persona de José Caridad González es la pluma de sus verdugos, debemos tratarla con extrema cautela. Nos dice que había nacido en África –era loango–, que siendo joven se había fugado de Curazao, que era de genio vivas e intrépido, que era respetado y acaso venerado entre su gente, que había libertado a otros negros de la esclavitud, que era poliglota, que era pensador y ambicioso, que viajaba regularmente a Caracas a tratar temas de importancia, que alguna vez pleiteó en la Corte de España. Y lo que a nuestro parecer es más importante, aunque pueda parecer circunstancial en el contexto de la rebelión de 1875: viajaba regularmente a la Sierra. Ello nos hace suponer a la luz de estos documentos, que la acción de la rebelión de los esclavos aquel Mayo no era sólo una marcha desde la montaña para caer sobre la ciudad, era un movimiento doble de tenazas: José Leonardo arremetería desde la Sierra. José Caridad aprovecharía su prestigio entre los mantuanos para engañarlos, hacerse de armas y atacar desde adentro. De ser acertada nuestra hipótesis, José Caridad González se arriesgó en el más peligroso de los juegos. De haber funcionado la trampa, el resultado hubiese sido necesariamente letal…para los aristócratas.
Al considerar las oscuras circunstancias del asesinato de José Caridad y su controvertida participación en la rebelión de los esclavos, escribe Josefina Jordán: “Pero siempre quedará una duda al respecto, porque un hombre como José Caridad, representante legítimo de la pobrecía negra coriana, que viajó y litigó para legalizar la propiedad de las tierras que habitaban, y gracias a sus esfuerzos numerosas partidas de esclavos fugitivos procedentes de Curazao –siempre según Carrera– alcanzaron la libertad, era sin duda alguna, un sujeto del cambio social; visto incluso a la luz del conocimiento de experiencias actuales, su vida tiene un tinte muy parecido a los revolucionarios de hoy día.”
¿Qué es, preguntamos, lo que conmemoramos el 10 de Mayo? ¿Un héroe solo? ¿La rebelión de un pueblo contra la esclavitud y la humillación; en pos de la libertad y la dignidad? Si la respuesta es lo primero, nada tenemos que objetar a los discursos infectados de lugares comunes, al ditirambo aguardentoso, al carnaval de los funcionarios públicos, al patriotismo de cartón piedra y hojalata, y que siga la fiesta. Tampoco pedimos ni queremos estatuas ni efigies para José Caridad González. Sencillamente: no las necesita. Si la respuesta es lo segundo, es decir, que el 10 de Mayo conmemoramos la rebelión de un pueblo contra la opresión, la injusticia, la explotación; en aras de la libertad, la justicia y la dignidad, sólo queremos recordar que la historia como la vida es muy compleja, y que la historia no la hacen los héroes, la historia la hacen los pueblos.
Mgs. Sc. Hist. Camilo Morón
Profesor e Investigador UNEFM
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