martes, 28 de junio de 2011
jueves, 23 de junio de 2011
Patrimonio Vivo: “La Camachera” Participa en Encuentro Nacional de Danza y Tambor
La leyenda viviente del folklore regional, Olga Camacho y su agrupación, La Camachera, viajan al Encuentro Nacional de Danza y Tambor, en homenaje a la artista, a realizarse en Puerto La Cruz. Indicó la también Patrimonio Cultural de la entidad, que a propósito de las tradicionales fiestas en honor a San Juan Bautista, este próximo viernes 24 de junio, Olga Camacho y su Camachera se trasladarán al oriente venezolano, a objeto de recibir un nuevo reconocimiento, el cual ella misma cataloga como muy importante por tratarse de las emblemáticas fiestas donde el tambor manda. La gobernación del estado Falcón facilitará un vehículo en el que viajarán las 22 personas que conforman el grupo, una de las principales peticiones que hace la artista a las autoridades, “de modo de no perder tantos viajes y desaprovechar invitaciones”, habida cuenta de no contar con un vehículo propio donde movilizarse. Olga Camacho manifestó sentirse agradecida y con más fuerza que nunca para seguir adelante, enalteciendo a Falcón y su cultura, labor incansable que le ha valido innumerables homenajes y reconocimientos, además de, a sus 83 años, ser para todas y todos la auténtica reina del tambor coriano.
Fuente: Notifalcón.com-ORI
miércoles, 22 de junio de 2011
Primer Foro Regional de Antropología, Arqueología y Paleontología, Homenaje a J. M. Cruxent y Claude Lévi-Strauss, Mérida- Venezuela, 2011.
Museo Arqueológico, GRIAL, Universidad de los Andes, Mérida
26-27 de septiembre de 2011
Como homenaje a estos dos grandes “maestros para pensar”, uno que dedicó su vida a la arqueología venezolana y caribeña, que sentó las primeras bases de los estudios arqueológicos en nuestro país por lo cual es reconocido como “el padre de la arqueología venezolana”, aunque realizó trabajos de investigación también en el Caribe insular, especialmente en la República Dominicana, y fue un ejemplo en cuanto a la protección de nuestro patrimonio y a la importancia dada a las culturas indígenas venezolanas. El segundo, que revolucionó la metodología antropológica a la cual aportó muchas soluciones, especialmente en relación con los estudios de parentesco y familia, la etnografía, los sistemas lógicos, la mitología, dedicando la mayoría de sus obras a esta última, la cual se inspiró sobre todo en los mitos sur y norteamericanos, que le sirvieron para establecer una estructura universal y una metodología compleja; en homenaje entonces a ambos la característica de este foro será el aporte actual de los jóvenes de nuestro país a la investigación en las distintas ramas de la antropología, por lo cual se invitará a las nuevas generaciones a mostrar lo que están haciendo en este sentido.
Organizadores: Profesora Jacqueline Clarac y la nueva Cohorte de estudiantes del Doctorado en Antropología, ULA, Mérida.
Invitados(as) especiales:
Dra. Nelly García Gavidia (LUZ, Maracaibo),
Dra. Fanny Ladino (UNELLEZ, Barinas),
Mgs. Sc. Camilo Morón (UNEFM, Coro),
Carlos Eduardo Contreras Rujano, estudiante de Bachillerato (Barinas),
Grupo de 2do. Año de Bachillerato (Liceo de Chiguará, Mérida),
Jesús Rivas Rondón (Pre-Escolar, Escuela de Belén, Mérida).
PROGRAMA:
Viernes 26 de septiembre
8.30 am: Charla-foro “La Piedra y su Palabra: Contribuciones de Cuatro Décadas de J. M. Cruxent al Estudio y Valoración del Arte Rupestre Venezolano”
Historiador-Etnólogo Prof. Mgs. Sc. Camilo Morón (UNEFM, Coro.
9.30 am: Charla-foro: “Aportes de Claude Lévi-Strauss a la Antropología Americana”
Antropóloga Prof. Jacqueline Clarac (Museo Arqueológico, GRIAL, ULA, Mérida).
10.30: Receso-café o té.
11 am: Visita guiada del Museo Arqueológico (sala de exposición, laboratorio arqueológico, paleontológico y palinológico- laboratorio de restauración-conservación)
2.30 a 6 pm: 4 ponencias de investigación de estudiantes de Maestría o del Doctorado, más la ponencia: “Tras la huella de José María Cruxent”, autor: Carlos Eduardo Contreras Rujano, miembro de la Fundación Patrimonio Barinés y estudiante de 1er. Año de bachillerato.
(Los títulos de las ponencias serán escogidos entre los primeros resúmenes que lleguen a nuestro correo electrónico y serán difundidos después. Fecha límite para inscribirlas: 21 de julio de 2011. Tamaño límite de los resúmenes: Media página. Tiempo límite de exposición: 20 minutos, seguidos de 10 minutos de discusión para cada ponencia).
Sábado 27 de septiembre
8.30 a 10.30 am: Presentación de 4 proyectos de investigación de estudiantes de Maestría o de Doctorado (los primeros en ser ofrecidos y aprobados. Deberán inscribirse hasta el 21 de julio de 2011. Tiempo límite de exposición: 20 minutos, seguidos de 10 minutos de discusión)
10.30: receso-café o té.
10.45 am a 11.15 am: Ponencia de 2 niños del Pre-Escolar El Vallecito, Mérida: Jesús Rivas Rondón y Fernando Arias: “Los Dinosaurios, cómo estudiarlos cuando se está en Pre-Escolar”
11.15 a 11.45 am: Ponencia de un grupo de jóvenes investigadores de 2do. Año de bachillerato, Liceo de Chiguará, Mérida, sobre el yacimiento paleontológico y paleoraqueológico del Llano del Anís
2pm: Salida hacia el Llano del Anís, para visitar el yacimiento paleontológico y paleoarqueológico.
(Si se anuncia lluvia para la tarde del sábado, haremos el programa del sábado al revés: Visita del yacimiento por la mañana, ponencias por la tarde.
Fuente: Comunicación de la Dra. Jacqueline Clarac.
lunes, 20 de junio de 2011
Coro Necesita Cultura de Patrimonio
Noticia publicada en El UCABISTA 2.0 / 04 Mayo, 2011
La capital de Falcón, baluarte de la historia venezolana y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se ha deteriorado en los últimos años a causa del olvido del Estado y la desinformación de la población
Las estampas de edificios coloniales conviven entre carros novedosos, y el sol que hoy acalora a los corianos de a jean es el mismo que azotaba a las familias de antaño. Es muy fácil pasear en Coro y perderse en sus fantasmas, su pasado, su magia, mirar a los lados e imaginar, por ejemplo, a alguna Arcaya batiendo sus abanicos, el lento caminar de un sacerdote español o la presencia de un hombre bigotudo que porta una espada o que carga un baúl.
Los más de 500 años de historia de la primera ciudad europea en Venezuela la convierten en un tesoro para el país, y la mezcla de estilos arquitectónicos en el casco histórico de Coro y La Vela les valió la calificación de Patrimonio Cultural de la Humanidad. Sin embargo, la mala gestión de entidades responsables, la desinformación de la población y los azotes de la naturaleza han causado estragos en la entidad y han convertido al bastión histórico en un órgano que late herido y lucha por conservarse entre estructuras afectadas y fachadas recién pintadas.
Esta historia no es de barro
El 26 de julio 1527, el español Juan de Ampíes emprendió la fundación de la hoy capital del estado Falcón, llamada en su momento Santa Ana de Coro.
Con el tiempo, la ciudad se convirtió en un centro estratégico de comercio entre Venezuela e islas de dominio holandés. Esta dinámica social produjo la construcción de residencias cuyo estilo sería descrito como “una de las mejores muestras de arquitectura caribeña de la segunda mitad del siglo XVIII, en la cual conviven valores formales, volumétricos y espaciales de las influencias españolas con las antillano-holandesas y con las técnicas y materiales locales”, según la obra Escuchar al monumento del arquitecto Graziano Gasparini
Basado en estos preceptos y no en el mito urbano de la importancia del barro, el 9 de diciembre de 1993, en una reunión celebrada en Cartagena, Colombia, Coro y su puerto recibieron el nombramiento de Patrimonio Cultural y el Estado venezolano aceptó las condiciones de mantenimiento de un legado que desde entonces pertenece a toda la humanidad.
Las dolencias de la joya histórica
Varios expertos coinciden en que, a pesar de su belleza, la ciudad que celebró su inclusión hace diecisiete años no es la misma en la que hoy pasean corianos y turistas. Luego de la visita de una comisión de la Unesco en 2005, el casco histórico de Coro fue incluido en la lista de Patrimonios en Peligro porque “había un serio deterioro de materiales, estructuras, coherencia arquitectónica y urbana y una significativa pérdida de autenticidad e integridad (…) El sitio Patrimonio de la Humanidad no era manejado como una entidad integrada y no había plan de manejo”.
El arquitecto Nicolás Akirov, ex director del Instituto Municipal de Patrimonio en el municipio Miranda de Coro, asegura que este deterioro responde a cuatro causas principales: La mala interpretación de las ordenanzas de construcción y conservación, las intervenciones desafortunadas en construcciones de valor patrimonial, la subdivisión de viviendas para transformarlas en comercios, las fuertes lluvias y, sobre todo, la poca educación sobre el valor del patrimonio.
En relación con las ordenanzas, el director del Museo Diocesano de Coro, padre Numa Rivero, sostiene que, desde su inclusión, Coro ha necesitado un sistema de estatutos que posea “sustentación jurídica y un andamiaje más conceptual que numérico”. Expresa que por esta ausencia aparecen constantemente elementos discordantes con la estética y el estilo arquitectónico en el casco colonial de Coro, como, por ejemplo, la oleada de transformación de casas en locales comerciales.
La mezcla desafortunada de técnicas en la reconstrucción de calles y casas es también un factor controversial sobre el patrimonio, que resulta del uso del cemento en la reparación de edificios de barro. Esta situación es condenada por unos, dado el peso del material, y aplaudida por quienes sostienen que el cemento garantizaría la estabilidad de los inmuebles.
Ahora bien, la debilidad actual de las estructuras, producto de la falta de mantenimiento y del olvido de los propietarios y de la gobernación, también han dejado expuestas a estas edificaciones frente a los desastres naturales. Las lluvias de diciembre de 2010 desplomaron un aproximado de 40 casas. Gasparini atribuye estas caídas a la poca tendencia a aprender del pasado: “Esto ya había ocurrido en 1999, con aquellas lluvias cayeron casi 60 casas”.
Llegado a este punto, surge que una de las principales condiciones que han influido en el deterioro de Coro y su puerto es la falta de sentido de pertenencia de los propios residentes.
En un intento de analizar los motivos por los cuales el propio pueblo parece olvidar la valía del patrimonio, Akirov reflexiona: “A veces los propietarios se sienten disminuidos por residir en estas casas coloniales, se sienten atrasados en la tecnología. Además, remodelan sin pensar que ese, que es su hogar, tiene un valor universal”.
Tras la situación crítica de diciembre, el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC) ha vuelto su mirada hacia Coro, y la población espera ansiosa el surgimiento de proyectos exitosos en la reconstrucción de esta joya cultural de la historia venezolana.
Una visión de contraste
Entre el 17 y el 21 de febrero arribó al país una comisión de la Unesco que monitoreó el estado del patrimonio. La página web del Instituto de Patrimonio Cultural informa que Luis Fernando Guerrero, delegado del organismo internacional, declaró: “Es sorprendente ver el buen estado en que se encuentran las calles, las casas, las estructuras, pero sobre todo la organización comunitaria”.
María Gabriela Fernández B.
La capital de Falcón, baluarte de la historia venezolana y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se ha deteriorado en los últimos años a causa del olvido del Estado y la desinformación de la población
Las estampas de edificios coloniales conviven entre carros novedosos, y el sol que hoy acalora a los corianos de a jean es el mismo que azotaba a las familias de antaño. Es muy fácil pasear en Coro y perderse en sus fantasmas, su pasado, su magia, mirar a los lados e imaginar, por ejemplo, a alguna Arcaya batiendo sus abanicos, el lento caminar de un sacerdote español o la presencia de un hombre bigotudo que porta una espada o que carga un baúl.
Los más de 500 años de historia de la primera ciudad europea en Venezuela la convierten en un tesoro para el país, y la mezcla de estilos arquitectónicos en el casco histórico de Coro y La Vela les valió la calificación de Patrimonio Cultural de la Humanidad. Sin embargo, la mala gestión de entidades responsables, la desinformación de la población y los azotes de la naturaleza han causado estragos en la entidad y han convertido al bastión histórico en un órgano que late herido y lucha por conservarse entre estructuras afectadas y fachadas recién pintadas.
Esta historia no es de barro
El 26 de julio 1527, el español Juan de Ampíes emprendió la fundación de la hoy capital del estado Falcón, llamada en su momento Santa Ana de Coro.
Con el tiempo, la ciudad se convirtió en un centro estratégico de comercio entre Venezuela e islas de dominio holandés. Esta dinámica social produjo la construcción de residencias cuyo estilo sería descrito como “una de las mejores muestras de arquitectura caribeña de la segunda mitad del siglo XVIII, en la cual conviven valores formales, volumétricos y espaciales de las influencias españolas con las antillano-holandesas y con las técnicas y materiales locales”, según la obra Escuchar al monumento del arquitecto Graziano Gasparini
Basado en estos preceptos y no en el mito urbano de la importancia del barro, el 9 de diciembre de 1993, en una reunión celebrada en Cartagena, Colombia, Coro y su puerto recibieron el nombramiento de Patrimonio Cultural y el Estado venezolano aceptó las condiciones de mantenimiento de un legado que desde entonces pertenece a toda la humanidad.
Las dolencias de la joya histórica
Varios expertos coinciden en que, a pesar de su belleza, la ciudad que celebró su inclusión hace diecisiete años no es la misma en la que hoy pasean corianos y turistas. Luego de la visita de una comisión de la Unesco en 2005, el casco histórico de Coro fue incluido en la lista de Patrimonios en Peligro porque “había un serio deterioro de materiales, estructuras, coherencia arquitectónica y urbana y una significativa pérdida de autenticidad e integridad (…) El sitio Patrimonio de la Humanidad no era manejado como una entidad integrada y no había plan de manejo”.
El arquitecto Nicolás Akirov, ex director del Instituto Municipal de Patrimonio en el municipio Miranda de Coro, asegura que este deterioro responde a cuatro causas principales: La mala interpretación de las ordenanzas de construcción y conservación, las intervenciones desafortunadas en construcciones de valor patrimonial, la subdivisión de viviendas para transformarlas en comercios, las fuertes lluvias y, sobre todo, la poca educación sobre el valor del patrimonio.
En relación con las ordenanzas, el director del Museo Diocesano de Coro, padre Numa Rivero, sostiene que, desde su inclusión, Coro ha necesitado un sistema de estatutos que posea “sustentación jurídica y un andamiaje más conceptual que numérico”. Expresa que por esta ausencia aparecen constantemente elementos discordantes con la estética y el estilo arquitectónico en el casco colonial de Coro, como, por ejemplo, la oleada de transformación de casas en locales comerciales.
La mezcla desafortunada de técnicas en la reconstrucción de calles y casas es también un factor controversial sobre el patrimonio, que resulta del uso del cemento en la reparación de edificios de barro. Esta situación es condenada por unos, dado el peso del material, y aplaudida por quienes sostienen que el cemento garantizaría la estabilidad de los inmuebles.
Ahora bien, la debilidad actual de las estructuras, producto de la falta de mantenimiento y del olvido de los propietarios y de la gobernación, también han dejado expuestas a estas edificaciones frente a los desastres naturales. Las lluvias de diciembre de 2010 desplomaron un aproximado de 40 casas. Gasparini atribuye estas caídas a la poca tendencia a aprender del pasado: “Esto ya había ocurrido en 1999, con aquellas lluvias cayeron casi 60 casas”.
Llegado a este punto, surge que una de las principales condiciones que han influido en el deterioro de Coro y su puerto es la falta de sentido de pertenencia de los propios residentes.
En un intento de analizar los motivos por los cuales el propio pueblo parece olvidar la valía del patrimonio, Akirov reflexiona: “A veces los propietarios se sienten disminuidos por residir en estas casas coloniales, se sienten atrasados en la tecnología. Además, remodelan sin pensar que ese, que es su hogar, tiene un valor universal”.
Tras la situación crítica de diciembre, el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC) ha vuelto su mirada hacia Coro, y la población espera ansiosa el surgimiento de proyectos exitosos en la reconstrucción de esta joya cultural de la historia venezolana.
Una visión de contraste
Entre el 17 y el 21 de febrero arribó al país una comisión de la Unesco que monitoreó el estado del patrimonio. La página web del Instituto de Patrimonio Cultural informa que Luis Fernando Guerrero, delegado del organismo internacional, declaró: “Es sorprendente ver el buen estado en que se encuentran las calles, las casas, las estructuras, pero sobre todo la organización comunitaria”.
María Gabriela Fernández B.
Manaure en Todariquiba.I.
En el geografía falconiana florecen los topónimos indígenas: Judibana, Adícora, Mitare, Guaibacoa, Capatárida, Cabure, Murucusa, Quitaragua, Jacura, Taratara, Taimataima, Carayapa, Misaray. Otras voces indígenas se mueven en las aletas, las patas y las alas de los animales: cacuro, guasarapo, cazón, corobu, danta, jaguar, zamuro, chuchuve, guacoa, tuqueque, visure. Otras voces susurran en el follaje de las plantas y amenazan desde sus espinas y seducen desde el aroma de sus flores y el azúcar de sus frutos: guasábara, cují, yabo, guay, cotoperí, dato, araguaney, cajuaro, maguey, dividive, buche. Y otras voces amerindias nos hablan desde el cauce del tiempo: Manaure, Diao, Curiana, Bacoa, Todariquiba.
Leemos en el Diccionario de Historia de Venezuela (Tomo III): “Vivía [Manaure] en un poblado grande llamado Todariquiba situado posiblemente en las cercanías de la actual Sabaneta, a orillas del río Mitare, de donde se trasladó a Coro a partir de su fundación [1527], por lo que recibió el nombre de Pueblo Viejo.” La verdad es que no se sabe a ciencia cierta dónde estaba Todariquiba; arqueólogos e investigadores como J. M. Cruxent, Octavio R. Petit, Rafael Sánchez, Nelson Matheus, Adrián Hernández Baño, José Manuel Trujillo, la han buscado en documentos coloniales y en fatigosas jornadas de trabajo de campo. Mejor suerte han tenido los pintores y los poetas quienes la han dibujado y cantado llevados por el instinto telúrico de su sola fantasía y así han llegado a esa Utopía que es Todariquiba.
En un documento dirigido a la Audiencia de Santo Domingo, fechado el 6 de octubre de 1533, Antonio de Naveros y Alonso Vásquez de Acuña, vecinos españoles asentados en Santa Ana de Coro, declaran al Rey: “Un cacique que llaman Don Martín en cristiano y Manaure en su lengua de caquetío que es el más principal indio que se ha a hallado en lo que hasta aquí se ha descubierto en esta provincia, de lo que al presente tenemos noticias es cacique de esta comarca a quien obedecían caciques y principales y todos los indios caquetíos de sesenta leguas alrededor de este pueblo residía y tenía su asiento una legua de esta cuidad [Santa Ana de Coro] en un pueblo que se llama Todariquiba.” Según reza el mismo documento, hacia 1531 o 1532, Manaure es llevado por los caquetíos lejos de los desmanes de los europeos invasores para adentrarse desde entonces en la geografía mítica y en la leyenda.
¿Qué patrón arqueológico debe tener un yacimiento para que pueda ser reconocido como la ancestral Todariquiba? Los documentos históricos nos revelan que era un prospero asentamiento indígena para el siglo XVI; según estos mismo documentos, debe estar en un perímetro de una legua española dentro de un círculo cuyo centro es la Santa Ana de Coro de la época en que escriben Naveros y Vásquez de Acuña a la Audiencia de Santo Domingo. Literalmente, estar tapizada de fragmentos de cerámica indígena, como que era el asiento del poder de cuanto menos “sesenta leguas alrededor” y, el rasgo más característico, ha de mostrar una secuencia estratigráfica del yacimiento determinada por un floreciente estilo Dabajuroide bruscamente interrumpido en un estrato donde se conjuga cerámica indígena con mayólica europea; y dado que el poblado fue abandonado hacia 1532 o 1533, la cerámica ulterior del período Indo-Hispáno ha de ser menos frecuente.
Octavio R. Petit creyó encontrar la ancestral Todariquiba hacia los Médanos de Coro, donde hoy está la Plaza de la Madre; Hernández Baño la supuso hacia los lados de Sabaneta. Pero hay una dificultad: ambos yacimientos se comportan tal y como debiese hacerlo Todariquiba por lo que conocemos a partir de los documentos históricos y por el patrón arqueológico que hemos descrito antes. Y como bien apuntan Cruxent y Rouse en Arqueología Venezolana: “Sin lugar a dudas, la serie Dabajuroide ocupa la máxima extensión, tanto en el espacio como en el tiempo, de todas las series venezolanas:” La serie perduró durante cuatro milenios, originándose hacia el 2.820 a.C., desde los inicios de la época Meso-India, extendiéndose a través de toda la época Neo-India y perduró hasta los tiempos Indo-Hispánicos. Entre sus puntos más distantes, el área de San Cristóbal en Los Andes venezolanos y la isla de Margarita en el área de Porlamar, la serie Dabajuroide cubre una distancia aproximada de 1.300 kilómetros siguiendo la línea de la costa.
Mgs. Sc. Camilo Morón
Profesor UNEFM
Manaure en Todariquiba. II.
De la prestancia y poderío del Diao Manaure dan magnifica cuenta los viajeros, los cronistas y ese cantor de gesta de la Conquista que fue Juan de Castellanos. La memoria colectiva recoge el nombre de Manaure y lo extiende en la geografía del Caribe, Venezuela y Colombia. Pero, a decir verdad, tras su nombre se oculta un enigma. Hacia 1944, escribe Gilberto Antolínez: “¿Encierra la palabra Manaure un denso sentido? Ahora lo veremos. Podemos descomponerla en las siguientes raíces: 1) Ma: grande, elevado; 2) Na: propuesto; 3) Hu: alto, elevado; 4) Ra: rito; en síntesis: el que ha sido propuesto al alto rito. Habría otra manera que sería la siguiente: 1) Ma: grande; 2) Na: propuesto; 3) Hu: elevado, alto; 4) Ra: procedencia; o sea: propuesto por su alta procedencia. En realidad lo que la historia nos dice de Manaure concierta con estas significaciones.” De modo que Manaure viene a ser “el jefe Supremo de los Sacerdotes y Médicos-Magos”.
¿Qué nos dicen las palabras indígenas de la morada de Manaure? El topónimo Todariquiba podemos analizarlo en virtud a lo que conocemos del idioma caquetío: Cuiba, Cuiva o Kiba, según Pedro Manuel Arcaya, quien consigna una tradición paraguanera, significa Piedra. Así Yabuquiba sería yabo en piedra o yabal pedregoso; Jadacaquiva: jajato en piedra o jajato pedregoso; en ambos topónimos la primera parte nombra plantas xerófitas. Las Aguas Termales de la Cuiba o Aguas Termales de la Kiba –Aguas Termales de la Piedra– sería topónimo que describe muy ajustadamente la naturaleza calcárea de la fuente de la que manan estas aguas. Recuerda Arcaya que Ciba, según el Padre las Casas –lo mismo consigna Arístides Rojas en Estudios Indígenas– significaba Piedra en la lengua de los indígenas de La Española, de donde Cibao equivale a pedregal. En Coro quedó la tradición, consignada por Arcaya, de que en el desaparecido idioma caquetío, la terminación bacoa, agregada, como generalmente se encuentra a nombres indígenas de árboles y frutos para formar nombres de lugares, indicaba el grosor, el gran tamaño, la abundancia, de las frutas que el lugar producía el referido árbol o el gran número de éste. Frecuentemente la encontramos en el occidente de Venezuela: Coquibacoa, Buchivacoa, Datobacoa, Guaibacoa, Cusubacoa, Tutubacoa, Guambacoa. Buchibacoa: lugar abundante en buches, o lugar de gruesos buches; Datobacoa: lugar abundante en datos –fruto del cardón–, o lugar de grandes datos; Cusubacoa: sitio abundante en cusucas –fruta silvestre–; Guaibacoa: lugar abundante o de frondosos guays: –Ceiba (Bombax sp). Coquibacoa: la considera Arcaya palabra derivada de Quiquibacoa o Chichivacoa, como se escribió en la Crónicas, y significa lugar abundante en guamachos (nombre dado a varios árboles del género Pereskia, fam. de las cactáceas); o bien sitio abundante en dividives (Caesalpinia coriaria), según veamos en chichi la palabra wayuu siichi (guamacho) o el vocablo del mismo dialecto, ichi (dividive).15 Así, Todariquiba sería topónimo indígena formado a la manera de voces como Guaibacoa o Jadacaquiva, donde el radical “quiba” significa “piedra” o “pedregal” y la voz “todari” podría haber nombrado una planta o un recurso característico del lugar, como es frecuente en varios topónimos indígenas en las lenguas aglutinantes.
Mgs. Sc. Camilo Morón
Profesor UNEFM
Manaure en Todariquiba. III.
La historia es un espejo humeante y un telar mágico. Un espejo que devuelve la mirada de nuestros rostros en el cauce del tiempo; un espejo en el que las miradas –interpretaciones, lecturas, enfoques, filosofías de la historia– labran esos mismos rostros; en este espejo las miradas son agentes que modelan aquello que ven. La historia es un telar colorido y sonoro en el que se entrecruzan las innúmeras vidas de mujeres y de hombres que alguna vez han sido, son y serán; infinitos hilos que se entrelazan en el tiempo, la geografía, el clima, la mudable escena social, la abundancia o la escasez, la pugna de las ideas encarnadas en los seres y en las instituciones, aquello que es recordado y aquello que es olvidado…La historia es un telar colorido y sonoro de ideas, pasiones, sensaciones y palabras.
En Las Elegías de Varones Ilustres de Indias, Juan de Castellanos nos ofrece un retrato moral de primera mano de Manaure y de su poder:
“Fue Manaure varón de gran momento,
De claro y sagaz entendimiento.
Tuvo con españoles obras blandas
Palabras bien medidas y ordenadas;
En todas sus conquistas y demandas
Temblaban del las gentes alteradas;
Hacíase llevar en unas andas
Con chapas de oro bien aderezadas,
Y el amistad y la paz después de hecha
La tuvo con cristianos muy estrecha.”
La musa hispánica de Castellanos prosigue haciéndonos ver las virtudes caquetías que tan buena impronta causaron a quienes le conocieron o de él oyeron, y de que usaba el poder con moderación y criterio dan fe estos versos:
“Usaba de real magnificencia,
Sin se le conocer parecer vario,
A sanos y á subyectos á dolencia
Siempre les proveyó lo necesario:
De tal manera, que sin advertencia
Se hizo poco a poco tributario;
Pero jamás desgusto ni molestia
Pudieron perturbarle su modestia.”
“Nunca vido virtud que no loase,
Ni pecado que no lo corrigiese;
Jamás palabra dio que la quebrase,
Ni cosa prometió que no cumpliese;
Y en cualquier lugar que se hallase
Ninguno le pidió que no le diese;
En su mirar, hablar, y en su manera,
Representaba bien aquello que era.”
Nota digna de memoria, según informe verbal hecho a Arcaya en 1905, por Guillermo Cuartín, referido a algunas palabras y expresiones de los indios de Mitare, es la frase de saludo que era así: El que llegaba decía: “Jacamba Judan”. Es decir: ¿Cómo está Usted? Y el saludado respondía: “Judan de cuteo”. Esto es: “Para servir a Usted”. Según Esteban Acosta, en informe verbal hecho Arcaya, contemporáneo del anterior, refiriéndose a una anciana de Mitare que recordaba frases del ancestral idioma, la salutación sería ligeramente diferente: “¿Cachamba cudanga?” –decía el que llegaba. A lo que el saludado respondía: “Cudan de cute”: Para servir a Usted. Saludo pleno de cortesía y de nobles formas a la usanza de las virtudes caquetías celebradas por Juan de Castellanos en las Elegías.
Mgs. Sc. Camilo Morón
Profesor UNEFM
Canis Dirus: El Lobo Terrible de Falcón.
Noticia publicada el 18 /06/ 2011. Cuidad CCS.
Quienes deseen conocer cómo fue el lobo más grande que existió hace unos 12 mil años en el continente americano, pueden apreciar una réplica en el Instituto del Patrimonio Cultural (IPC), ubicado en la avenida Principal de Caño Amarillo. Esta representación forma parte de la muestra Paleoarte: Lobo Terrible de Muaco, (Estado Falcón), la cual fue inaugurada ayer en la mañana.
La obra estuvo a cargo del taxidermista (arte y técnica de disecar animales para conservarlos con apariencia de vivos), Ernesto Pannier. Al respecto, comentó que a partir del cráneo del lobo que se halló en la localidad de Muaco, municipio Colina del estado Falcón, hace unos 50 años, el IPC planteó representarlo en tercera dimensión en forma de escultura.
Este trabajo le llevó a Pannier casi un año, debido a que tuvo que realizar primero un proceso de investigación sobre el mamífero, a fin de conocer lo más fiel posible su apariencia física. Para ello, visitó y fotografió el fósil original que reposa en el Museo Geológico José Arroyo y Gómez de la Universidad Central de Venezuela. Las dimensiones del animal las obtuvo por referencia de otros Lobos Terribles que existieron en Estados Unidos.
PIEZAS ÚNICAS
En el IPC, el público podrá disfrutar de la réplica de un lobo macho, uno hembra y de su cráneo. El taxidermista señaló que estas piezas fueron hechas mediante la expresión artística del Paleoarte, la cual permite reconstruir animales prehistóricos a través de técnicas como la ilustración o la escultura.
“Todavía falta mostrar una macrauquenia, presa del Lobo Terrible. También exhibiremos otra imagen de este último mamífero. Esto esperamos presentarlo en los próximos meses”, dijo Pannier.
Por su parte, el presidente del IPC, Héctor Torres, indicó que este tipo de trabajos se puede desarrollar en Venezuela, “porque contamos con científicos y artistas calificados para reproducir animales a partir de evidencias fósiles, esto nos hace soberanos”, expresó.
Mamífero viajero
El Canis Dirus o Lobo Terrible, cuya réplica se puede apreciar en el Instituto del Patrimonio Cultural, pertenece a la familia de los perros o lobos. Dentro de esta especie, que ya se extinguió, éste es el más grande que ha existido. Según especialistas en la paleontología, este tipo de mamífero vivió hace unos 12 mil años en el norte del estado Falcón. Se conoce que midió, aproximadamente, 1.5 metros y pesó entre 70 y 90 kilogramos.
El Lobo Terrible fue descubierto en 1854 por Francis Link y fue descrito por Josep Leidy en 1858. Dicha especie se extendió en Norteamérica y se prevé que viajó de Canadá hasta Bolivia y de allí pasó a otros países de Suramérica como México.
Entre las características del lobo se tiene que éste tenía una cabeza larga y ancha, un cerebro pequeño, dientes gruesos y fuertes. El hallazgo de estas partes le permitió a los paleontólogos deducir que trituraban huesos tal y como lo hacen las hienas. Este hecho se reforzó al observarse el desgaste de sus dientes.
Yosvelin Saavedra
domingo, 19 de junio de 2011
Se desplomaron 69 casas patrimoniales en Coro
Noticia publicada el 17 de enero de 2011
Se agota el tiempo para recuperar las zonas patrimoniales de Coro y La Vela tras la advertencia de la Unesco de colocarlo en la lista de acervos en peligro desde el año 2005.
Merlín Rodríguez, directora local del Instituto de Patrimonio Cultural (IPC) detalla la gravedad de la situación: Se desplomaron 69 casas, ocho de ellas en la llamada zona Unesco, 31 en el área de valor histórico y artístico y 29 en el lugar de la arquitectura controlada; y una fuera de estos perímetros. “La mayoría de estas edificaciones están en estado de abandono”, apunta la funcionaria.
Sigue el balance: “Hay 341 inmuebles afectados por los aguaceros de noviembre del año pasado, en el área protegida por el IPC. La mayor cantidad de casas están en la zona de resguardo, de estas se atienden 143. Además tenemos un Monumento Nacional en cuidado, la Casa del Sol”.
“Si no entendemos que Coro es la ciudad de barro del Caribe, con casi 500 años y le echamos cemento a todo y hacemos un patillaje, vamos a perder tan distinguido nombramiento que nos otorgó la Unesco el 9 de diciembre de 1993 y por ende, esa riqueza patrimonial”, reflexiona Merlín Rodríguez.
Se agota el tiempo para recuperar las zonas patrimoniales de Coro y La Vela tras la advertencia de la Unesco de colocarlo en la lista de acervos en peligro desde el año 2005.
Merlín Rodríguez, directora local del Instituto de Patrimonio Cultural (IPC) detalla la gravedad de la situación: Se desplomaron 69 casas, ocho de ellas en la llamada zona Unesco, 31 en el área de valor histórico y artístico y 29 en el lugar de la arquitectura controlada; y una fuera de estos perímetros. “La mayoría de estas edificaciones están en estado de abandono”, apunta la funcionaria.
Sigue el balance: “Hay 341 inmuebles afectados por los aguaceros de noviembre del año pasado, en el área protegida por el IPC. La mayor cantidad de casas están en la zona de resguardo, de estas se atienden 143. Además tenemos un Monumento Nacional en cuidado, la Casa del Sol”.
“Si no entendemos que Coro es la ciudad de barro del Caribe, con casi 500 años y le echamos cemento a todo y hacemos un patillaje, vamos a perder tan distinguido nombramiento que nos otorgó la Unesco el 9 de diciembre de 1993 y por ende, esa riqueza patrimonial”, reflexiona Merlín Rodríguez.
J. M. Cruxent, Arqueólogo de la Tierra de Gracia. (Trazo de una Vida Generosa)
“Todo producto elaborado a mano por el hombre está impregnado de espíritu y tiene alma.”
J. M. Cruxent.
Una definición de Diccionario nos dice que exploración es la “acción y efecto de reconocer, examinar o registrar una cosa o un lugar” y que explorar es “reconocer o averiguar con diligencia una cosa.” J. M. Cruxent ha sido por antonomasia el explorador moderno de Venezuela, comarca terrena que Colón llamó en una de sus cartas “Tierra de Gracia”. La exploró en la geografía y en el tiempo, en la memoria de los objetos y en la memoria de las tradiciones. El periodista y ameno divulgador de la ciencia Arístides Bastidas nos legó esta estampa de primera mano en que se mezclan a partes iguales el humor, la ironía y la ternura: “Se le empieza a ver unos zapatos viejos y sucios, más arriba unos pantalones mugrientos y rotos; igual el saco si acaso lo lleva, y hasta allí es una suerte de caletero o espantapájaros, pero al llegar al rostro se siente un cambio vibrante; primero se asoma su sonrisa y después sus ojos verdes llenos de ternura.” Cuenta la leyenda que: “A los seis años [Cruxent] utilizaba la mesada que le entregaba su padre para visitar antiguas ruinas y conventos medievales y recorrer tierras cercanas a Barcelona, donde recogía tiestos mayólicos para coleccionarlos. El amor por el vestigio se arraiga en él indetenible, inevitable. Era su destino.”
Cruxent fue director del Museo de Ciencias desde 1948 hasta 1962, incorporando ejemplares colectados en investigaciones de campo a las colecciones de antropología física (la colección más numerosa: 45.000 entradas), arqueología (una de las colecciones más numerosa del Museo: 33.300 piezas), etnografía, herpetología, ictiología, mineralogía, teriología (ciencia que estudia los mamíferos) y paleontologia. Fue uno de los fundadores de la Escuela de Antropología y Sociología de la Universidad Central de Venezuela (UCV). La primera promoción lleva su nombre como testimonio del ascendiente de Cruxent en la formación de los jóvenes profesionales de las disciplinas humanísticas en Venezuela. Fundador y profesor de la Cátedra de Arqueología en la Escuela de Antropología y Sociología de la UCV en las materias de Introducción a la Arqueología y Arqueología de Venezuela, cargo que desempeñó hasta 1960. En 1959, por iniciativa del Doctor Marcel Roche, funda el Departamento de Antropología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC). En 1981 funda el Museo de Cerámica Histórica y Loza Popular de la UNEFM, Coro, y conjuntamente con Claudio Ochsenius crea el Centro de Investigaciones Antropológicas, Arqueológicas y Paleontológicas (CIAAP).
En 1950 Cruxent realiza una expedición a África en compañía del rey Leopoldo de Bélgica. Allí forma una colección de arte africano que en buena parte hoy forma parte de la colección etnológica del Museo de Ciencias. Participa en la legendaria expedición franco-venezolana a las cabeceras del río Orinoco. Formó parte del “Grupo de Avanzada” que exitosamente llegó a las fuentes del Orinoco el 27 de noviembre de 1951. Los resultados de esta expedición son relevantes: en primer lugar, se logró determinar con exactitud la frontera entre Venezuela y Brasil. En segundo, se hicieron importantes aportes al conocimiento de la geografía, la cartografía, la etnología, la arqueología, la botánica, la zoología y la mineralogía. La expedición incorporó cuatro mil kilómetros cuadrados al territorio nacional. No hubo rincón de la geografía nacional que Cruxent no recorriese en sus andariegas investigaciones.
J. M. Cruxent es considerado como el fundador de los estudios científicos sistemáticos de la Arqueología en Venezuela. Autor de obras capitales como Arqueología Cronológica de Venezuela (1958), Arqueología Venezolana (1963), en coautoría con Irving Rouse, arqueólogo de la Universidad de Yale, Arte Prehispánico de Venezuela (1971), en coautoría con Sagrario Pérez Soto y Miguel Arroyo, An El Jobo Mastodon Kill at Taima-Taima, Venezuela (Science, 1978), en coautoría con A. Bryan, C. Ochsenius y R. Casamiquela, Loza Popular Falconiana (1988), en coautoría con E. Durán y Nelson Matheus y Cerámología. Notas (1980), uno de los primeros libros publicados por la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda Francisco de Miranda. La obra publicada por Cruxent supera ampliamente los doscientos títulos, ya fuese en revistas internacionales especializadas, artículos en revistas científicas nacionales, escritos y entrevistas de divulgación de la ciencia en la prensa nacional y regional.
En 1976 se le otorga la Medalla de Investigador Emérito del IVIC, en 1981 la Medalla Académica del Centro de Estudios Avanzados del IVIC, en 1982 el Diploma de Reconocimiento de la Asociación Venezolana de Arqueología (AVA) en la ciudad de Coro, en 1987 el Premio Nacional de Ciencia, dedicando el Premio al Estado Falcón como un generoso reconocimiento a la tierra que tanto le había brindado: “En mi carrera, la mayor satisfacción la he encontrado en los años de mis investigaciones en territorio falconiano. Me he hecho en Falcón. Se lo debo a esta tierra. Verdaderamente, porque yo soy un provinciano y por retrueque el Premio pertenece a Falcón, a su Universidad y a los coriano.” Para el jurado calificador del Premio Nacional de Ciencias de 1987, la contribución del profesor José María Cruxent se consolida en «una amplia y constante trayectoria de científico, investigador y docente; sus contribuciones en el ámbito de la Arqueología y de la Antropología; por la continuidad del esfuerzo creador en el marco de las Ciencias Sociales y Humanísticas; por su contribución pionera en la en la creación de instituciones científicas de investigación y docencia; por su presencia generosa en la formación de varias generaciones de científicos e investigadores y por el amplio esfuerzo de integrar conocimientos provenientes de distintas ramas de la ciencia.» Cuando Cruxent cumplió 90 años la UNEFM le otorgó el Doctorado Honoris Causa por su destacada labor científica y docente.
Cruxent formó parte de la vanguardia artística latinoamericana de los años 1960 y 1970, siendo uno de los exponentes del Informalismo Abstracto en Venezuela y fusionando técnica y arte en un lenguaje plástico propio denominado por el crítico de arte Frank Popper con el nombre de Paracinetismo, propuesta estética donde la geometría adquiere una nueva dimensión en virtud de incorporar la electricidad y el movimiento al arte. Cruxent fue miembro del célebre “Techo de la Ballena” (1961 -1969), movimiento cultural que respondió a las contradicciones de la sociedad venezolana de la época, desde la vanguardia y el arte como desafío al orden político y estético establecido. En 1970 participa en la exposición colectiva “Presencia 70” en el Museo de Bellas Artes y en el Ateneo de Caracas en compañía de artista como Humberto Jaimes y Oswaldo Vigas, entre otros nombres destacados.
Mi propia impresión de Cruxent parte de la investigación académica al sentimiento. Desde una entrevista que fraguamos juntos una tarde de verano, allá por el año 2000, hasta unas pocas semanas víspera de su muerte. Durante esos años, conversamos sobre museos, la investigación arqueológica de campo, sobre ese misterio universal que llamamos mujer, sobre la independencia cultural y económica de los pueblos de América. Días antes de su 94 cumpleaños lo visité, brindamos con “Pipi-Cola”, como Cruxent le decía a una afamada bebida gaseosa. Leí al maestro dos artículos que había escrito sobre él para la ocasión, publicados en la prensa regional. Sus verdes ojos viajeros se nublaron un instante. Hablamos de Cataluña y de la muerte. Supe por instinto que esa era la última vez que nos veríamos. Lo que no pude adivinar entonces sería el nacimiento de un compromiso, que maduraría con el tiempo, con la obra de un hombre excepcional y con la memoria ancestral del hombre americano. Puedo aquí hacer mías unas palabras de Cruxent: “Yo no escogí, me escogieron.” Es como una suerte de sensación del destino que sólo podemos percibir a nivel de la intuición poética, filosófica y vital.
Amalivaca, Dios Creador en la cosmogonía de los indígenas Tamanacos, grabó los petroglifos o Tepumereme (piedras pintadas) en los tiempos míticos de las Grandes Aguas, cuando los antepasados de los Tamanacos navegaban en canoas hechas de un sólo tronco selvático sobre las aguas de Kata Manoa (la Gran Laguna). Esto lo contaron los Tamanacos primero a sus hijos y sus nietos, luego al sacerdote Salvatore Gillig y, finalmente, al explorador Alejandro von Humboldt. Esto dijeron los Tamanacos enigmáticamente sonreídos.
A comienzos del siglo XXI, Cruxent, quien escribiese más de 20 artículos sobre el tema del Arte Rupestre entre 1946 (Pinturas Rupestres de El Carmen, en el río Parguaza, Estado Bolívar, Venezuela) y 1971 (Apuntes sobre Arqueología Venezolana), concentrando su producción escrita hacia la primera mitad de la década del 60 (Litoglifo de La piedra de Los Delgaditos, Litoglifos de El Carmen, Litoglifos de Guatire, Litoglifos de Petaquire, Litoglifos de Barutaima, Litoglifo de Barrancón, Litoglifos en el Alto Ventuari), nos dice, sencillamente y enigmáticamente, que estos símbolos originarios responden a “la necesidad universal que tienen los hombres de expresarse”. Esto nos lo dijo una tarde ya distante y desdibujada de enero de 2000. Significativamente, la obra artística de J. M. Cruxent despunta por aquellos años 60 cuando brota la escritura y la investigación de campo sobre el arte primevo americano. La voz Geoglifo es otro aporte de Cruxent al lenguaje sobre las piedras pintadas, la acuñó a finales de la década de los 40, frente al símbolo monumental excavado en las laderas de la Fila de la Olivita, estado Carabobo, Venezuela. Para los investigadores aquella manifestación dibujada en la tierra resultaba una experiencia tan novedosa que hasta la palabra para nombrarla fue menester crearla. Desde luego, los lugareños conocían aquella forma desde siempre y la llamaban ¨la rueda del indio”, de manera semejante a los campesinos y pescadores de toda Venezuela quienes llaman a los litoglifos y pictografías con los nombres de letreros, calendarios, santos, vírgenes, piedras escritas, piedras pintadas. Las palabras acuñadas en las academias también son legión: petrosimbolos, litoglifos, petroglifos, pictografías, arte parietal, arte rupestre. Es como un juego de reflejos en los espejos de la palabra.
En un texto titulado Signo y Símbolo, nos dice Cruxent: “… Arte rupestre es el término con el cual se identifican todos aquellos grabados o pinturas hechos sobre las rocas en tiempo pasado. La pintura rupestre ha expresado desde tiempos remotos, la necesidad de hacer abstracciones, síntesis e idealizaciones que son el reflejo de ideas, credos de la vida intelectual y cultural de nuestros aborígenes, quienes consagraron algunos espacios a la posibilidad cierta de entrar en conexión profunda con la creación”.
Asombran, abisman las correspondencias que encontramos entre los motivos de los litoglifos y las búsquedas del arte moderno. Pensemos, verbigracia, en la obra de J. M. Cruxent, Oswaldo Vigas, Mateo Manaure y Joan Miró. Hay animales, estrellas, plantas, elementos humanos: cabezas, manos, senos, sexos. Incluso la manera en que estos elementos son tratados en los litoglifos y en el arte moderno evocan el esquematismo, la pronta linealidad de representaciones entrevistas en el sueño o en el ritual shamánico. Los litoglifos son un puente entre la sensibilidad primera indígena y la plástica de las vanguardias, suerte de vasos comunicantes. Fueron necesarios las conquistas, los excesos, los atrevimientos del arte moderno para educar nuestros ojos y poder ver la belleza del arte antiguo, abrir el cerebro a su mensaje cifrado. A través de la mano del artista, del científico, del pueblo torna a pintar Amalivaca.
Cualquiera de las valiosas contribuciones de J. M. Cruxent en los campos de la docencia, la investigación, la exploración y el arte le hubiesen garantizado un lugar de honor en la historia de la cultura venezolana. Para decirlo en palabras de Cruxent: “En Venezuela me abren las puertas, me abren el corazón. Aquí encuentro lo que vine a buscar, porque vine como un inmigrante español que huía de la dictadura de Franco. Por todo eso yo le prometí a Venezuela darle su prehistoria, porque no la tenía, lo que había aquí sobre este tópico era muy poco. Venezuela me dio vida, me dio ilusión, ganas de vivir. Yo creí necesario cumplir con un deber, dar lo poco que sabía, yo venía a eso… Y cumplí.” Recordemos las palabras verdaderas del Jefe Seattle: “En la noche, cuando las calles de sus ciudades y pueblos estén silenciosas y ustedes crean que están desiertas, ellas estarán colmadas con los huéspedes que regresan y que una vez las llenaban y que todavía aman esta hermosa tierra. El hombre blanco nuca estará solo. Que él sea justo y trate amablemente a mi gente, porque los muertos no son impotentes.”
Mgs. Sc. Camilo Morón
Bibliohemerografía
Milagros Socorro y María Matilde Suárez: “Hay que Afrontar las Muchas Consecuencias de la Verdad.”. Entrevista a J. M. Cruxent. Revista Bigott, Nº 43. Caracas, Jul. –Ago. – Sept. 1997.
Sofía Imber, María luz Cárdenas, Adolfo Wilson et all: Homenaje a Cruxent. Siglo XXI: El Hombre, Cultura y Desafíos. Museo de Arte Coro, Santa Ana de Coro, 1992.
Camilo Morón: Piedras Vivas en Falcón. Universidad de Los Andes / Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda, Mérida, 2007.
Camilo Morón: Honor a Quien Honor Merece. Vértigo, Nº 1, Universidad de los Andes, Mérida, Jun. –Jul. – Ago. 2000.
Marcel Roche: Homenaje a Cruxent. Siglo XXI: El Hombre, Cultura y Desafíos. Museo de Arte Coro, Santa Ana de Coro, 1992.
Juan Calzadilla: El Salón Oficial y las Vanguardias. Revista Nacional de la Cultura, Caracas, Mar. - Jun. 1962.
René Lichy: Ya-Kú. Monte Ávila Editores, Caracas, 1982.
J. M. Cruxent e Irving Rouse: Arqueología Cronológica de Venezuela. Volumen I, Ernesto Armitano Editor, Caracas, 1982.
J. M. Cruxent et all: Loza Popular Falconiana. Armitano Editor, Caracas, 1988.
J. M. Cruxent e Irving Rouse: Arqueología de Venezuela. Yale University Press, New Haven y Londres, 1963.
J. M. Cruxent et all: Arte Prehispánico de Venezuela. Fundación Eugenio Mendoza, Caracas, 1971.
J. M. Cruxent: Notas-Ceramología. Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda, Coro, 1980.
J. M. Cruxent.
Una definición de Diccionario nos dice que exploración es la “acción y efecto de reconocer, examinar o registrar una cosa o un lugar” y que explorar es “reconocer o averiguar con diligencia una cosa.” J. M. Cruxent ha sido por antonomasia el explorador moderno de Venezuela, comarca terrena que Colón llamó en una de sus cartas “Tierra de Gracia”. La exploró en la geografía y en el tiempo, en la memoria de los objetos y en la memoria de las tradiciones. El periodista y ameno divulgador de la ciencia Arístides Bastidas nos legó esta estampa de primera mano en que se mezclan a partes iguales el humor, la ironía y la ternura: “Se le empieza a ver unos zapatos viejos y sucios, más arriba unos pantalones mugrientos y rotos; igual el saco si acaso lo lleva, y hasta allí es una suerte de caletero o espantapájaros, pero al llegar al rostro se siente un cambio vibrante; primero se asoma su sonrisa y después sus ojos verdes llenos de ternura.” Cuenta la leyenda que: “A los seis años [Cruxent] utilizaba la mesada que le entregaba su padre para visitar antiguas ruinas y conventos medievales y recorrer tierras cercanas a Barcelona, donde recogía tiestos mayólicos para coleccionarlos. El amor por el vestigio se arraiga en él indetenible, inevitable. Era su destino.”
Cruxent fue director del Museo de Ciencias desde 1948 hasta 1962, incorporando ejemplares colectados en investigaciones de campo a las colecciones de antropología física (la colección más numerosa: 45.000 entradas), arqueología (una de las colecciones más numerosa del Museo: 33.300 piezas), etnografía, herpetología, ictiología, mineralogía, teriología (ciencia que estudia los mamíferos) y paleontologia. Fue uno de los fundadores de la Escuela de Antropología y Sociología de la Universidad Central de Venezuela (UCV). La primera promoción lleva su nombre como testimonio del ascendiente de Cruxent en la formación de los jóvenes profesionales de las disciplinas humanísticas en Venezuela. Fundador y profesor de la Cátedra de Arqueología en la Escuela de Antropología y Sociología de la UCV en las materias de Introducción a la Arqueología y Arqueología de Venezuela, cargo que desempeñó hasta 1960. En 1959, por iniciativa del Doctor Marcel Roche, funda el Departamento de Antropología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC). En 1981 funda el Museo de Cerámica Histórica y Loza Popular de la UNEFM, Coro, y conjuntamente con Claudio Ochsenius crea el Centro de Investigaciones Antropológicas, Arqueológicas y Paleontológicas (CIAAP).
En 1950 Cruxent realiza una expedición a África en compañía del rey Leopoldo de Bélgica. Allí forma una colección de arte africano que en buena parte hoy forma parte de la colección etnológica del Museo de Ciencias. Participa en la legendaria expedición franco-venezolana a las cabeceras del río Orinoco. Formó parte del “Grupo de Avanzada” que exitosamente llegó a las fuentes del Orinoco el 27 de noviembre de 1951. Los resultados de esta expedición son relevantes: en primer lugar, se logró determinar con exactitud la frontera entre Venezuela y Brasil. En segundo, se hicieron importantes aportes al conocimiento de la geografía, la cartografía, la etnología, la arqueología, la botánica, la zoología y la mineralogía. La expedición incorporó cuatro mil kilómetros cuadrados al territorio nacional. No hubo rincón de la geografía nacional que Cruxent no recorriese en sus andariegas investigaciones.
J. M. Cruxent es considerado como el fundador de los estudios científicos sistemáticos de la Arqueología en Venezuela. Autor de obras capitales como Arqueología Cronológica de Venezuela (1958), Arqueología Venezolana (1963), en coautoría con Irving Rouse, arqueólogo de la Universidad de Yale, Arte Prehispánico de Venezuela (1971), en coautoría con Sagrario Pérez Soto y Miguel Arroyo, An El Jobo Mastodon Kill at Taima-Taima, Venezuela (Science, 1978), en coautoría con A. Bryan, C. Ochsenius y R. Casamiquela, Loza Popular Falconiana (1988), en coautoría con E. Durán y Nelson Matheus y Cerámología. Notas (1980), uno de los primeros libros publicados por la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda Francisco de Miranda. La obra publicada por Cruxent supera ampliamente los doscientos títulos, ya fuese en revistas internacionales especializadas, artículos en revistas científicas nacionales, escritos y entrevistas de divulgación de la ciencia en la prensa nacional y regional.
En 1976 se le otorga la Medalla de Investigador Emérito del IVIC, en 1981 la Medalla Académica del Centro de Estudios Avanzados del IVIC, en 1982 el Diploma de Reconocimiento de la Asociación Venezolana de Arqueología (AVA) en la ciudad de Coro, en 1987 el Premio Nacional de Ciencia, dedicando el Premio al Estado Falcón como un generoso reconocimiento a la tierra que tanto le había brindado: “En mi carrera, la mayor satisfacción la he encontrado en los años de mis investigaciones en territorio falconiano. Me he hecho en Falcón. Se lo debo a esta tierra. Verdaderamente, porque yo soy un provinciano y por retrueque el Premio pertenece a Falcón, a su Universidad y a los coriano.” Para el jurado calificador del Premio Nacional de Ciencias de 1987, la contribución del profesor José María Cruxent se consolida en «una amplia y constante trayectoria de científico, investigador y docente; sus contribuciones en el ámbito de la Arqueología y de la Antropología; por la continuidad del esfuerzo creador en el marco de las Ciencias Sociales y Humanísticas; por su contribución pionera en la en la creación de instituciones científicas de investigación y docencia; por su presencia generosa en la formación de varias generaciones de científicos e investigadores y por el amplio esfuerzo de integrar conocimientos provenientes de distintas ramas de la ciencia.» Cuando Cruxent cumplió 90 años la UNEFM le otorgó el Doctorado Honoris Causa por su destacada labor científica y docente.
Cruxent formó parte de la vanguardia artística latinoamericana de los años 1960 y 1970, siendo uno de los exponentes del Informalismo Abstracto en Venezuela y fusionando técnica y arte en un lenguaje plástico propio denominado por el crítico de arte Frank Popper con el nombre de Paracinetismo, propuesta estética donde la geometría adquiere una nueva dimensión en virtud de incorporar la electricidad y el movimiento al arte. Cruxent fue miembro del célebre “Techo de la Ballena” (1961 -1969), movimiento cultural que respondió a las contradicciones de la sociedad venezolana de la época, desde la vanguardia y el arte como desafío al orden político y estético establecido. En 1970 participa en la exposición colectiva “Presencia 70” en el Museo de Bellas Artes y en el Ateneo de Caracas en compañía de artista como Humberto Jaimes y Oswaldo Vigas, entre otros nombres destacados.
Mi propia impresión de Cruxent parte de la investigación académica al sentimiento. Desde una entrevista que fraguamos juntos una tarde de verano, allá por el año 2000, hasta unas pocas semanas víspera de su muerte. Durante esos años, conversamos sobre museos, la investigación arqueológica de campo, sobre ese misterio universal que llamamos mujer, sobre la independencia cultural y económica de los pueblos de América. Días antes de su 94 cumpleaños lo visité, brindamos con “Pipi-Cola”, como Cruxent le decía a una afamada bebida gaseosa. Leí al maestro dos artículos que había escrito sobre él para la ocasión, publicados en la prensa regional. Sus verdes ojos viajeros se nublaron un instante. Hablamos de Cataluña y de la muerte. Supe por instinto que esa era la última vez que nos veríamos. Lo que no pude adivinar entonces sería el nacimiento de un compromiso, que maduraría con el tiempo, con la obra de un hombre excepcional y con la memoria ancestral del hombre americano. Puedo aquí hacer mías unas palabras de Cruxent: “Yo no escogí, me escogieron.” Es como una suerte de sensación del destino que sólo podemos percibir a nivel de la intuición poética, filosófica y vital.
Amalivaca, Dios Creador en la cosmogonía de los indígenas Tamanacos, grabó los petroglifos o Tepumereme (piedras pintadas) en los tiempos míticos de las Grandes Aguas, cuando los antepasados de los Tamanacos navegaban en canoas hechas de un sólo tronco selvático sobre las aguas de Kata Manoa (la Gran Laguna). Esto lo contaron los Tamanacos primero a sus hijos y sus nietos, luego al sacerdote Salvatore Gillig y, finalmente, al explorador Alejandro von Humboldt. Esto dijeron los Tamanacos enigmáticamente sonreídos.
A comienzos del siglo XXI, Cruxent, quien escribiese más de 20 artículos sobre el tema del Arte Rupestre entre 1946 (Pinturas Rupestres de El Carmen, en el río Parguaza, Estado Bolívar, Venezuela) y 1971 (Apuntes sobre Arqueología Venezolana), concentrando su producción escrita hacia la primera mitad de la década del 60 (Litoglifo de La piedra de Los Delgaditos, Litoglifos de El Carmen, Litoglifos de Guatire, Litoglifos de Petaquire, Litoglifos de Barutaima, Litoglifo de Barrancón, Litoglifos en el Alto Ventuari), nos dice, sencillamente y enigmáticamente, que estos símbolos originarios responden a “la necesidad universal que tienen los hombres de expresarse”. Esto nos lo dijo una tarde ya distante y desdibujada de enero de 2000. Significativamente, la obra artística de J. M. Cruxent despunta por aquellos años 60 cuando brota la escritura y la investigación de campo sobre el arte primevo americano. La voz Geoglifo es otro aporte de Cruxent al lenguaje sobre las piedras pintadas, la acuñó a finales de la década de los 40, frente al símbolo monumental excavado en las laderas de la Fila de la Olivita, estado Carabobo, Venezuela. Para los investigadores aquella manifestación dibujada en la tierra resultaba una experiencia tan novedosa que hasta la palabra para nombrarla fue menester crearla. Desde luego, los lugareños conocían aquella forma desde siempre y la llamaban ¨la rueda del indio”, de manera semejante a los campesinos y pescadores de toda Venezuela quienes llaman a los litoglifos y pictografías con los nombres de letreros, calendarios, santos, vírgenes, piedras escritas, piedras pintadas. Las palabras acuñadas en las academias también son legión: petrosimbolos, litoglifos, petroglifos, pictografías, arte parietal, arte rupestre. Es como un juego de reflejos en los espejos de la palabra.
En un texto titulado Signo y Símbolo, nos dice Cruxent: “… Arte rupestre es el término con el cual se identifican todos aquellos grabados o pinturas hechos sobre las rocas en tiempo pasado. La pintura rupestre ha expresado desde tiempos remotos, la necesidad de hacer abstracciones, síntesis e idealizaciones que son el reflejo de ideas, credos de la vida intelectual y cultural de nuestros aborígenes, quienes consagraron algunos espacios a la posibilidad cierta de entrar en conexión profunda con la creación”.
Asombran, abisman las correspondencias que encontramos entre los motivos de los litoglifos y las búsquedas del arte moderno. Pensemos, verbigracia, en la obra de J. M. Cruxent, Oswaldo Vigas, Mateo Manaure y Joan Miró. Hay animales, estrellas, plantas, elementos humanos: cabezas, manos, senos, sexos. Incluso la manera en que estos elementos son tratados en los litoglifos y en el arte moderno evocan el esquematismo, la pronta linealidad de representaciones entrevistas en el sueño o en el ritual shamánico. Los litoglifos son un puente entre la sensibilidad primera indígena y la plástica de las vanguardias, suerte de vasos comunicantes. Fueron necesarios las conquistas, los excesos, los atrevimientos del arte moderno para educar nuestros ojos y poder ver la belleza del arte antiguo, abrir el cerebro a su mensaje cifrado. A través de la mano del artista, del científico, del pueblo torna a pintar Amalivaca.
Cualquiera de las valiosas contribuciones de J. M. Cruxent en los campos de la docencia, la investigación, la exploración y el arte le hubiesen garantizado un lugar de honor en la historia de la cultura venezolana. Para decirlo en palabras de Cruxent: “En Venezuela me abren las puertas, me abren el corazón. Aquí encuentro lo que vine a buscar, porque vine como un inmigrante español que huía de la dictadura de Franco. Por todo eso yo le prometí a Venezuela darle su prehistoria, porque no la tenía, lo que había aquí sobre este tópico era muy poco. Venezuela me dio vida, me dio ilusión, ganas de vivir. Yo creí necesario cumplir con un deber, dar lo poco que sabía, yo venía a eso… Y cumplí.” Recordemos las palabras verdaderas del Jefe Seattle: “En la noche, cuando las calles de sus ciudades y pueblos estén silenciosas y ustedes crean que están desiertas, ellas estarán colmadas con los huéspedes que regresan y que una vez las llenaban y que todavía aman esta hermosa tierra. El hombre blanco nuca estará solo. Que él sea justo y trate amablemente a mi gente, porque los muertos no son impotentes.”
Mgs. Sc. Camilo Morón
Bibliohemerografía
Milagros Socorro y María Matilde Suárez: “Hay que Afrontar las Muchas Consecuencias de la Verdad.”. Entrevista a J. M. Cruxent. Revista Bigott, Nº 43. Caracas, Jul. –Ago. – Sept. 1997.
Sofía Imber, María luz Cárdenas, Adolfo Wilson et all: Homenaje a Cruxent. Siglo XXI: El Hombre, Cultura y Desafíos. Museo de Arte Coro, Santa Ana de Coro, 1992.
Camilo Morón: Piedras Vivas en Falcón. Universidad de Los Andes / Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda, Mérida, 2007.
Camilo Morón: Honor a Quien Honor Merece. Vértigo, Nº 1, Universidad de los Andes, Mérida, Jun. –Jul. – Ago. 2000.
Marcel Roche: Homenaje a Cruxent. Siglo XXI: El Hombre, Cultura y Desafíos. Museo de Arte Coro, Santa Ana de Coro, 1992.
Juan Calzadilla: El Salón Oficial y las Vanguardias. Revista Nacional de la Cultura, Caracas, Mar. - Jun. 1962.
René Lichy: Ya-Kú. Monte Ávila Editores, Caracas, 1982.
J. M. Cruxent e Irving Rouse: Arqueología Cronológica de Venezuela. Volumen I, Ernesto Armitano Editor, Caracas, 1982.
J. M. Cruxent et all: Loza Popular Falconiana. Armitano Editor, Caracas, 1988.
J. M. Cruxent e Irving Rouse: Arqueología de Venezuela. Yale University Press, New Haven y Londres, 1963.
J. M. Cruxent et all: Arte Prehispánico de Venezuela. Fundación Eugenio Mendoza, Caracas, 1971.
J. M. Cruxent: Notas-Ceramología. Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda, Coro, 1980.
José Caridad González: El Rebelde Eclipsado
Quienes pintan de cara a los pueblos una historia de héroes y de villanos, de buenos y malos, una historia en blanco y negro, o son anacronismos vivientes en los espacios de la ciencias humanas, o, sencillamente demagogos, histriones de palabras rápidas que ejecutan ante un público incauto uno tras otro los trucos de una historieta de opereta, una historieta para andar en casa en paños menores o para salir a la calle con la cabeza caliente bajo la pancarta. En las antípodas de esta farsa de mercado, Mariano Picón-Salas advierte que la historia, como la vida, es muy compleja y que “no hay que engañar al país, sino ayudarlo y comprenderlo.” Recientemente se celebró –una vez más– la gesta rebelde del zambo José Leonardo Chirino; se dijeron los discursos infectados de lugares comunes propios de la ocasión, se desempolvó de acuerdo con la fecha un patriotismo de cartón piedra y se llevaron las inevitables ofrendas florales ante la estatua del héroe. Todo ello que pase: es un carnaval, la fiesta dominguera del chauvinismo de los funcionarios públicos.
Pero al lado del ditirambo oloroso a aguardiente, ensombrecido por las luces de los fuegos artificiales, lejos de las desmañadas líneas de los discursos domingueros, una figura desenterrada de su tumba guardaba silencio: Josef Charidad González. Cuando revisamos los documentos contemporáneos relativos a la rebelión de los esclavos en la Sierra de Coro el 10 de Mayo de 1795, su nombre es escrito una y otra vez con todas sus letras. Consideremos el legajo 426 del Archivo de Indias de Sevilla: “Se ha descubierto que el negro loango Josef Charidad González ha sido el seductor, y cabeza del motín de los negros esclavos y libres de Coro, cuyo delito permitió el cielo pagasen él y otros que le seguían, a quienes se ha dado muerte.” Estos mismos documentos, redactados para el conocimiento de los Jueces que seguían la causa, al hacer la relación de los líderes del alzamiento por lugares y delitos, informan: “De la Ciudad de Coro. Negro libre loango. Josef Charidad. No concurrió personalmente…Solamente es indubitable que se hallaba en todo de acuerdo con José Leonardo, u otros sino que éstos no hubieran emprendido, según se presume, hostilidades si Charidad no los hubiera animado asegurándoles que la Ciudad lo apoyaría con su compañía a la mayor parte de Juan (sic, ¿San?) Luis, y después para consolidar su atentado la protección de los franceses a quienes pretendían dar aviso con uno de los barcos de La Vela.”
José Caridad no pudo “concurrir personalmente” al motín porque fue asesinado por las autoridades coloniales la madrugada del 11 al 12 de Mayo. El Gobernador y Capitán General, Mariano Ramírez Valderrain, quien le había hecho cautivo escribe en un informe: “…y por más que dulcifique mis palabras y semblante, el redargüido de su culpa al entrar en la plaza para tomar la cárcel, emprendiendo fuga con dos de los más inmediatos de su gente. Pero cerrándose de pronto la escolta con los demás negros, se desfilaron unos lanceros y soldados de España, y alcanzando los tres les dieron muerte in continenti, de suerte que pareció el consumatum de la obra que acaba de ejecutarse en justo castigo dispuesto por el Cielo.”
En numerosos pasajes de los documentos oficiales se aborda el nexo entre José Caridad González y José Leonardo Chirino, apuntando que entrambos habían planeado la rebelión, afirmando meridianamente que José Caridad era el autor intelectual y principal impulsor del alzamiento: “Como Charidad era más sagaz y tenía reputación de tener correspondencia en Caracas y la Corte, tomó sobre él [José Leonardo] una gran ascendencia, y como es común opinión que en lo sucesivo siguieron de acuerdo en todo, y el interés que los unía siendo los partidarios se aprovechaban de los engañados libres y esclavos, fomentaban sus quejas y desabrimiento hasta el punto de formarse ya gavillas y hablar en ellas con mucha libertad sobre la recaudación y la libertad de los esclavos suprimida según ellos.”
Pero ¿quién era José Caridad González? En el documento redactado por D. Manuel de la Carrera, comisionado por los Jueces en Agosto de 1795 para investigar los orígenes y el desarrollo de la rebelión, leemos: “Este era Josef Charidad: negro loango, que fugitivo de Curazao desde muy joven se refugió en esta Ciudad. Su genio vivas, intrépido, ágil, activo, le proporcionó su subsistencia en varios oficios y ocupaciones. Llegó a poseer la lengua española cuasi como los patrios, con más la suya natural del loango, el papiamento o jerga de Curazao y alguna tintura de francés. Unido esto a un carácter caviloso e intrigante lo empeñó en lo arriesgado de seducir esclavos en Curazao para pasar a la Costa Española y lo consiguió con varias partidas de consideración. Este atrevido ensayo le hizo ganar reputación entre los de su especie y paisanos que lo veneraban con un respeto de Oráculo, que él sabía amoldar con tono imperioso y dominante, y con él los convirtió en sus tributarios. Este fondo de subsistencia, su decente porte, y el amaño de saber conservarse bien entre el común de los españoles, lo animó a abrazar atrevidas empresas a que naturalmente era inclinado.”
Hay quienes consideran que la rebelión de los esclavos dio ocasión a la aristocracia coriana de deshacerse de un negro arribista, visionario, talentoso y molesto. Otros asumen que José Caridad se había puesto en ese trance crucial al servicio del status quo, traicionando a los rebeldes de la Sierra. Dado que la exigua fuente sobre la persona de José Caridad González es la pluma de sus verdugos, debemos tratarla con extrema cautela. Nos dice que había nacido en África –era loango–, que siendo joven se había fugado de Curazao, que era de genio vivas e intrépido, que era respetado y acaso venerado entre su gente, que había libertado a otros negros de la esclavitud, que era poliglota, que era pensador y ambicioso, que viajaba regularmente a Caracas a tratar temas de importancia, que alguna vez pleiteó en la Corte de España. Y lo que a nuestro parecer es más importante, aunque pueda parecer circunstancial en el contexto de la rebelión de 1875: viajaba regularmente a la Sierra. Ello nos hace suponer a la luz de estos documentos, que la acción de la rebelión de los esclavos aquel Mayo no era sólo una marcha desde la montaña para caer sobre la ciudad, era un movimiento doble de tenazas: José Leonardo arremetería desde la Sierra. José Caridad aprovecharía su prestigio entre los mantuanos para engañarlos, hacerse de armas y atacar desde adentro. De ser acertada nuestra hipótesis, José Caridad González se arriesgó en el más peligroso de los juegos. De haber funcionado la trampa, el resultado hubiese sido necesariamente letal…para los aristócratas.
Al considerar las oscuras circunstancias del asesinato de José Caridad y su controvertida participación en la rebelión de los esclavos, escribe Josefina Jordán: “Pero siempre quedará una duda al respecto, porque un hombre como José Caridad, representante legítimo de la pobrecía negra coriana, que viajó y litigó para legalizar la propiedad de las tierras que habitaban, y gracias a sus esfuerzos numerosas partidas de esclavos fugitivos procedentes de Curazao –siempre según Carrera– alcanzaron la libertad, era sin duda alguna, un sujeto del cambio social; visto incluso a la luz del conocimiento de experiencias actuales, su vida tiene un tinte muy parecido a los revolucionarios de hoy día.”
¿Qué es, preguntamos, lo que conmemoramos el 10 de Mayo? ¿Un héroe solo? ¿La rebelión de un pueblo contra la esclavitud y la humillación; en pos de la libertad y la dignidad? Si la respuesta es lo primero, nada tenemos que objetar a los discursos infectados de lugares comunes, al ditirambo aguardentoso, al carnaval de los funcionarios públicos, al patriotismo de cartón piedra y hojalata, y que siga la fiesta. Tampoco pedimos ni queremos estatuas ni efigies para José Caridad González. Sencillamente: no las necesita. Si la respuesta es lo segundo, es decir, que el 10 de Mayo conmemoramos la rebelión de un pueblo contra la opresión, la injusticia, la explotación; en aras de la libertad, la justicia y la dignidad, sólo queremos recordar que la historia como la vida es muy compleja, y que la historia no la hacen los héroes, la historia la hacen los pueblos.
Mgs. Sc. Hist. Camilo Morón
Profesor e Investigador UNEFM
Pero al lado del ditirambo oloroso a aguardiente, ensombrecido por las luces de los fuegos artificiales, lejos de las desmañadas líneas de los discursos domingueros, una figura desenterrada de su tumba guardaba silencio: Josef Charidad González. Cuando revisamos los documentos contemporáneos relativos a la rebelión de los esclavos en la Sierra de Coro el 10 de Mayo de 1795, su nombre es escrito una y otra vez con todas sus letras. Consideremos el legajo 426 del Archivo de Indias de Sevilla: “Se ha descubierto que el negro loango Josef Charidad González ha sido el seductor, y cabeza del motín de los negros esclavos y libres de Coro, cuyo delito permitió el cielo pagasen él y otros que le seguían, a quienes se ha dado muerte.” Estos mismos documentos, redactados para el conocimiento de los Jueces que seguían la causa, al hacer la relación de los líderes del alzamiento por lugares y delitos, informan: “De la Ciudad de Coro. Negro libre loango. Josef Charidad. No concurrió personalmente…Solamente es indubitable que se hallaba en todo de acuerdo con José Leonardo, u otros sino que éstos no hubieran emprendido, según se presume, hostilidades si Charidad no los hubiera animado asegurándoles que la Ciudad lo apoyaría con su compañía a la mayor parte de Juan (sic, ¿San?) Luis, y después para consolidar su atentado la protección de los franceses a quienes pretendían dar aviso con uno de los barcos de La Vela.”
José Caridad no pudo “concurrir personalmente” al motín porque fue asesinado por las autoridades coloniales la madrugada del 11 al 12 de Mayo. El Gobernador y Capitán General, Mariano Ramírez Valderrain, quien le había hecho cautivo escribe en un informe: “…y por más que dulcifique mis palabras y semblante, el redargüido de su culpa al entrar en la plaza para tomar la cárcel, emprendiendo fuga con dos de los más inmediatos de su gente. Pero cerrándose de pronto la escolta con los demás negros, se desfilaron unos lanceros y soldados de España, y alcanzando los tres les dieron muerte in continenti, de suerte que pareció el consumatum de la obra que acaba de ejecutarse en justo castigo dispuesto por el Cielo.”
En numerosos pasajes de los documentos oficiales se aborda el nexo entre José Caridad González y José Leonardo Chirino, apuntando que entrambos habían planeado la rebelión, afirmando meridianamente que José Caridad era el autor intelectual y principal impulsor del alzamiento: “Como Charidad era más sagaz y tenía reputación de tener correspondencia en Caracas y la Corte, tomó sobre él [José Leonardo] una gran ascendencia, y como es común opinión que en lo sucesivo siguieron de acuerdo en todo, y el interés que los unía siendo los partidarios se aprovechaban de los engañados libres y esclavos, fomentaban sus quejas y desabrimiento hasta el punto de formarse ya gavillas y hablar en ellas con mucha libertad sobre la recaudación y la libertad de los esclavos suprimida según ellos.”
Pero ¿quién era José Caridad González? En el documento redactado por D. Manuel de la Carrera, comisionado por los Jueces en Agosto de 1795 para investigar los orígenes y el desarrollo de la rebelión, leemos: “Este era Josef Charidad: negro loango, que fugitivo de Curazao desde muy joven se refugió en esta Ciudad. Su genio vivas, intrépido, ágil, activo, le proporcionó su subsistencia en varios oficios y ocupaciones. Llegó a poseer la lengua española cuasi como los patrios, con más la suya natural del loango, el papiamento o jerga de Curazao y alguna tintura de francés. Unido esto a un carácter caviloso e intrigante lo empeñó en lo arriesgado de seducir esclavos en Curazao para pasar a la Costa Española y lo consiguió con varias partidas de consideración. Este atrevido ensayo le hizo ganar reputación entre los de su especie y paisanos que lo veneraban con un respeto de Oráculo, que él sabía amoldar con tono imperioso y dominante, y con él los convirtió en sus tributarios. Este fondo de subsistencia, su decente porte, y el amaño de saber conservarse bien entre el común de los españoles, lo animó a abrazar atrevidas empresas a que naturalmente era inclinado.”
Hay quienes consideran que la rebelión de los esclavos dio ocasión a la aristocracia coriana de deshacerse de un negro arribista, visionario, talentoso y molesto. Otros asumen que José Caridad se había puesto en ese trance crucial al servicio del status quo, traicionando a los rebeldes de la Sierra. Dado que la exigua fuente sobre la persona de José Caridad González es la pluma de sus verdugos, debemos tratarla con extrema cautela. Nos dice que había nacido en África –era loango–, que siendo joven se había fugado de Curazao, que era de genio vivas e intrépido, que era respetado y acaso venerado entre su gente, que había libertado a otros negros de la esclavitud, que era poliglota, que era pensador y ambicioso, que viajaba regularmente a Caracas a tratar temas de importancia, que alguna vez pleiteó en la Corte de España. Y lo que a nuestro parecer es más importante, aunque pueda parecer circunstancial en el contexto de la rebelión de 1875: viajaba regularmente a la Sierra. Ello nos hace suponer a la luz de estos documentos, que la acción de la rebelión de los esclavos aquel Mayo no era sólo una marcha desde la montaña para caer sobre la ciudad, era un movimiento doble de tenazas: José Leonardo arremetería desde la Sierra. José Caridad aprovecharía su prestigio entre los mantuanos para engañarlos, hacerse de armas y atacar desde adentro. De ser acertada nuestra hipótesis, José Caridad González se arriesgó en el más peligroso de los juegos. De haber funcionado la trampa, el resultado hubiese sido necesariamente letal…para los aristócratas.
Al considerar las oscuras circunstancias del asesinato de José Caridad y su controvertida participación en la rebelión de los esclavos, escribe Josefina Jordán: “Pero siempre quedará una duda al respecto, porque un hombre como José Caridad, representante legítimo de la pobrecía negra coriana, que viajó y litigó para legalizar la propiedad de las tierras que habitaban, y gracias a sus esfuerzos numerosas partidas de esclavos fugitivos procedentes de Curazao –siempre según Carrera– alcanzaron la libertad, era sin duda alguna, un sujeto del cambio social; visto incluso a la luz del conocimiento de experiencias actuales, su vida tiene un tinte muy parecido a los revolucionarios de hoy día.”
¿Qué es, preguntamos, lo que conmemoramos el 10 de Mayo? ¿Un héroe solo? ¿La rebelión de un pueblo contra la esclavitud y la humillación; en pos de la libertad y la dignidad? Si la respuesta es lo primero, nada tenemos que objetar a los discursos infectados de lugares comunes, al ditirambo aguardentoso, al carnaval de los funcionarios públicos, al patriotismo de cartón piedra y hojalata, y que siga la fiesta. Tampoco pedimos ni queremos estatuas ni efigies para José Caridad González. Sencillamente: no las necesita. Si la respuesta es lo segundo, es decir, que el 10 de Mayo conmemoramos la rebelión de un pueblo contra la opresión, la injusticia, la explotación; en aras de la libertad, la justicia y la dignidad, sólo queremos recordar que la historia como la vida es muy compleja, y que la historia no la hacen los héroes, la historia la hacen los pueblos.
Mgs. Sc. Hist. Camilo Morón
Profesor e Investigador UNEFM
Un Enigma Llamado Cocofio
Cuando escribo estas líneas, vestido de frío artificial, bajo el amarillo cielo coriano, un sacerdote perora sobre un santo extranjero; como me distrae su charla apago la radio y comienzo a cazar un brujo a la sombra de la serranía, un seretón en las consejas de las viejas, un griot en la sapiencia libresca de los eruditos, un enigma. Cuando las autoridades coloniales trataron de iluminar los comienzos y el desarrollo de la rebelión de los esclavos en la Sierra de Coro, acaecida el 10 de Mayo de 1795, se dieron a cuidadosos interrogatorios valiéndose de los recursos propios de la época, léase torturas. De estas sangrientas pesquisas dimanó un prolijo documento cuyo primer párrafo reza: “Descubrimientos o averiguaciones informativas del origen de la insurrección de negros bandidos en la jurisdicción de Coro, con su época progresiva y último período hechas por el comisionado D. Manuel de Carrera para inteligencia y gobierno de los Señores Jueces y Superiores que tienen conocimiento de ella…”
En un castellano arcaico, pleno de ceremonias cortesanas, juicios morales y elipsis, nos enteramos que entre los varios motivos que originaron la insurrección de los “negros bandidos”, el comisionado destaca el mal ejemplo dado por los negros libres, una tensión soterrada de 20 años, la ineficacia de las medidas de control de los amos y hacendados –que para el momento eran uno y el mismo–, medidas que no eran “bastante activas para el remedio, y sí poderosas para destemplar el ánimo de los siervos” ; y entre estas causales originales, apunta en breves líneas una figura que, apenas esbozada en un puñado de palabras en el fárrago del extenso informe, seduce la imaginación: “En esta disposición tuvieron los esclavos noticias de la Cédula llamada Código de los Negros y la creyeron tan favorable que desde entonces acá han vivido persuadidos de que aquel Real escrito ordenaba su absoluta libertad de la servidumbre y fascinados por un ocioso llamado Cocofio, cuyo nombre y apellido se ignoran, que fomentaba esta falsedad, nunca ha sido posible desengañarlos. Como el Cocofio fuese un holgazán, y se ocupara viviendo de hacienda en hacienda bajo el especioso pretexto de Curandero con que cubría el cismático oficio, y les hizo creer que se suprimía la Cédula sin su debido cumplimiento por interesadas intrigas de los amos (…) La detestada misión de Cocofio no ganó más terreno por su muerte sucedida dos o tres años hace.” Sin embargo, destaca el documento que la labor conspirativa entre los esclavos de la serranía no concluye con la muerte de Cocofio, pronto encuentra relevos: “…fue sustituido por otro más audaz y artificioso que elevando más sus miras puede graduarse por el principal autor de la turbación aunque apariencia ha tenido este nombre Josef Leonardo, no siendo en la sustancia sino el segundo. Este [el principal autor de la rebelión] era Josef Charidad, negro loango, que fugitivo de Curazao desde muy joven se refugió en esta Ciudad [Santa Ana de Coro].”
Ciertamente apenas una pocas líneas en aquel informe sobre la rebelión de los esclavos, tempranamente fechadas en 1795, pero cuán seductoras… Josefina Jordán en el estudio preliminar a Documentos de la Insurrección de José Leonardo Chirino (Caracas, 1994), ha querido ver en Cocofío –así lo escribe– un griot: un conservador de la memoria histórica a través de la tradición oral en las culturas africanas. En la novela Raíces, Alex Haley escribe de los griots: “Hoy se dice, con exactitud, que cuando muere un griot es como si se quemara una biblioteca. Los griots simbolizan el hecho de que la herencia humana se remonta a un lugar, y a un tiempo, en que no existía la escritura. Por eso, los recuerdos de los ancianos constituyen el único vehículo para que todos nosotros sepamos quiénes somos.” Otra percepción, sugiere Jordán, nos hace relacionar a Cocofio o Cocofío con el oficiante de alguna religión africana como la yoruba, llamada en Cuba “Regla de Oscha” o “Santería”, o de la llamada también en Cuba “Regla de Palo” o “Palo Mayombe”, practicada por los congos, puesto que en ambas religiones se efectúan ritos de curación y, sobre todo en la segunda, estos ritos incluyen el uso de hierbas medicinales. Y siguiendo las interpretaciones que el estudioso cubano Fernando Ortiz hace de la voz coco o koko en el folklore afrocubano, Cocofio sería, según los idiomas bantúes, un personaje misterioso y temible; y, según los bantúes del noroeste, sería considerado un “antepasado” o un “abuelo”; mientras que según los yorubas sería alguien “muy macho”. Haley nos informa que entre los mandinkas el padre debía dedicarse seriamente a la elección del nombre para su hijo. Este tenía que ser un nombre cargado de historia y de promesas, pues según los mandinkas un niño llegaría a tener siete de las características de la persona o cosa cuyo nombre recibía.
Entre los varios epítetos dados a Cocofío en el documento de 1795 –ocioso, holgazán–, es notorio el de Curandero que vale tanto como decir Shamán o médico brujo. Al tratar la iniciación shamánica entre algunas culturas africanas, Mircea Eliade apunta el simbolismo de la muerte y la resurrección místicas, ya bajo la forma de enfermedades misteriosas, ya mediante ceremonias iniciáticas. Asimismo se conocen las iniciaciones por medio de sueños shamánicos: “Por ejemplo –escribe Eliade–, un shamán tuvo, hacia los treinta años de edad, una serie de sueños significativos: soñó con un caballo rojo que tenía el vientre el blanco, soñó con un leopardo que le ponía la pata en el hombro, con una serpiente que le mordió; y todos estos animales desempeñan un papel muy importante en los sueños shamánicos.” Pasado el tiempo el iniciado comenzó a sentir temblores, perdió la conciencia de sí mismo y profetizaba o deliraba en estado de trance. Estas eran las primeras “señales de la elección”; el aspirante tuvo aún que aguardar doce años para ser consagrado Kujun o sabio hechicero. ¿Cuáles habrían sido los sueños del Curandero en su deambular místico y “cismático” en la Sierra Coriana la víspera de la rebelión de los esclavos? ¿Qué tan hondo habría calado la mirada del Curandero la oscurana del tiempo? ¿Sabía…, qué sabía? Ciertamente, apenas disponemos de unas contadas líneas en un viejo documento, de un puñado magro de palabras, pero cuán seductoras. Eso, mientras no caiga su enigmática figura en manos de los hacedores de héroes de hojalata.
Mgs. Sc. Camilo Morón.
Profesor e Investigador UNEFM
En un castellano arcaico, pleno de ceremonias cortesanas, juicios morales y elipsis, nos enteramos que entre los varios motivos que originaron la insurrección de los “negros bandidos”, el comisionado destaca el mal ejemplo dado por los negros libres, una tensión soterrada de 20 años, la ineficacia de las medidas de control de los amos y hacendados –que para el momento eran uno y el mismo–, medidas que no eran “bastante activas para el remedio, y sí poderosas para destemplar el ánimo de los siervos” ; y entre estas causales originales, apunta en breves líneas una figura que, apenas esbozada en un puñado de palabras en el fárrago del extenso informe, seduce la imaginación: “En esta disposición tuvieron los esclavos noticias de la Cédula llamada Código de los Negros y la creyeron tan favorable que desde entonces acá han vivido persuadidos de que aquel Real escrito ordenaba su absoluta libertad de la servidumbre y fascinados por un ocioso llamado Cocofio, cuyo nombre y apellido se ignoran, que fomentaba esta falsedad, nunca ha sido posible desengañarlos. Como el Cocofio fuese un holgazán, y se ocupara viviendo de hacienda en hacienda bajo el especioso pretexto de Curandero con que cubría el cismático oficio, y les hizo creer que se suprimía la Cédula sin su debido cumplimiento por interesadas intrigas de los amos (…) La detestada misión de Cocofio no ganó más terreno por su muerte sucedida dos o tres años hace.” Sin embargo, destaca el documento que la labor conspirativa entre los esclavos de la serranía no concluye con la muerte de Cocofio, pronto encuentra relevos: “…fue sustituido por otro más audaz y artificioso que elevando más sus miras puede graduarse por el principal autor de la turbación aunque apariencia ha tenido este nombre Josef Leonardo, no siendo en la sustancia sino el segundo. Este [el principal autor de la rebelión] era Josef Charidad, negro loango, que fugitivo de Curazao desde muy joven se refugió en esta Ciudad [Santa Ana de Coro].”
Ciertamente apenas una pocas líneas en aquel informe sobre la rebelión de los esclavos, tempranamente fechadas en 1795, pero cuán seductoras… Josefina Jordán en el estudio preliminar a Documentos de la Insurrección de José Leonardo Chirino (Caracas, 1994), ha querido ver en Cocofío –así lo escribe– un griot: un conservador de la memoria histórica a través de la tradición oral en las culturas africanas. En la novela Raíces, Alex Haley escribe de los griots: “Hoy se dice, con exactitud, que cuando muere un griot es como si se quemara una biblioteca. Los griots simbolizan el hecho de que la herencia humana se remonta a un lugar, y a un tiempo, en que no existía la escritura. Por eso, los recuerdos de los ancianos constituyen el único vehículo para que todos nosotros sepamos quiénes somos.” Otra percepción, sugiere Jordán, nos hace relacionar a Cocofio o Cocofío con el oficiante de alguna religión africana como la yoruba, llamada en Cuba “Regla de Oscha” o “Santería”, o de la llamada también en Cuba “Regla de Palo” o “Palo Mayombe”, practicada por los congos, puesto que en ambas religiones se efectúan ritos de curación y, sobre todo en la segunda, estos ritos incluyen el uso de hierbas medicinales. Y siguiendo las interpretaciones que el estudioso cubano Fernando Ortiz hace de la voz coco o koko en el folklore afrocubano, Cocofio sería, según los idiomas bantúes, un personaje misterioso y temible; y, según los bantúes del noroeste, sería considerado un “antepasado” o un “abuelo”; mientras que según los yorubas sería alguien “muy macho”. Haley nos informa que entre los mandinkas el padre debía dedicarse seriamente a la elección del nombre para su hijo. Este tenía que ser un nombre cargado de historia y de promesas, pues según los mandinkas un niño llegaría a tener siete de las características de la persona o cosa cuyo nombre recibía.
Entre los varios epítetos dados a Cocofío en el documento de 1795 –ocioso, holgazán–, es notorio el de Curandero que vale tanto como decir Shamán o médico brujo. Al tratar la iniciación shamánica entre algunas culturas africanas, Mircea Eliade apunta el simbolismo de la muerte y la resurrección místicas, ya bajo la forma de enfermedades misteriosas, ya mediante ceremonias iniciáticas. Asimismo se conocen las iniciaciones por medio de sueños shamánicos: “Por ejemplo –escribe Eliade–, un shamán tuvo, hacia los treinta años de edad, una serie de sueños significativos: soñó con un caballo rojo que tenía el vientre el blanco, soñó con un leopardo que le ponía la pata en el hombro, con una serpiente que le mordió; y todos estos animales desempeñan un papel muy importante en los sueños shamánicos.” Pasado el tiempo el iniciado comenzó a sentir temblores, perdió la conciencia de sí mismo y profetizaba o deliraba en estado de trance. Estas eran las primeras “señales de la elección”; el aspirante tuvo aún que aguardar doce años para ser consagrado Kujun o sabio hechicero. ¿Cuáles habrían sido los sueños del Curandero en su deambular místico y “cismático” en la Sierra Coriana la víspera de la rebelión de los esclavos? ¿Qué tan hondo habría calado la mirada del Curandero la oscurana del tiempo? ¿Sabía…, qué sabía? Ciertamente, apenas disponemos de unas contadas líneas en un viejo documento, de un puñado magro de palabras, pero cuán seductoras. Eso, mientras no caiga su enigmática figura en manos de los hacedores de héroes de hojalata.
Mgs. Sc. Camilo Morón.
Profesor e Investigador UNEFM
Unesco reconoce esfuerzo del Estado Venezolano en la conservación de Coro y la Vela
Noticia publicada el 23 mayo 2011
Continúan inscritos en la Lista de Patrimonio Mundial en Peligro
Unesco reconoce esfuerzo del Estado Venezolano en la conservacion de Coro y la Vela
Igualmente el organismo internacional valora “el entusiasmo y espíritu positivo con que los Consejos Comunales han asumido su corresponsabilidad en la gestión del patrimonio de estos bienes”
En el informe enviado por la Unesco a propósito de la Misión de Monitoreo Reactivo, realizado del 16 al 21 de febrero para intercambiar reflexiones sobre el estado de conservación de Coro y La Vela, se reconocen los esfuerzos realizados por el Estado Venezolano en la redimensión de las acciones hacia la Gestión Social.
Dicho informe, explica que “el equipo de la misión reconoce los esfuerzos realizados y la preocupación expresada por los venezolanos, las autoridades a nivel nacional, estatal, municipal, y organismos como el Instituto del Patrimonio Cultural (IPC), para mantener adecuadamente el lugar declarado patrimonio cultural”.
Señala que el método de gestión (compromiso de gestión) con la participación activa de los consejos comunales, puede representar una única y valiosa experiencia en la gestión de los bienes del patrimonio mundial. “Esta experiencia genera expectativas positivas, ya que centra su acción en la planificación estratégica, participativa dirigida a la conservación del Valor Universal, Excepcional de Coro y su Puerto de La Vela”.
Esta misión oficial valora “el entusiasmo y espíritu positivo con que los Consejos Comunales han asumido su corresponsabilidad en la gestión del patrimonio de estos bienes”. El informe hace referencia a los cambios producidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, los cuales han exigido interrumpir las líneas del Plan de Gestión y Manejo (Plincode) refiriéndose a la inclusión del poder popular en las acciones de Estado.
Reitera además que dadas las condiciones del sitio a causa de las fuertes lluvias que azotaron la zona, Coro y su Puerto La Vela continúan inscritos en la Lista de Patrimonio Mundial en Peligro.
Sin embargo, celebran que, a pesar de los daños causados por la exposición a los elementos naturales, el estado general del bien mantiene los atributos de integridad y autenticidad por los que fue declarado Patrimonio de la Humanidad.
Para el retiro de Coro y La Vela de la Lista de Peligro, la misión insta al trabajo articulado de todos los actores involucrados: Oficina de Compromiso de Gestión, Consejo Administrativo y Consejo Técnico, en función de cumplir con lo establecido en el compromiso suscrito, que incluye “el desarrollo de un Plan de Gestión de programas de conservación, y un Plan de Acción para situaciones de Emergencia con objetivos claros, recursos financieros suficientes y un calendario de acciones a corto, mediano y largo plazo”.
Coro y su Puerto de La Vela poseen construcciones de tierra únicas en el Caribe y constituyen un referente vivo de la fusión de las tradiciones locales y las técnicas arquitectónicas española y holandesa, legado que nos pertenece a todos los venezolanos. Por tanto, la Revolución Bolivariana, consciente de ello, continuará trabajando junto al poder popular para procurar mantener sus valores y que se excluya de la Lista de Patrimonio en Peligro.
Continúan inscritos en la Lista de Patrimonio Mundial en Peligro
Unesco reconoce esfuerzo del Estado Venezolano en la conservacion de Coro y la Vela
Igualmente el organismo internacional valora “el entusiasmo y espíritu positivo con que los Consejos Comunales han asumido su corresponsabilidad en la gestión del patrimonio de estos bienes”
En el informe enviado por la Unesco a propósito de la Misión de Monitoreo Reactivo, realizado del 16 al 21 de febrero para intercambiar reflexiones sobre el estado de conservación de Coro y La Vela, se reconocen los esfuerzos realizados por el Estado Venezolano en la redimensión de las acciones hacia la Gestión Social.
Dicho informe, explica que “el equipo de la misión reconoce los esfuerzos realizados y la preocupación expresada por los venezolanos, las autoridades a nivel nacional, estatal, municipal, y organismos como el Instituto del Patrimonio Cultural (IPC), para mantener adecuadamente el lugar declarado patrimonio cultural”.
Señala que el método de gestión (compromiso de gestión) con la participación activa de los consejos comunales, puede representar una única y valiosa experiencia en la gestión de los bienes del patrimonio mundial. “Esta experiencia genera expectativas positivas, ya que centra su acción en la planificación estratégica, participativa dirigida a la conservación del Valor Universal, Excepcional de Coro y su Puerto de La Vela”.
Esta misión oficial valora “el entusiasmo y espíritu positivo con que los Consejos Comunales han asumido su corresponsabilidad en la gestión del patrimonio de estos bienes”. El informe hace referencia a los cambios producidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, los cuales han exigido interrumpir las líneas del Plan de Gestión y Manejo (Plincode) refiriéndose a la inclusión del poder popular en las acciones de Estado.
Reitera además que dadas las condiciones del sitio a causa de las fuertes lluvias que azotaron la zona, Coro y su Puerto La Vela continúan inscritos en la Lista de Patrimonio Mundial en Peligro.
Sin embargo, celebran que, a pesar de los daños causados por la exposición a los elementos naturales, el estado general del bien mantiene los atributos de integridad y autenticidad por los que fue declarado Patrimonio de la Humanidad.
Para el retiro de Coro y La Vela de la Lista de Peligro, la misión insta al trabajo articulado de todos los actores involucrados: Oficina de Compromiso de Gestión, Consejo Administrativo y Consejo Técnico, en función de cumplir con lo establecido en el compromiso suscrito, que incluye “el desarrollo de un Plan de Gestión de programas de conservación, y un Plan de Acción para situaciones de Emergencia con objetivos claros, recursos financieros suficientes y un calendario de acciones a corto, mediano y largo plazo”.
Coro y su Puerto de La Vela poseen construcciones de tierra únicas en el Caribe y constituyen un referente vivo de la fusión de las tradiciones locales y las técnicas arquitectónicas española y holandesa, legado que nos pertenece a todos los venezolanos. Por tanto, la Revolución Bolivariana, consciente de ello, continuará trabajando junto al poder popular para procurar mantener sus valores y que se excluya de la Lista de Patrimonio en Peligro.
sábado, 18 de junio de 2011
Patrimonio en Ruinas. Un Alerta a la Conciencia
En los espacios históricos de Santa Ana Coro y su Puerto Real La Vela de Coro, se han derramado generosos caudales de dinero; millardos de aquellos bolívares débiles, millones de los bolívares con esteroides, y se dice fácil, y se dice con espanto. Y algo se ha hecho: la restauración de la Iglesia de San Francisco, de la Capilla de San Clemente, del Balcón de los Arcaya, la reconstrucción del Club Bolívar… y una que otra cosilla, como bloquear durante una pesadilla el centro de la ciudad. Se han realizado incontables mesas de trabajo y publicado algunos textos lujosos que llegan a contadas manos.
No se nos malinterprete. Aplaudimos estas contadas y encomiables obras, incluido, desde luego, el faraónico Monumento a la Bandera, aunque ya el hampa ordinaria y realenga lo haya desvalijado, dejándolo malamente en los huesos. Solo decimos que se trata de una filosofía errada, o, cuanto menos, de una política cultural que no acierta dar pie con bola. El error fundamental es que se ha dejado de lado un recurso vital y estratégico: a los falconianos.
Si bien la declaratoria patrimonial solo cubre un puñado de casas y algunas cuadras –v.g. la Catedral no es considerada Patrimonio Cultural de la Humanidad; es, meramente, edificio de interés histórico–, toda acción conducente a destacar el carácter patrimonial de estos espacios urbanos ha de considerar a la ciudad y sus habitantes –porque es inapropiado decir ciudadanos–. Es absurdo el espectáculo de unas dos cuadritas acicaladas y al volver la esquina, encontrar casas en ruinas como bocas de viejas desdentadas, y calles cubiertas de cráteres como cicatrices de viruela y apilados montículos de basura en los que hurgan el sustento perros sarnosos y famélicos.
En cuanto a los habitantes, nada puede ser más afrentoso que ver los autos estacionados en la zona histórica, mientras sus propietarios atienden sus negocios o están de rumba. Esto debe considerarse como una ofensa grave al gentilicio de los corianos. Cuando se le pregunta a un sufrido policía de a pie, por qué permite tales exabruptos, responde, encogiéndose de brazos, que la camioneta último modelo estacionada sobre la acera es del hijo del diputado zutano, o de la hija del consenjal mengano o del ahijado del gobernador tal. Y pensar que quitaron de sus añosos puestos de trabajo al cepilladero, al cotufero y al viejito tullido que vendía velas en la puerta de la Catedral. Bonito patrimonio.
Lo que urge, lo que en verdad urge antes que el dinero, es sembrar conocimiento, compromiso y conciencia. Conocimiento de quiénes somos y de dónde venimos como habitantes de un espacio urbano en la geografía espiritual y en el imaginario de tiempo, esto es: conocimiento de nuestras raíces históricas, compromiso e identificación con esas raíces ancestrales y obrar consciente y consecuentemente con ellas.
Este sentir y esta herencia no han de ser coto cerrado de unos cuantos privilegiados y un grupito más o menos numeroso de aprovechados que medran a la sombra de la superstición histórica y de los falsos históricos. Así como cuatro paredes y un techo no son un hogar, tampoco cuatro casas viejas son Patrimonio Cultural, a menos que echen sus bases en el corazón y en el cerebro de los ciudadanos. Lo digo como coriano e historiador al que se le alebresta la sangre cuando asiste a las escenas que motivan estas líneas, corriendo el riesgo de morir aplastado por una pared de bahareque ahora que llegó la temporada de lluvias.
El Patrimonio Cultural es un hecho social que se da en dos planos temporales: en el pasado, en cuanto es testimonio y herencia; en el presente, en cuanto impone conocimientos y deberes. El Estado Falcón cuenta con yacimientos arqueológicos que se remontan al Período Paleoindio, hace unos 15.000 años a. p. Magníficos petroglifos, obras de sociedades sensibles y complejas. En toda la varia geográfica del Estado se levantan construcciones que datan de la colonia. El patrimonio de carne y hueso es igualmente diverso: las fiestas populares, las tradiciones como los salves y las turas, la obra viva de los artesanos. Patrimonio es también la flora y la fauna. El patrimonio va mas allá de cuatro paredes de barro, es, ante todo, conocimiento y sentimiento. Lo que decimos no es nuevo, ni pretendemos pasarlo como tal; nos han precedido en otro tiempo y en otro espacio: Mariano Picón Salas, Mario Briceño-Iragorry, Augusto Mijares, Miguel Acosta Saignes, Francisco Tamayo, J.M. Cruxent. Cuando se celebra que nos salvamos por un pelo mocho que Santa Ana de Coro, Ciudad Mariana y primada de las ciudades de Venezuela, fuese vergonzosamente excluida de la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad, preguntamos a los corianos: ¿Qué estamos haciendo con nuestra herencia de siglos? ¿Qué hacemos por los valores vivos de nuestra identidad, por aquello que nos distingue, identifica y singulariza? ¿Qué estamos haciendo por Curiana?
Mgs. Sc. Hist. Camilo Morón
No se nos malinterprete. Aplaudimos estas contadas y encomiables obras, incluido, desde luego, el faraónico Monumento a la Bandera, aunque ya el hampa ordinaria y realenga lo haya desvalijado, dejándolo malamente en los huesos. Solo decimos que se trata de una filosofía errada, o, cuanto menos, de una política cultural que no acierta dar pie con bola. El error fundamental es que se ha dejado de lado un recurso vital y estratégico: a los falconianos.
Si bien la declaratoria patrimonial solo cubre un puñado de casas y algunas cuadras –v.g. la Catedral no es considerada Patrimonio Cultural de la Humanidad; es, meramente, edificio de interés histórico–, toda acción conducente a destacar el carácter patrimonial de estos espacios urbanos ha de considerar a la ciudad y sus habitantes –porque es inapropiado decir ciudadanos–. Es absurdo el espectáculo de unas dos cuadritas acicaladas y al volver la esquina, encontrar casas en ruinas como bocas de viejas desdentadas, y calles cubiertas de cráteres como cicatrices de viruela y apilados montículos de basura en los que hurgan el sustento perros sarnosos y famélicos.
En cuanto a los habitantes, nada puede ser más afrentoso que ver los autos estacionados en la zona histórica, mientras sus propietarios atienden sus negocios o están de rumba. Esto debe considerarse como una ofensa grave al gentilicio de los corianos. Cuando se le pregunta a un sufrido policía de a pie, por qué permite tales exabruptos, responde, encogiéndose de brazos, que la camioneta último modelo estacionada sobre la acera es del hijo del diputado zutano, o de la hija del consenjal mengano o del ahijado del gobernador tal. Y pensar que quitaron de sus añosos puestos de trabajo al cepilladero, al cotufero y al viejito tullido que vendía velas en la puerta de la Catedral. Bonito patrimonio.
Lo que urge, lo que en verdad urge antes que el dinero, es sembrar conocimiento, compromiso y conciencia. Conocimiento de quiénes somos y de dónde venimos como habitantes de un espacio urbano en la geografía espiritual y en el imaginario de tiempo, esto es: conocimiento de nuestras raíces históricas, compromiso e identificación con esas raíces ancestrales y obrar consciente y consecuentemente con ellas.
Este sentir y esta herencia no han de ser coto cerrado de unos cuantos privilegiados y un grupito más o menos numeroso de aprovechados que medran a la sombra de la superstición histórica y de los falsos históricos. Así como cuatro paredes y un techo no son un hogar, tampoco cuatro casas viejas son Patrimonio Cultural, a menos que echen sus bases en el corazón y en el cerebro de los ciudadanos. Lo digo como coriano e historiador al que se le alebresta la sangre cuando asiste a las escenas que motivan estas líneas, corriendo el riesgo de morir aplastado por una pared de bahareque ahora que llegó la temporada de lluvias.
El Patrimonio Cultural es un hecho social que se da en dos planos temporales: en el pasado, en cuanto es testimonio y herencia; en el presente, en cuanto impone conocimientos y deberes. El Estado Falcón cuenta con yacimientos arqueológicos que se remontan al Período Paleoindio, hace unos 15.000 años a. p. Magníficos petroglifos, obras de sociedades sensibles y complejas. En toda la varia geográfica del Estado se levantan construcciones que datan de la colonia. El patrimonio de carne y hueso es igualmente diverso: las fiestas populares, las tradiciones como los salves y las turas, la obra viva de los artesanos. Patrimonio es también la flora y la fauna. El patrimonio va mas allá de cuatro paredes de barro, es, ante todo, conocimiento y sentimiento. Lo que decimos no es nuevo, ni pretendemos pasarlo como tal; nos han precedido en otro tiempo y en otro espacio: Mariano Picón Salas, Mario Briceño-Iragorry, Augusto Mijares, Miguel Acosta Saignes, Francisco Tamayo, J.M. Cruxent. Cuando se celebra que nos salvamos por un pelo mocho que Santa Ana de Coro, Ciudad Mariana y primada de las ciudades de Venezuela, fuese vergonzosamente excluida de la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad, preguntamos a los corianos: ¿Qué estamos haciendo con nuestra herencia de siglos? ¿Qué hacemos por los valores vivos de nuestra identidad, por aquello que nos distingue, identifica y singulariza? ¿Qué estamos haciendo por Curiana?
Mgs. Sc. Hist. Camilo Morón
Seminario Introducción a la Arqueología. 2da etapa: El Poblamiento Temprano de América y la Aplicación de la Genética de Poblaciones
En el marco del bicentenario de la Independencia de los pueblos de América y el centenario del nacimiento de J. M. Cruxent, padre de la Arqueología científica en Venezuela, la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM), a través de las cátedras de Patrimonio Histórico, Cultural y Natural, Museología y Metodología de la Investigación Científica, el Instituto Nacional de Parques (INPARQUES) y el Museo de Arte Coro, dictarán los días 23 y 30 de junio, de 2 a 6 pm, en la biblioteca del Museo de Arte Coro, la segunda etapa del Seminario de Introducción a la Arqueología dedicada al personal de INPARQUES. El temario de esta segunda etapa versará sobre las teorías del poblamiento americano, principalmente la tesis del Poblamiento Temprano de América hace 15.000 años a. p., que tuvo en J. M. Cruxent uno de sus principales exponentes en contraposición al paradigma Clovis, teoría dominante que proponía una antigüedad de 9.000 años.
El Seminario de Introducción a la Arqueología comprende cuatro unidades temáticas: 1. Proceso de hominización, desde el Australopithecus afarensis hasta el Homo sapiens. 2. Poblamiento temprano de América y la aplicación de los estudios genéticos a la solución de este problema arqueológico. 3. Legislación venezolana en materia de patrimonio cultural. 4. Fundamentos de la Arqueología de rescate.
El programa ha sido especialmente diseñado para el personal de INPARQUES, responsables principales de velar por la integridad de los Parques Nacionales y Monumentos Naturales en suelo venezolano. En el estado Falcón hay tres parques nacionales: Parque Nacional Morrocoy (en la región costera norte-centro occidental de Venezuela, mejor conocido como el Golfo Triste y su extensión continental y marina se extiende entre las poblaciones Tucacas y Chichiriviche) , Parque Nacional Médanos de Coro (entre Coro y Punto Fijo, atravesando el Istmo de la Península de Paraguaná) , Parque Nacional Cueva de la Quebrada del Toro (entre los Municipios Unión y Federación, a 15 kilómetros de la población de Santa Cruz de Bucaral) y un Monumento Natural: Monumento Natural Cerro Santa Ana (en el centro de la Península de Paraguaná). En estos parques y monumentos naturales se encuentran testimonios arqueológicos como petroglifos, concheros, calzadas y terraplenes, cementerios y afloramientos cerámicos, algunos de estos contextos se remontan a la última edad glacial, hace 15.000 años a.p.
Mgs. Sc. Camilo Morón
El Seminario de Introducción a la Arqueología comprende cuatro unidades temáticas: 1. Proceso de hominización, desde el Australopithecus afarensis hasta el Homo sapiens. 2. Poblamiento temprano de América y la aplicación de los estudios genéticos a la solución de este problema arqueológico. 3. Legislación venezolana en materia de patrimonio cultural. 4. Fundamentos de la Arqueología de rescate.
El programa ha sido especialmente diseñado para el personal de INPARQUES, responsables principales de velar por la integridad de los Parques Nacionales y Monumentos Naturales en suelo venezolano. En el estado Falcón hay tres parques nacionales: Parque Nacional Morrocoy (en la región costera norte-centro occidental de Venezuela, mejor conocido como el Golfo Triste y su extensión continental y marina se extiende entre las poblaciones Tucacas y Chichiriviche) , Parque Nacional Médanos de Coro (entre Coro y Punto Fijo, atravesando el Istmo de la Península de Paraguaná) , Parque Nacional Cueva de la Quebrada del Toro (entre los Municipios Unión y Federación, a 15 kilómetros de la población de Santa Cruz de Bucaral) y un Monumento Natural: Monumento Natural Cerro Santa Ana (en el centro de la Península de Paraguaná). En estos parques y monumentos naturales se encuentran testimonios arqueológicos como petroglifos, concheros, calzadas y terraplenes, cementerios y afloramientos cerámicos, algunos de estos contextos se remontan a la última edad glacial, hace 15.000 años a.p.
Mgs. Sc. Camilo Morón
sábado, 4 de junio de 2011
Los Museos en la Nueva Aldea Global: Museo e Informática
El uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) representa una valiosa herramienta para los museos. El anterior esquema de museo almacenador y guardián del patrimonio ha dado paso a un museo dinámico y abierto al diálogo que busca en los instrumentos que proporcionan los desarrollos tecnológicos, un punto de apoyo esencial para acercarse a su público (Castellanos, 2011).
La explosión de las TIC ha logrado que se afiance la corriente teórica que busca impulsar al museo como un mediador social y no sólo como una institución que almacena y que se mantiene aislada de la sociedad a la que sirve. La función comunicativa del museo se fortalece y refuerza otras funciones tradicionales como la función educativa, siempre buscando la complementariedad. Los museos tienen en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) una herramienta sumamente útil para superar barreras como los presupuestos reducidos para establecer grandes exposiciones o campañas publicitarias para atraer visitantes. Se trata de favorecer la complementariedad entre lo presencial y lo virtual priorizando en la una, las actividades que no pueden realizarse en la otra. Recordemos la necesidad de darle la oportunidad a entidades convencionales de poder estar también a la vanguardia y convertirse así en instituciones no sólo competitivas sino eficaces para la sociedad en la que están inmersas (Castellanos, ibídem).
Los museos contemporáneos son instituciones culturales relacionadas con la sociedad y por lo tanto capaces de adaptarse a los cambios sociales. Uno de los mayores retos que actualmente encaran los museos es la irrupción de las nuevas tecnologías así como la democratización de la cultura. Internet facilita la relación entre las personas a dimensiones planetarias, esta superación de la dimensión espacio temporal está consolidando un esquema nuevo de relaciones sociales y culturales que implica una democratización de la cultura.
En 1956, André Malraux publicó una reflexión sobre el denominado Museo imaginario, el autor consideraba que los museos actualmente solo ofrecen una visión limitada de la cultura, ya que el conocimiento es más amplio que los contenidos de los museos, por lo tanto trata de establecer las características de un museo imaginario que albergue todas las obras de arte del mundo y que no imponga visiones parciales de la cultura. Malraux formó parte de una vanguardia cultural que anticipó los cambios que actualmente se están produciendo: la digitalización de fondos y la creación de museos virtuales. El número de museos que cuentan con presencia en Internet es alto, si bien este hecho es en parte debido a la existencia de portales culturales que agrupan información sobre los museos, ya que es más reducido el porcentaje de museos que cuentan con página web propia (Castellanos, ibídem)
A la hora de expresar cuál es la misión que puede tener Internet en relación con la cultura, los entrevistados son muy optimistas, consideran a Internet el vehículo adecuado para hacer llegar la cultura y en particular el conocimiento de los museos al conjunto de la Sociedad. A pesar de este optimismo tecnológico, los entrevistados consideran que todavía queda mucho por hacer en relación con la digitalización de los fondos de los museos y que quizá son los aspectos financieros y los tecnológicos los principales frenos para el importante avance virtual de la cultura (VV.AA., 2011).
Una definición reciente de Museo Virtual nos dice que es un museo que aprovecha los medios digitales para mostrar, preservar, reconstruir, diseminar y guardar la cultura material de la humanidad: (pinturas, fotografías, esculturas, cerámicas, antigüedades, textiles, entre otras) como artefactos digitales y bases de datos que son guardadas en el servidor de dicho Museo Virtual. Los dispositivos digitales también pueden ser una producción en CD-ROM o página web que muestren colecciones específicas, una muestra general de la colección, así como material con fines culturales o educativos. Un Museo Virtual hace posible que usuarios alejados puedan acceder a la Ciencia, la Cultura y las Artes. (González y Casado, 2011).
Arturo Colorado, creador del CD-Rom del Museo Thyssen-Bornemisza y uno de los estudiosos sobre la incidencia de los sistemas multimedia en el mundo de los museos nos dice que: "museo virtual es el medio que ofrece al visitante un fácil acceso a las piezas y a la información que desea encontrar en diferentes temas artísticos y en distintos museos. De hecho, el Museo Virtual sería el nexo entre muchas colecciones digitalizadas y puede ser utilizado como un recurso para organizar exposiciones individuales, a la medida de las expectativas e intereses del usuario".(González y Casado, ibídem). Sergio Talens y José Hernández entienden los museos virtuales como una réplica de los museos tradicionales pero en soporte electrónico: "Los museos virtuales reciben fundamentalmente esta denominación porque suelen copiar los contenidos de algún otro museo real, siguen la obra de algún artista o tratan un tema especial. Aunque los museos virtuales no reemplazarán nunca las visitas físicas para ver los originales de obras históricas para la humanidad, cuando la distancia o las posibilidades económicas no permiten ir, siempre pueden ser una opción muy válida para un primer acercamiento, de una forma más próxima (virtual) a lo que sería la verdadera visita".(ibídem).
En primer lugar nos podemos encontrar, fuera de los museos virtuales, con el Nivel Inferior, el más básico, que correspondería a aquellos museos que sólo poseen una página web que muestra información muy parcial sobre el centro. Se han limitado a hacer una digitalización de los folletos informativos tradicionales, sin ningún tipo de enlace, jerarquización de la información ni actualización de ningún tipo. Son sitios web de museos cuyos responsables no han entendido las posibilidades reales que tienen las TIC y se han conformado con el nivel más bajo de la difusión. Estos museos corren el riesgo de potenciar un efecto contrario en el posible visitante, pues ante una presencia tan pobre en Internet, pueden desistir de realizar una visita real. No puede llamarse Museo Virtual, ni siquiera Digital. Únicamente podríamos usar la definición Museo Electrónico, porque se sirve de la electrónica y de las TIC a un nivel elemental. (González y Casado, 2011).
En una escala inmediatamente superior, nos encontraremos en el que denominaremos Nivel Intermedio con museos más elaborados que junto a la información básica referida en la escala inferior, incorporan la historia del edificio, la colección -normalmente una selección de la misma-, y alguna información relativa a las exposiciones, actividades complementarias, y enlaces con otros museos o instituciones culturales, pero de manera desestructurada o poco organizada. En todo caso, son páginas interactivas y que utilizan enlaces hipertextuales. Pueden también ser conocidos como Museos Digitales. (ibídem).
El escalón más avanzado correspondiente a la definición de Museo Virtual, correspondería al Nivel Superior, a aquellos museos que incorporan, por un lado, recreaciones virtuales del edificio o de sus salas y que permite auténticas inmersiones en la realidad virtual puesta al servicio del museo. Al ser una tipología mucho más cara y sofisticada, no es por el momento, lamentablemente, la más habitual, aunque los importantes avances tecnológicos y el abaratamiento de los mismos nos permite pensar con que se convertirá en una realidad habitual antes de una década (ibídem).
El servicio de Extensión Cultural podrá, a través de la red, personalizar la formación por materias concretas o necesidades específicas, y con diferentes niveles en función del grupo de edad, social o educativo en que el cibervisitante desee incluirse, siendo él quien elija hasta donde desea llegar. El principal sería la formación de usuarios. Si bien podría parecer que para impartirla hace falta estar físicamente en el sitio, se puede hacer, y no de mala manera, a través de la modalidad “en línea”. El Museo debe formar a sus visitantes a través de guías, tutoriales, ayudas en línea… pasando de éste modo a superar las dificultades de la formación tradicional.
Las posibilidades son amplias: Gestión de sugerencias, presentación de quejas o reclamaciones, acceso a exposiciones temporales virtuales, información al visitante a través de listas de correo, foros y chats donde fomentar el debate entre nuestros visitantes virtuales, enlaces a otros museos e instituciones culturales… No sólo se pueden igualar los servicios ofrecidos ya en el museo físico, sino que podemos superarlos. Y no olvidemos que además podemos hacer llegar nuestro museo y los servicios que prestamos a todos aquellos que por diversos motivos no pueden visitar el museo físico: ancianos, minusválidos, enfermos dependientes, reclusos, residentes en zonas rurales aisladas… ciudadanos con el mismo derecho que los demás a acceder a la Cultura pero que no disponen de recursos para poder hacerlo, y que sin embargo sí pueden llegar a nosotros –y nosotros a ellos- merced a la virtualización de los Museos.
Mgs. Sc. Camilo Morón
• Castellanos, Patricia: Los Museos Tradicionales, su Público y el Uso de las TIC: el Caso del Observatorio Científico de la Ciudad Mediterránea. 04 – 06 -2011.
• VV.AA: Los museos y las tecnologías de la información y la comunicación en La Rioja. Proyecto Sensitic II. 04 – 06 - 2011.
• González, Teresa & Casado, Antonio: La Utilización de las TIC para Virtualizar un museo. Estado de la cuestión en Castilla-La Mancha. 04 -06- 2011.
La explosión de las TIC ha logrado que se afiance la corriente teórica que busca impulsar al museo como un mediador social y no sólo como una institución que almacena y que se mantiene aislada de la sociedad a la que sirve. La función comunicativa del museo se fortalece y refuerza otras funciones tradicionales como la función educativa, siempre buscando la complementariedad. Los museos tienen en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) una herramienta sumamente útil para superar barreras como los presupuestos reducidos para establecer grandes exposiciones o campañas publicitarias para atraer visitantes. Se trata de favorecer la complementariedad entre lo presencial y lo virtual priorizando en la una, las actividades que no pueden realizarse en la otra. Recordemos la necesidad de darle la oportunidad a entidades convencionales de poder estar también a la vanguardia y convertirse así en instituciones no sólo competitivas sino eficaces para la sociedad en la que están inmersas (Castellanos, ibídem).
Los museos contemporáneos son instituciones culturales relacionadas con la sociedad y por lo tanto capaces de adaptarse a los cambios sociales. Uno de los mayores retos que actualmente encaran los museos es la irrupción de las nuevas tecnologías así como la democratización de la cultura. Internet facilita la relación entre las personas a dimensiones planetarias, esta superación de la dimensión espacio temporal está consolidando un esquema nuevo de relaciones sociales y culturales que implica una democratización de la cultura.
En 1956, André Malraux publicó una reflexión sobre el denominado Museo imaginario, el autor consideraba que los museos actualmente solo ofrecen una visión limitada de la cultura, ya que el conocimiento es más amplio que los contenidos de los museos, por lo tanto trata de establecer las características de un museo imaginario que albergue todas las obras de arte del mundo y que no imponga visiones parciales de la cultura. Malraux formó parte de una vanguardia cultural que anticipó los cambios que actualmente se están produciendo: la digitalización de fondos y la creación de museos virtuales. El número de museos que cuentan con presencia en Internet es alto, si bien este hecho es en parte debido a la existencia de portales culturales que agrupan información sobre los museos, ya que es más reducido el porcentaje de museos que cuentan con página web propia (Castellanos, ibídem)
A la hora de expresar cuál es la misión que puede tener Internet en relación con la cultura, los entrevistados son muy optimistas, consideran a Internet el vehículo adecuado para hacer llegar la cultura y en particular el conocimiento de los museos al conjunto de la Sociedad. A pesar de este optimismo tecnológico, los entrevistados consideran que todavía queda mucho por hacer en relación con la digitalización de los fondos de los museos y que quizá son los aspectos financieros y los tecnológicos los principales frenos para el importante avance virtual de la cultura (VV.AA., 2011).
Una definición reciente de Museo Virtual nos dice que es un museo que aprovecha los medios digitales para mostrar, preservar, reconstruir, diseminar y guardar la cultura material de la humanidad: (pinturas, fotografías, esculturas, cerámicas, antigüedades, textiles, entre otras) como artefactos digitales y bases de datos que son guardadas en el servidor de dicho Museo Virtual. Los dispositivos digitales también pueden ser una producción en CD-ROM o página web que muestren colecciones específicas, una muestra general de la colección, así como material con fines culturales o educativos. Un Museo Virtual hace posible que usuarios alejados puedan acceder a la Ciencia, la Cultura y las Artes. (González y Casado, 2011).
Arturo Colorado, creador del CD-Rom del Museo Thyssen-Bornemisza y uno de los estudiosos sobre la incidencia de los sistemas multimedia en el mundo de los museos nos dice que: "museo virtual es el medio que ofrece al visitante un fácil acceso a las piezas y a la información que desea encontrar en diferentes temas artísticos y en distintos museos. De hecho, el Museo Virtual sería el nexo entre muchas colecciones digitalizadas y puede ser utilizado como un recurso para organizar exposiciones individuales, a la medida de las expectativas e intereses del usuario".(González y Casado, ibídem). Sergio Talens y José Hernández entienden los museos virtuales como una réplica de los museos tradicionales pero en soporte electrónico: "Los museos virtuales reciben fundamentalmente esta denominación porque suelen copiar los contenidos de algún otro museo real, siguen la obra de algún artista o tratan un tema especial. Aunque los museos virtuales no reemplazarán nunca las visitas físicas para ver los originales de obras históricas para la humanidad, cuando la distancia o las posibilidades económicas no permiten ir, siempre pueden ser una opción muy válida para un primer acercamiento, de una forma más próxima (virtual) a lo que sería la verdadera visita".(ibídem).
En primer lugar nos podemos encontrar, fuera de los museos virtuales, con el Nivel Inferior, el más básico, que correspondería a aquellos museos que sólo poseen una página web que muestra información muy parcial sobre el centro. Se han limitado a hacer una digitalización de los folletos informativos tradicionales, sin ningún tipo de enlace, jerarquización de la información ni actualización de ningún tipo. Son sitios web de museos cuyos responsables no han entendido las posibilidades reales que tienen las TIC y se han conformado con el nivel más bajo de la difusión. Estos museos corren el riesgo de potenciar un efecto contrario en el posible visitante, pues ante una presencia tan pobre en Internet, pueden desistir de realizar una visita real. No puede llamarse Museo Virtual, ni siquiera Digital. Únicamente podríamos usar la definición Museo Electrónico, porque se sirve de la electrónica y de las TIC a un nivel elemental. (González y Casado, 2011).
En una escala inmediatamente superior, nos encontraremos en el que denominaremos Nivel Intermedio con museos más elaborados que junto a la información básica referida en la escala inferior, incorporan la historia del edificio, la colección -normalmente una selección de la misma-, y alguna información relativa a las exposiciones, actividades complementarias, y enlaces con otros museos o instituciones culturales, pero de manera desestructurada o poco organizada. En todo caso, son páginas interactivas y que utilizan enlaces hipertextuales. Pueden también ser conocidos como Museos Digitales. (ibídem).
El escalón más avanzado correspondiente a la definición de Museo Virtual, correspondería al Nivel Superior, a aquellos museos que incorporan, por un lado, recreaciones virtuales del edificio o de sus salas y que permite auténticas inmersiones en la realidad virtual puesta al servicio del museo. Al ser una tipología mucho más cara y sofisticada, no es por el momento, lamentablemente, la más habitual, aunque los importantes avances tecnológicos y el abaratamiento de los mismos nos permite pensar con que se convertirá en una realidad habitual antes de una década (ibídem).
El servicio de Extensión Cultural podrá, a través de la red, personalizar la formación por materias concretas o necesidades específicas, y con diferentes niveles en función del grupo de edad, social o educativo en que el cibervisitante desee incluirse, siendo él quien elija hasta donde desea llegar. El principal sería la formación de usuarios. Si bien podría parecer que para impartirla hace falta estar físicamente en el sitio, se puede hacer, y no de mala manera, a través de la modalidad “en línea”. El Museo debe formar a sus visitantes a través de guías, tutoriales, ayudas en línea… pasando de éste modo a superar las dificultades de la formación tradicional.
Las posibilidades son amplias: Gestión de sugerencias, presentación de quejas o reclamaciones, acceso a exposiciones temporales virtuales, información al visitante a través de listas de correo, foros y chats donde fomentar el debate entre nuestros visitantes virtuales, enlaces a otros museos e instituciones culturales… No sólo se pueden igualar los servicios ofrecidos ya en el museo físico, sino que podemos superarlos. Y no olvidemos que además podemos hacer llegar nuestro museo y los servicios que prestamos a todos aquellos que por diversos motivos no pueden visitar el museo físico: ancianos, minusválidos, enfermos dependientes, reclusos, residentes en zonas rurales aisladas… ciudadanos con el mismo derecho que los demás a acceder a la Cultura pero que no disponen de recursos para poder hacerlo, y que sin embargo sí pueden llegar a nosotros –y nosotros a ellos- merced a la virtualización de los Museos.
Mgs. Sc. Camilo Morón
• Castellanos, Patricia: Los Museos Tradicionales, su Público y el Uso de las TIC: el Caso del Observatorio Científico de la Ciudad Mediterránea. 04 – 06 -2011.
• VV.AA: Los museos y las tecnologías de la información y la comunicación en La Rioja. Proyecto Sensitic II. 04 – 06 - 2011.
• González, Teresa & Casado, Antonio: La Utilización de las TIC para Virtualizar un museo. Estado de la cuestión en Castilla-La Mancha. 04 -06- 2011.
El Thriller de los Museos en Coro y en Mérida (en cuatro décadas cabalgadas entre dos siglos)
De la pubertad guardo recuerdos confusos y perturbadores. No era para menos: eran tiempos confusos y perturbadores en sí mismos. En la escena musical, se produjo un boom de experiencias novedosas y experimentos fallidos. Agradezco la capacidad que tenemos los seres humanos de olvidar, así me ahorré el arrastrar por la vida el recuerdo de canciones deplorables. La escena política internacional era el telón de fondo donde colapsaba el llamado comunismo real. Carl Marx pasó a ocupar lo archivos de profesores temerosos de sentir colapsar sobre sus cabezas el Muro de Berlín. La escena política y económica nacional pasó bruscamente de la Gran Venezuela, de los “ta’ barato, dame dos”, de los tiempos de las vacas gordas a los días lentos de las vacas flacas. Todo en menos de una década.
Los Museos también experimentaron esa montaña rusa política, económica y emocional. Mi experiencia vital de esos años se resume a dos paisajes: Coro y Mérida. Así que trataré de esos paisajes museísticos. En mis tiempos de estudiantes en la Universidad de Los Andes, asistí al cierre de colecciones de revistas que hasta entonces eran uno de los baluartes de la docencia en materia de historia del arte y museos. El argumento: falta de recursos. Y esta sentencia fue como un grillete que tuvimos que arrastrar los estudiantes de mi generación. El principio de un prolongado ciclo de deterioro. En aquellos tiempos aún se editaban catálogos para las exposiciones; cierto que cada vez tenían menos páginas, menos colores y desmejoraba la calidad de los materiales, pero aún se editaban. De aquellos días recuerdo parques y museos en Mérida que hoy están cerrados o catatónicos. Asimismo comenzó la caída libre de la calidad de vida de los profesionales en las universidades.
Parejamente, en aquellos dichosos años mozos visitaba en vacaciones las salas de los museos corianos: el Museo Diocesano, el Museo de Arte Coro, el Museo de Cerámica Histórica y Loza Popular, la Casa Museo de las Ventanas de Hierro. También había, lo recuerdo vagamente, Salones de Arte: Bienal de Arte Coro, Salón Cementos Caribe, Bienal de Arte Churuguara. Para continuar con la comparación estética y evocativa con aquellos años 80, podemos comparar la escena presente con el video de la célebre canción Thriller, donde las ruinas del cementerio son las actuales instalaciones donde disfuncionan los museos, Armando Gagliardi sería Michel Jackson y el personal mal pagado y desactualizado seríamos los zombis bailarines. Un clásico coreográfico de todos los tiempos.
Los Museos también experimentaron esa montaña rusa política, económica y emocional. Mi experiencia vital de esos años se resume a dos paisajes: Coro y Mérida. Así que trataré de esos paisajes museísticos. En mis tiempos de estudiantes en la Universidad de Los Andes, asistí al cierre de colecciones de revistas que hasta entonces eran uno de los baluartes de la docencia en materia de historia del arte y museos. El argumento: falta de recursos. Y esta sentencia fue como un grillete que tuvimos que arrastrar los estudiantes de mi generación. El principio de un prolongado ciclo de deterioro. En aquellos tiempos aún se editaban catálogos para las exposiciones; cierto que cada vez tenían menos páginas, menos colores y desmejoraba la calidad de los materiales, pero aún se editaban. De aquellos días recuerdo parques y museos en Mérida que hoy están cerrados o catatónicos. Asimismo comenzó la caída libre de la calidad de vida de los profesionales en las universidades.
Parejamente, en aquellos dichosos años mozos visitaba en vacaciones las salas de los museos corianos: el Museo Diocesano, el Museo de Arte Coro, el Museo de Cerámica Histórica y Loza Popular, la Casa Museo de las Ventanas de Hierro. También había, lo recuerdo vagamente, Salones de Arte: Bienal de Arte Coro, Salón Cementos Caribe, Bienal de Arte Churuguara. Para continuar con la comparación estética y evocativa con aquellos años 80, podemos comparar la escena presente con el video de la célebre canción Thriller, donde las ruinas del cementerio son las actuales instalaciones donde disfuncionan los museos, Armando Gagliardi sería Michel Jackson y el personal mal pagado y desactualizado seríamos los zombis bailarines. Un clásico coreográfico de todos los tiempos.
18 de Mayo de 2011: Feliz No-Cumpleaños de los Museos
Con motivo del Día de los Museos recibí de amigos, cofrades y colegas un puñado deshilachado de felicitaciones. No respondí convencionalmente a ninguna, pero tampoco incurrí en la descortesía de contestarlas con el silencio. Respondí a los colegas simplemente con una pregunta: ¿Hay motivos para felicitarnos o para alegrarnos? Una revisión de los Museos en la ciudad de Coro puede darnos una idea de la situación de los Museos en el país. Consideremos en primer lugar los museos de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda: El Museo El Palmar es un depósito clausurado que se inunda con la menor lluvia, un criadero de mosquitos y desesperanza. El Museo Alberto Henríquez material y literalmente se desplomó sobre sus bases en consonancia con otras 40 casas de barros en que se derrumbaron o se vieron seriamente afectadas por las lluvias de finales de 2010.El mobiliario histórico de la Sinagoga que alguna vez estuvo resguardado por aquel vetusto y venerable techo, hoy está arrumado de cualquier manera en un galpón. El Museo Ángel Segundo López, en Taratara, Municipio Colina, conocido con el cariñoso (e inadecuado a la luz de su estado presente) apelativo de El Hombrecito es una isla de soledad, un pozo seco de actividad, un testimonio elocuente de la falta de gerencia en materia de museos en el ámbito universitario. La creación del Museo de Ciencias y Artes J. M. Cruxent, como un desarrollo del fosilizado Museo de Cerámica Histórica y Loza Popular que degeneró durante décadas en el Balcón de los Arcaya, pareció brevemente como una respuesta a esta situación que no vacilamos de calificar de decadente. Una vez más se opusieron a estos buenos deseos las contradicciones de la vida cotidiana en el seno de la comunidad universitaria: el personalismo, la improvisación y hasta puede que el conservadurismo en el seno de una institución que se pretende revolucionaria. Ante este panorama sombrío y ruinoso, la celebración del Día de los Museos se nos antoja como la Fiesta de No-Cumpleaños del Sombrero Loco en el clásico de Lewis Carroll: Alicia en el País de las Maravillas, aunque aquí cabría acotar: en el País de las Pesadillas. Nada hay en el horizonte futuro inmediato cercano que nos permita albergar esperanzas de un cambio importante en el actual y negativo estado de cosas. Algunos museos han migrado al espacio virtual; pasa con ellos lo que con muchos contextos arqueológicos: quedan las fotos, aunque en este caso se trata de fotos de alta tecnología, como también lo fueron en su tiempo las fotos instantáneas.
En "El Balcón de los Arcaya" actuarán Israel y Gustavo Colina "De Vuelta a Casa" es el concierto este jueves 02 de junio a las 6pm
Los falconianos Israel y Gustavo Colina en el marco de la pre-gira en tierras falconianas para promocionar su trabajo artístico y el pronto lanzamiento del disco: "Venezuela, la casa de los pájaros" se presentarán este jueves 02 de junio a las 6pm en "El Balcón de Los Arcaya" en homenaje al gran poeta español Miguel Hernández y el arqueólogo José María Cruxent.
"De vuelta a casa", es el concepto de este tour donde se reencontrarán con sus raíces y su público, cultivado a lo largo de más de veinte años de trayectoria. "En el Balcón de los Arcaya nos reuniremos a trovar y degustar lo mejor de la música iberoamericana. Sin duda, es una gran oportunidad para volvernos a ver las caras y compartir sensibilidades artísticas" opina Israel Colina. Gustavo Colina dice traer un repertorio que homenajea a otros virtuosos del cuatro falconiano, como Alí Chirinos, Edgardo Chirinos y Felipe Amaya. "A todos ellos los llevo en el alma, así que cuando toco, de alguna manera salen por las cuerdas y la caja de resonancia de mi cuatro".
Prosiguen el viernes 03 de junio a las 7.30 pm en el Museo de Antigüedades de Paraguaná en Punto Fijo, homenajeando a la ciudad y la memoria de sus familiares y cierran el sábado 04 de junio a las 6pm en la "Casa de la Cultura" de Cumarebo, donde el ayuntamiento de Zamora les impondrá la "Orden Tino Rodríguez" por su trabajo musical constante y enaltecedor de la cultura venezolana en más de treinta países. Los conciertos son abiertos al público general. Todos los falconianos están convidados.